domingo, 19 de octubre de 2025

"EL ATAQUE DE LAS CABRAS", ENTRE EL APRENDIZAJE, EL DESENCANTO Y LA FANTASÍA


Laura Chivite (Pamplona, 1995) debutó en la literatura con el libro de relatos “Gente que ríe”, editado por Caballo de Troya en 2022 y ganador del Premio Ojo Crítico de Narrativa. Tres años después, ha publicado en Random House su primera novela, “El ataque de las cabras”, con la que parece consagrarse como una de las voces más brillantes y singulares de la joven literatura española. Chivite estudió Literatura Comparada en la Universidad de Granada y más tarde se especializó en la relación entre literatura y cine. Ha colaborado en publicaciones como “Cuadernos Hispanoamericanos” o en el programa de televisión “Un país para leerlo”. En la actualidad reside en Madrid y compagina la docencia y la escritura.

“El ataque de las cabras” es una novela que escapa a etiquetas literarias definitorias. Tiene mucho de novela de aprendizaje, lo que en inglés se denomina "Coming of age", el proceso de crecer desde la infancia o adolescencia hasta la edad adulta, un período de desarrollo interior, madurez y autodescubrimiento. La narradora se reencuentra casualmente en Madrid en una tarde lluviosa con su tía Lidia, hermana de su madre, en cuyo piso de Pamplona ella vivió diez años antes, cuando tenía dieciséis y cursaba bachillerato en un instituto próximo. Su tía se acababa de divorciar de su pareja femenina y vivía sola con su gato. La joven estudiante admiraba a esa tía “rara” y estaba fascinada por las conversaciones con sus amigas y las historias que le contaba. Esa relación entre tía y sobrina constituye el núcleo narrativo de la novela. Luego la narradora va a estudiar Literatura Comparada a la Universidad de Granada y posteriormente se instala en Madrid y va abandonando los sueños juveniles para adaptarse a la realidad adulta. Desde esa inaugurada madurez ve con otros ojos a su tía, que deja de ser la mujer idealizada en sus años de adolescente.  

Podría pensarse que estamos ante otra novela de autoficción, pero la autora lo desmiente. Solo una parte del personaje es autobiográfica: “Hay fragmentos en los que ni siquiera me cae bien la narradora, la verdad. Y la familia que tiene no se parece en nada a la mía: ni sus padres, ni su abuela, ni nada. Pero luego, en la última parte de la novela, los últimos cinco capítulos sí que son mucho más autobiográficos: ella en Granada, estudiando literaturas comparadas. Todo este mundo tal y como se describe, y también el venir a Madrid. Eso es claramente mi vida. Entonces me gustaba jugar con la autoficción, pero de una manera tramposa, porque era solo a ratos”.

En una audacia narrativa que mezcla lo real con lo absurdo, en la novela se añade a este tronco realista y cotidiano una parte fantasiosa y casi surrealista: las tres fabulas protagonizadas por la insolente y cineasta cabra Juana, que la tía Lidia le cuenta a la joven narradora en tres episodios intercalados en el relato. Son los únicos momentos en los que Lidia tiene voz propia, pues en el resto de la novela siempre la vemos a través de los ojos de su sobrina. En el proceso de maduración que obliga a tomar decisiones, las fabulas terminan con tres opciones que se le ofrecen a la joven para que elija una sola respuesta. Ese ataque de las cabras que da título al libro es explicado por la autora de esta manera: “Luego hay un fragmento en el que la tía Lidia está totalmente desquiciada y muy triste, y fantasea con un montón de cabras arrasando con absolutamente todo, con una destrucción del mundo tal y como lo conocemos. El ataque de las cabras hace referencia a ese momento, a ese anhelo que a veces se tiene de que todo se destruya para poder empezar de nuevo. Para que algo pueda nacer, primero tiene que destruirse tal y como se conocía”.

“El ataque de las cabras” es también un libro de familia –la “rara” familia de la joven narradora sin nombre– y un libro de mujeres, pues prácticamente lo son todos los personajes de la novela: la corajuda abuela Refugio; la madre Irene; la tía Lidia y sus amigas; María, la novia de la narradora; o la sentenciosa Sheila, su profesora de cerámica. El único hombre es el vampírico tío Antonio, al que su sobrina se encuentra en la noche madrileña. Aunque se presente un universo femenino, en cierta medida “queer” o lésbico, no hay en él hostilidad hacia los hombres. Sí hay en la autora una atracción por lo raro y lo fantasioso. Incluso en la parte más realista de la novela. Como en esos momentos en que la tía Lidia, en sus crisis depresivas, tiene poderes paranormales en lo que denomina “telequinesis melancólica”.

La madurez, como sinónimo de desencanto, aceptación o fatalismo se va apoderando de la parte final de la novela: “En el mediodía de un martes de febrero la realidad te golpea con su viejo bastón de apabullante honestidad y te demuestra que sí: que aunque tengas gustos diferentes, y hayas logrado huir de tu ciudad, y te expreses de otro modo, y sepas bailar, eres como tu madre, como tu abuela, como tu bisabuela. O al menos arrastras el mismo dolor que ellas, lo has heredado, y eso es casi lo mismo que ser como ellas”.

Construida con una estructura fragmentaria y sin un orden cronológico lineal, “El ataque de las cabras” está muy bien escrita y muestra las notables dotes literarias de su autora. Con solo dos libros publicados, Laura Chivite  es ya una de las voces más prometedoras de la nueva narrativa hispana. Esperemos que no se cierre en universos literarios limitados y confirme las esperanzas en ella depositadas.  

“El ataque de las cabras”. Laura Chivite. Random House. 2025. 176 páginas

domingo, 5 de octubre de 2025

"MISIÓN EN PARÍS", UNA NUEVA AVENTURA DEL CAPITÁN ALATRISTE

 

Hace casi treinta años, en 1996, con la novela “El capitán Alatriste” se inició una de las sagas narrativas más exitosas de la literatura española. Ahora, catorce años después de “El puente de los asesinos”, Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) ha publicado “Misión en París”, la octava entrega de la serie protagonizada por Diego Alatriste, soldado de los temibles tercios españoles que dominaron Europa, buscavidas y espadachín a sueldo y protector del joven Iñigo Balboa, quien ya de mayor escribió en sus memorias las aventuras de su famoso mentor, compañero de armas de su padre muerto en combate. Sobre el popular personaje hay una película, una serie de televisión, comics, juegos de rol, sellos postales y hasta una ruta cultural por Madrid. Alatriste ha contribuido a dar más fama, si cabe, a su autor: Arturo Pérez-Reverte, periodista y reportero en conflictos armados, miembro de la RAE, autor de cientos de artículos de prensa y de más de una treintena de novelas, es hoy uno de los escritores más destacados y traducidos de nuestra literatura, con ventas millonarias y lectores en todo el mundo.

“Misión en París” transcurre íntegramente en territorio francés, en el siglo XVII, durante el año 1628. A la capital gala llegan desde Madrid don Francisco de Quevedo, escoltado por el soldado Juan Tronera y, desde la fortaleza española de Milán, el capitán Alatriste y su compañero Sebastián Copons. En París los espera el joven Iñigo Balboa, correo real que ha entregado unos despachos secretos a Álvaro de la Marca, conde de Guadalmedina y embajador temporal español en la corte francesa. En ese momento gobiernan Francia el rey Luis XIII y su poderoso ministro el cardenal Richelieu, mientras que en España lo hacen Felipe IV, casi siempre ocupado en actividades cinegéticas, y su influyente valido el Conde Duque de Olivares. “Después de las guerras civiles que por la religión habían agitado Francia, los protestantes de allí, llamados hugonotes, habían conservado territorios cuya obediencia escapaba al monarca francés. Hartos de rebeliones, resueltos a conseguir a toda costa la unidad política y religiosa, el rey y el cardenal habían puesto sitio militar a La Rochela, enclave de la resistencia rebelde, socorrido por una Inglaterra siempre dispuesta a incomodar a Francia como lo hacía con España”. En este contexto, Alatriste y sus amigos deberán llevar a cabo una misteriosa y difícil misión, urdida por la diplomacia española y el Conde Duque de Olivares, y cuya ejecución concreta les será mantenida en secreto hasta el último momento.

El relato va alternado pasajes narrados en primera persona por el joven Iñigo Balboa con otros en tercera persona siguiendo al capitán Alatriste. Quienes hayan leído entregas anteriores encontraran a muchos personajes ya conocidos. El propio Balboa ha cumplido los dieciocho años y desde hace seis meses viste la casaca negra y amarilla de los correos reales del rey de España y hace gala de valentía y discreción. Como ya sabemos, relata las andanzas del capitán Alatriste desde la admiración, el amor y la gratitud. El gran escritor Francisco de Quevedo vuelve a aparecer en funciones de espía y trabajando ahora para el Conde Duque de Olivares, a quien tanto había criticado antes en sus versos. Diego Alatriste tiene ya cuarenta y cinco años muy bregados (“Había matado a una veintena de hombres en duelos y desafíos –unos por dinero y otros gratis–, sin contar los acuchillados o arcabuceados en la guerra”). Es valiente y orgulloso y la lealtad y el honor son su estandarte, pero también se muestra cada vez más sombrío, escéptico y desencantado. Sabe que mientras él y sus compañeros, siempre pagados tarde y mal, exponen su vida por su país, sus superiores cubren sus espaldas y viven en la abundancia. Le acompaña de nuevo su viejo amigo Sebastián Copons, aragonés recio y duro, que cuando Quevedo le muestra la catedral de Notre-Dame de Paris él contesta: “Pues como la iglesia mayor de Huesca ¿no? Sólo que un poco más grande”. Igual de valiente y aguerrido es el cordobés Juan Tronera, otro soldado viejo del tercio hispano. Y también reencontraremos a Angélica de Alquézar, cuya mezcla de encantos y perfidia tiene absolutamente cautivado a Iñigo Balboa.

Como nuevo homenaje a la novelas de aventura y de capa y espada, esta vez Pérez-Reverte ha introducido en “Misión en París” a los famosos Tres Mosqueteros y D’Artagnan de Alejandro Dumas. Incluso en otro guiño a “Los duelistas” de Josep Conrad, Alatriste y Athos van aplazando el desenlace de su desafío inicial. Como en todas las novelas de la serie encontramos un intrigante y entretenido relato de aventuras en un documentado contexto histórico, económico, político, militar y social. La novela opera aquí como una forma de conocimiento de la Historia y de lo humano. Es obvio que Francia emerge como nueva potencia europea y que el imperio español va acentuando sus signos de agotamiento, debilidad y decadencia. Sólo en lo cultural, España permanece en la cima con su glorioso e insuperable Siglo de Oro. Otro aspecto en el que sobresale la novela –que como las anteriores está ilustrada por Joan Mundet–  es la notable recreación del habla coloquial de la época en sus chispeantes diálogos.

Ha dicho Pérez-Reverte que al menos le queda por escribir una nueva entrega de la serie. Esperemos que esta vez no tarde tanto tiempo en ofrecérnosla.

“Misión en París”. Arturo Pérez-Reverte. Alfaguara. 2025. 360 páginas