domingo, 28 de julio de 2024

"TARÁNTULA", LA ÚLTIMA NOVELA DEL ESCRITOR GUATEMALTECO EDUARDO HALFON


No es exagerado considerar a Eduardo Halfon (Ciudad de Guatemala, 1971) como uno de los mejores escritores actuales en lengua española. Halfon es un caso singular de nuestras letras. Con tres abuelos judíos libaneses y otro polaco, que sobrevivió a los campos de concentración nazis, su familia emigró a Guatemala, donde nació y pasó sus diez primeros años hasta que la dictadura guatemalteca obligó a sus padres a exiliarse en Estados Unidos. De condición nómada por naturaleza, el escritor se casó con una riojana y tiene la nacionalidad española, lengua en la que escribe sus obras. Desde hace tres años, y gracias a una beca literaria, reside en Berlín.

Desde 2003, Eduardo Halfon ha publicado casi una veintena de libros, su obra ha sido traducida a más de quince idiomas y ha recibido importantes galardones literarios. La magnífica editorial Libros del Asteroide ha dado a conocer la obra de Halfon en España con la publicación del libro de cuentos “El boxeador polaco” y las novelas cortas (algunas de ellas reseñadas en esta sección) “Monasterio”, “Signor Hoffman”,Duelo”, “Canción”, “Un hijo cualquiera” y, ahora, “Tarántula”. En todas ellas, Halfon parte de los recuerdos de su infancia para crear unas composiciones literarias que podemos considerar, en cierto modo, y aunque el autor niegue un plan previo de proyecto, lo que algunos han llamado una obra en marcha. Como si cada una de esas entregas fuera un nuevo capítulo de la novela de su vida.

“Tarántula” se inscribe también en esa eficaz mezcla narrativa de memoria y ficción, de invención y realidad. Y, en este caso, combinando los dos aspectos más problemáticos y a la vez más presentes en la obra del escritor: su condición, simultánea e ineludible, de judío y guatemalteco. El propio Halfon confiesa con frecuencia que los libros que más lo han marcado son dos libros que no ha leído: la “Torá” y el “Popol Vuh”, el libro de los judíos y el libro de los guatemaltecos. “Heredé de mis antepasados las ansias de huir” es la ilustrativa cita de la escritora argentina Alejandra Pizarnik que encabeza la novela.

“Tarantula”, narrado como todos sus libros en primera persona, se inicia con un tenebroso recuerdo infantil. En 1984, cuando la familia Halfon ya llevaba tres años en Estados Unidos tras abandonar el país centroamericano, marcado por la violencia desatada entre el ejército y la guerrilla, Eduardo, de trece años, y su hermano son enviados por sus padres a participar en unos campamentos para jóvenes judíos en las montañas del altiplano guatemalteco.  Lo que parecían unas jornadas de supervivencia en el bosque se convierte de repente en una siniestra historia de terror que marcará a los niños para siempre. Muchos años después, el autor se encontrará en París y Berlín, sucesivamente, con dos personajes clave de aquella angustiosa experiencia: Regina, la joven junto a la que Eduardo hacia siempre las guardias nocturnas en el campamento y con quien vivió su despertar erótico y sentimental, y Samuel Blum, el rubio monitor del grupo que llevaba una tarántula tatuada en su brazo. Eduardo resolverá entonces algunos enigmas de aquellos extraños hechos, pero, como suele ocurrir en sus novelas, siempre serán más las nuevas preguntas que se abren que las respuestas encontradas.

El propio autor resume así la estructura del relato: «Hay tres momentos narrativos en esta novela: el recuerdo del campamento, el encuentro en París entre dos supervivientes ya de adultos y la búsqueda en Berlín del monitor del campamento. En el borrador inicial del libro yo tenía los tres relatos separados pero descubrí que el efecto Stephen King, el suspense y el terror lo lograba intercalando las partes. Descubrí que el miedo depende de esperar, de mostrar la daga pero no usarla todavía».

Además de las historias que relata, destaca sobremanera en Eduardo Halfon su brillante manera de contarlas. Su escritura rítmica y pulida, su prosa cadenciosa y a la vez siempre sencilla, comprensible, amena y elegante, con expresiones centroamericanas y sintaxis perfecta. “Tarántula” se lee casi de un tirón y el lector más que leerla parece que la escucha. Como botón de muestra de ese estilo suyo, sirva este pasaje de su reencuentro con Regina, tantos años después, que es además un maravilloso homenaje a Proust: “... se llevó la tacita blanca a los labios y yo me estremecí al reconocer su mano. Una mano que había olvidado por completo, o que creía olvidada por completo. Reconocí su forma. Sus dedos largos y delgados. Las pecas casi invisibles en el dorso. La redondez y el tinte rosáceo de sus uñas. Sin saberlo, había guardado durante años el recuerdo de esa mano, al alcance pero bien sepultado en alguna grieta de mi memoria, nada más esperando ser desenterrado y desempolvado en el instante mismo en que ella alzara una tacita blanca de café”.

Cada nueva novela de Eduardo Halfon es un joyita literaria. Y sus devotos lectores ya estamos esperando la siguiente.

“Tarántula”. Eduardo Halfon. Libros del Asteroide. 2024. 184 páginas.


domingo, 14 de julio de 2024

SE REEDITA "EL PEÓN EN EL TABLERO", UNA NOVELA BREVE DE IRÈNE NÉMIROVSKY


 

Irène Némirovsky (1903 - 1942) nació en Kiev en el seno de una acaudalada familia judía que, en 1919, huyó de la revolución bolchevique para afincarse en París. Hija única, tuvo una infancia no demasiado feliz y solitaria, aunque en la capital francesa recibió una educación exquisita y esmerada. Debutó en la literatura con 19 años con un texto publicado en una importante revista de la época. Se licenció en Letras en la Universidad de la Sorbona y. en 1929, saltó a la fama literaria con el gran éxito obtenido por su novela “David Golder”, ya en formato libro. En los años treinta, publicó un buen número de novelas que la convirtieron en una de las escritoras más prestigiosas de Francia.

El estallido de la Segunda Guerra Mundial y la invasión alemana de Francia marcaron trágicamente su destino. Su solicitud de la nacionalidad francesa fue denegada varias veces por el régimen de Vichy y, en 1942, fue detenida y deportada a Auschwitz, donde murió asesinada junto con su marido, Michel Epstein. En 2002, y de manera casual, sus hijas descubrieron el manuscrito de su novela “Suite francesa”, que fue publicada en 2004 y obtuvo un enorme éxito, recibió importantes galardones a título póstumo y se convirtió en su obra cumbre y más conocida. La obra literaria de Irène Némirovsky sigue estando de actualidad y sus novelas se siguen traduciendo y reeditando en numerosos países. En España, la editorial Salamandra, al igual que ha hecho con otros libros de la autora, acaba de reeditar “El peón en el tablero”, con traducción del francés de José Antonio Soriano Marco.

“El peón en el tablero” es una novela corta que fue publicada originariamente en Francia en 1934. Está ambientada en el París de esa misma época, en la década de los años treinta, en un periodo de entreguerras marcado por una aguda crisis económica y social. Su protagonista es Christophe  Bohun, un hombre de cuarenta y tres años, que vive en un espacioso piso de París, propiedad de su padre, un anciano moribundo que fue un antiguo magnate del acero y del petróleo, cuyo posterior fracaso financiero lo obligó a vender su empresa a uno de sus socios. Christophe, por recomendación de su padre, trabaja en esa misma empresa con un modesto sueldo y en un puesto monótono que desempeña con desgana y no le proporciona ninguna satisfacción. Además de con su padre, que se ha reservado una pequeña parte de la casa y un sirviente personal, Christophe vive con su mujer Geneviève, su hijo Philippe, de 18 años, y su prima Murielle, separada de su marido. Aunque aparece algún otro muy secundario, estos son, prácticamente, los únicos personajes del libro. Cinco personajes en distintos momentos de la vida y con muy distintas experiencias pasadas y expectativas futuras.

El eje principal del relato es el carácter de Christophe y su devenir familiar, anímico y económico. Se trata de un hombre abúlico, insatisfecho y sin ninguna ilusión por la vida. Así lo expresa él mismo al inicio de la novela: “Pero si me dijeran ‘Mañana morirás’, no me pesaría ni por un instante: no amo la vida. No hay en ella nada bueno salvo lo físico, como suele decirse del amor. Me gustaría ser un animal, una planta, una piedra”. “¡Una existencia humana, que consista en algo más que la preocupación por el dinero, por la comida diaria y por el trabajo!”. Algunos días de lluvia, al salir de casa, me dan ganas de tenderme en mitad de la calle y esperar a que el primer autobús que pase se me lleve por delante”.

Toda la novela desprende un aire gris y desencantado, con el que tal vez la autora, a través de su personaje, un simple peón en el tablero, pretende mostrar el momento general de desasosiego y desilusión que vive la sociedad de la época, y que presagia el desastre que se avecina. La novela adquiere así un tono de un marcado pesimismo, que la inscribe en las corrientes literarias y filosóficas de corte existencialista. Aunque para algunos lectores, la narración tal vez se resienta de cierta falta de trama y movimiento, la autora pretendió, con una prosa directa, ágil y desnuda, condensar en un relato breve toda una visión trágica y fatalista de la existencia humana. La frecuente reedición y demanda de sus obras parece indicar la vigencia de la literatura de Irène Némirovsky en nuestros días. Una vigencia que es aún más evidente en la novela que acabamos de reseñar.  

“El peón en el tablero”. Irène Némirovsky. Salamandra. 2024. 208 páginas