miércoles, 23 de febrero de 2022

EXCURSIÓN CIRCULAR DE ALINS DEL MONTE A CALASANZ


La pasada semana el grupo grausino Tardes al Sol realizó una excursión circular entre las localidades de Alins del Monte  –o del Mont, en el habla local– y Calasanz, en la zona norte de la comarca de La Litera, la llamada Litera Alta, en el límite de esta comarca con la de Ribagorza, con la que tiene numerosos vínculos históricos y culturales.

Los dieciséis participantes en la actividad salimos de Graus a las 8.30 horas y nos dirigimos por carretera hasta Alins del Mont, pequeña localidad perteneciente al municipio de Azanuy. Desde esta población, una estrecha carretera llega hasta Alins. Al final de la misma, y a la entrada del pueblo, aparcamos nuestros vehículos e iniciamos nuestra excursión andando. Lo primero que hicimos fue visitar Alins, en el que destacan los restos de su castillo medieval y su magnífica iglesia románica dedicada a San Juan.

Buscamos luego el GR-23, que seguimos hasta Calasanz. El camino, de unos siete kilómetros, transcurre siempre por pista y entre bosques de pinos y campos de labor. Aunque el día fue soleado, en algunos tramos de sombra encontramos escarcha y algo de hielo. Muy poco antes de llegar a Calasanz, justo donde se hallaba su antigua fuente, nos desviamos unos metros por una pista a la izquierda para ver el pozo de hielo, uno de los más bonitos y mejor conservados de la provincia. Entramos en él, hicimos unas fotos y desde allí vimos las antiguas salinas del pueblo, que están un poco más abajo.

Volvimos al camino principal y entramos en Calasanz, preciosa localidad que junto con la vecina Peralta de la Sal componen el municipio de Peralta de Calasanz. Subimos primero a los restos del viejo castillo medieval de origen árabe, situados en un roquedo en lo alto del pueblo. Allí, junto a la ermita románica de San Bartolomé, desayunamos al sol, disfrutamos de magníficas vistas y nos hicimos la foto de grupo. Descendimos luego al pueblo y paseamos por sus calles de trazado medieval hasta llegar a la impresionante iglesia de San Cipriano. Una vecina nos dejó la llave y pudimos verla por dentro. Se trata de una construcción del siglo XVII cuyo interior alberga unas interesantes yeserías de estilo mudéjar, con similitudes a las de algunas iglesias de poblaciones ribagorzanas vecinas, entre las que destacan las de la iglesia de Juseu.

La vuelta fue por pistas y senderos no marcados y en algunos tramos bastante desdibujados y con mucho matorral incómodo en el camino. Pasamos por el cementerio de Calasanz, el Tozal de Antón y el barranco Salado, que cruzamos poco antes de ascender hasta Alins, cerrar el círculo y terminar nuestro itinerario. Fue un recorrido de 14 km, con 480 m. de desnivel acumulado. El punto más alto fueron 480 m. y el más bajo 545 m. Invertimos un total de cinco horas y media incluyendo las paradas, que en el caso de la visita a Calasanz fue bastante larga. Habíamos disfrutado de un día de sol y agradables temperaturas, en una excursión que nos llevó a dos bellos pueblos literanos con muchos atractivos históricos y patrimoniales.

domingo, 20 de febrero de 2022

LOS INGRATOS


“Los ingratos” fue el libro ganador del Premio Primavera de Novela de 2021. Su autor es el periodista y escritor Pedro Simón (Madrid, 1971), que ha recibido importantes reconocimientos por su trabajo periodístico y ha publicado dos antologías de reportajes (“Siniestro total” y “Crónicas bárbaras”) y la novela “Peligro de derrumbe”, editada por La Esfera de los Libros en 2016. “Los ingratos” es su segunda novela y ha sido publicada, con notable éxito de crítica y lectores, por Espasa, de Editorial Planeta.

“Los ingratos” es una bella y emotiva novela que cuenta la historia de la familia de una maestra que, en los años 70 del pasado siglo XX, llega a un pueblo de la España rural e interior para ejercer allí su labor docente. La maestra llega acompañada de sus tres hijos (dos niñas y un niño) y el padre que, con su Simca 1200, va y viene de Madrid, donde trabaja en la fábrica  de coches Chrysler. Para ayudar en la casa, contratan a una señora del pueblo llamada Emérita, grande y sorda y con un hecho dramático que ha marcado su pasado. Emérita es un personaje fundamental de la novela y su intensa y estrecha relación con el niño David, a la que ella llama Currete, centra el relato y es su eje vertebral. La historia está narrada en primera persona por el propio niño, alternando con pasajes en los que la narradora, en forma epistolar, es la cuidadora, a la que el niño y sus hermanas ponen dictados y enseñan a corregir sus numerosas faltas de ortografía.

El libro retrata muy bien, con sus luces y sus sombras, la vida en los pueblos españoles en los años finales del franquismo y los primeros de la democracia. De hecho, en uno de sus capítulos, se relata el momento de las primeras elecciones democráticas tras la muerte de Franco y la votación que se produjo en la localidad donde transcurre la novela. David recuerda, y nos va contando, su vida en el pueblo, su relación con sus hermanas y sus compañeros. Nos va dando a conocer diversos lugares y personajes del lugar, cuyo nombre geográfico nunca se cita en el libro. Descubrimos su vida en la calle, sus juegos algo embrutecidos, su crecimiento y el de sus hermanas y la fluctuante relación entre sus padres. Pero también conocemos las desigualdades sociales entre los habitantes del pueblo, las desgracias que en él han ocurrido y el terrible peso e influencia que las habladurías y murmuraciones tienen entre sus gentes.

“Los ingratos” es una crónica familiar y sentimental de la España rural y de un país que, en lo bueno y en lo malo, dejaba atrás unas costumbres muy arraigadas, en aras de una modernidad urbana y unos nuevos valores que pretendían olvidar a toda costa ese pasado. Pero ese olvido tuvo también su componente de ingratitud y de injusticia con una parte de ese tiempo pretérito que hizo posible y se sacrificó por el futuro que estaba llegando. En ese sentido, el personaje de Emérita cobra una enorme importancia y simboliza el valor, el sufrimiento y el sacrificio de la mujer rural española en aquellos años difíciles y en los posteriores de la transición a la democracia y la modernidad.

Como bien se escribe en la promoción del libro, “‘Los ingratos’ es una emocionante novela sobre una generación que vivió en aquella España donde se viajaba sin cinturones de seguridad en un Simca y la comida no se tiraba porque no hacía tanto que se había pasado hambre. Un homenaje, entre la ternura y la culpa, a quienes nos acompañaron hasta aquí sin pedir nada a cambio. El retrato de un país que miraba al futuro y se olvidó de dar las gracias a la generación que lo hizo posible”.

La novela está muy bien construida y gustará a todo tipo de lector. Sobre todo, a quienes nacimos y nos criamos en la España rural y vivimos nuestra infancia o adolescencia en los años que se relatan en el libro. Constatamos la verosimilitud y credibilidad del retrato que de esa época de nuestro pasado reciente se hace en el libro y nos vemos bastante reconocidos en él. Además, el estilo sencillo, la prosa directa y el vocabulario acertado hacen su lectura muy entretenida, amena y placentera. Pero ello no va en detrimento de su calidad literaria y en sus páginas resuenan ecos de escritores como Miguel Delibes, Luis Landero o Julio Llamazares. También del colombiano Héctor Abad Faciolince, de cuyo libro “El olvido que seremos” se extrae una cita como encabezamiento del relato.

Pedro Simón ha demostrado de sobras su profesionalidad y buen trabajo en el campo del periodismo. Esperemos que lo vaya compaginando con su vertiente literaria y siga publicando en el futuro nuevas novelas tan hermosas y entrañables como la que acabamos de reseñar.

“Los ingratos”. Pedro Simón. Editorial Espasa. 2021. 288 páginas

miércoles, 16 de febrero de 2022

EXCURSIÓN CIRCULAR CON NIEBLA A LA SIERRA DEL GALARDÓN


El Centro Excursionista Ribagorza organizó el pasado domingo una excursión circular a la Sierra del Galardón, o de Gabardón en aragonés, en el término municipal de Fiscal, en la comarca de Sobrarbe, con inicio y fin en la localidad de Ligüerre de Ara. En una mañana nublada, con niebla en la parte alta de la sierra en la que pisamos algo de nieve y nos cayó en algún momento un fino granizo, recorrimos un itinerario, en buena parte casi inédito y poco frecuentado, por la margen derecha del río Ara, subiendo hasta cerca del límite entre las comarcas de Sobrarbe y Alto Gállego.

Los veintidós participantes en la excursión salimos de Graus a las 7 horas y nos dirigimos con nuestros vehículos hasta Ligüerre de Ara, población a la que llegamos tras algo más de una hora de carretera. Tras una breve visita al pueblo, a las 8.15 horas iniciamos nuestra excursión andando y ascendimos enseguida por un frondoso bosque mixto y variado, con mucho musgo y bastante humedad, y con abundancia de bellas flores prímulas de color blanco y amarillo.

Dejamos a nuestra izquierda las ruinas de la ermita de Santiago y llegamos a la llamada borda de Gabarre, donde, junto a unas paredes de piedra seca, hicimos una parada para desayunar y reponer fuerzas y nos hicimos la foto de grupo entre una niebla incipiente. A partir de aquí, el camino continuó  ascendiendo para ir girando luego hacia la derecha. La creciente niebla, los árboles caídos sobre el camino, la nieve y el hielo en algunos tramos, el fino granizo en algún momento y la falta de señalización convirtieron esta parte del recorrido en una prueba de obstáculos que superamos en grupo compacto y extremando la atención.

Las cosas se pusieron más fáciles cuando conectamos con el PR-HU 9, que viene de Laguarta e iniciamos el descenso por camino ya señalizado con marcas blancas y amarillas. Además, el tiempo mejoró y levantó la niebla facilitando la visibilidad. El cruce de un barranco con una cascada y algo de caudal fue un último pequeño obstáculo antes de desembocar en una pista que, siguiendo los indicadores, abandonamos por un sendero a nuestra derecha. En poco rato, llegamos a San Juste, una pequeña y atractiva localidad en la que, tras una rápida visita, hicimos una parada para comer sentados en unos bancos de piedra.

Desde San Juste a Liguerre de Ara hay poco más de dos kilómetros por carretera. A Ligüerre llegamos poco antes de las 15 horas y allí cerramos el  círculo. Fue un itinerario de 18 km., con 857 m. de desnivel acumulado, en los que invertimos unas seis horas y media con las paradas. El punto más elevado fueron 1550 m. y el más bajo 720. Después de muchos días de sol, tuvimos una excursión con el tiempo nublado y niebla, pero eso no solo no nos impidió disfrutar del recorrido, sino que le dio un cierto toque fantasmagórico y una belleza especial a los bosques de cuento por los que caminamos. Lo único malo fue no poder disfrutar de los paisajes del valle desde lo alto de la sierra, pero seguro que podremos hacerlo en otra ocasión.

miércoles, 9 de febrero de 2022

EXCURSIÓN A LA ESPELUNGA Y AL MONASTERIO DE SAN VICTORIÁN



El Centro Excursionista Ribagorza realizó el pasado domingo una excursión matinal a La Espelunga, un hermoso y pintoresco paraje con una ermita construida en el interior de una cueva que se halla situada en las paredes meridionales de la Sierra Ferrera y la Peña Montañesa. Un poco más arriba del antiguo e importante monasterio de San Victorián, con el que el lugar está históricamente vinculado.

Los dieciocho participantes en la actividad salimos de Graus con nuestros vehículos a las 7.30 horas para dirigirnos a Fosado, localidad perteneciente al municipio de La Fueva y situado en la llamada Fueva Alta, en la comarca de Sobrarbe. Pasado Fosado, tomamos la carretera de La Mula y nos desviamos a la derecha para aparcar los coches en Moliniás, donde iniciamos la excursión a pie. Moliniás tiene tres edificaciones (dos de ellas dedicadas a turismo rural) y una pequeña y coqueta ermita dedicada a Santa Ana. En la parte alta del lugar, a las 8.45 horas, tomamos un camino, con indicador de madera al inicio, que transita por bello bosque de robles y carrascas y lleva a Mediano, una casa deshabitada a la que llegamos al cabo de media hora.

Tras una breve parada, continuamos en dirección al norte hasta encontrarnos con el PR-HU139, sendero que da la vuelta a la Peña Montañesa. Al poco de tomarlo, nos desviamos unos metros a la derecha para entrar en una bonita cueva llamada Espluga d’o Forato, ambos términos, “espluga” y “forato”, significan “cueva”. Seguimos por el PR y desembocamos en una pista que seguimos hasta el monasterio de San Victorián, uno de más antiguos de España por su origen medieval, tal vez visigótico. Allí hicimos una breve parada antes de tomar el camino que desde este punto, con poste indicador, asciende hasta La Espelunga, situada 2,1 km más arriba.

Pasamos por una zona de margas y llegamos a la ermita de San Antón, con vistosas pinturas en su interior. A partir de aquí, el camino acentúa su subida. Cruzamos el barranco La Banera, dejamos a la izquierda la Piedra de San Victorián y el Corral de los Caballos y llegamos a La Espelunga. Situado a 1370 m. de altitud, es este un sorprendente lugar en perfecta simboisis con la cortada rocosa en que se halla enclavado. Se trata de un conjunto constituido por la casa del ermitaño y la ermita, ubicada ésta en el interior de una cueva con una elevada cúpula natural en forma acampanada. La construcción actual parece datar del siglo XVI y fue restaurada entre los años 2009 y 2010. Allí hicimos una larga parada, disfrutando del lugar y de sus magníficas vistas. Nos hicimos una foto de grupo dentro de la ermita e iniciamos el descenso.

Volvimos al monasterio de San Victorián y desde allí descendimos por pista de tierra y, ya sin pasar por la casa de Mediano, llegamos a Moliniás, donde terminamos la excursión. Fueron 12 km de recorrido, con 780 m. de desnivel acumulado. Invertimos cuatro horas y media con las paradas. En una mañana con algo de frío al inicio, pero con mucho sol y temperaturas más altas de lo normal para la época en que estamos durante casi todo el itinerario.       

sábado, 5 de febrero de 2022

LA SAL DE TODOS LOS OLVIDOS


“La sal de todos los olvidos” es la última novela de Yasmina Khadra (Kenadsa, Argelia, 1955), pseudónimo literario del escritor argelino Mohammed Moulessehoul, actualmente residente en Francia y posiblemente el escritor actual en lengua francesa que más libros vende en todo el mundo. Tras publicar sus seis primeras novelas con su verdadero nombre, Moulessehoul, que era por aquel entonces militar, y por un tiempo destinado en la lucha contra el terrorismo islámico, decidió ocultar su auténtica identidad y comenzó a firmar sus libros como Yasmina Khadra, el nombre de soltera de su esposa. Desvelado su nombre real, abandonó el ejército, en el que había alcanzado el grado de comandante, y desde el año 2000 se dedica profesionalmente a la literatura. Ha escrito todos sus libros en francés y trasladó a Francia su lugar de residencia, aunque cada vez más descontento con el trato que recibe en el país vecino, pasa muchas temporadas en España, en la costa alicantina donde posee una casa.

Traducido a más de cuarenta idiomas, Yasmina Khadra ha publicado una treintena de novelas, algunas de ellas adaptadas al cine, y ha recibido numerosos premios literarios en diversos países. Entre sus obras más destacadas –varias reseñadas en esta sección–, figuran las tres novelas de la “Trilogía de Argel”, “El atentado”, "Las golondrinas de Kabul", "Lo que el día debe a la noche" o "Las sirenas de Bagdad". “La sal de todos los olvidos” ha sido recientemente editada en España por Alianza Editorial, que ha publicado aquí la mayor parte de sus novelas, con traducción del francés de Wenceslao-Carlos Lozano.

“La sal de todos los olvidos” transcurre íntegramente en Argelia, durante los años 60 del pasado siglo XX. En la época postcolonial, en los años inmediatamente posteriores a la independencia de Argelia, tras la guerra entre el FNL y el ejército francés que finalizó en 1962 tras miles de muertos por ambos bandos. La novela termina el 19 de junio de 1965, día en que se produjo el golpe de estado contra el presidente Ben Bella. El contexto histórico del relato dibuja una Argelia destruida por la guerra, muy atrasada y con una población en su mayor parte analfabeta y, sobre todo en las zonas rurales, aferrada a unas costumbres muy arraigadas, refractarias a cualquier intento de modernización. Por otro lado, aunque hay nuevos dirigentes que tienen buenas intenciones, se critica la corrupción y la tiranía de algunos de los miembros del FNL que acaban de acceder al poder. El desencanto con la revolución es evidente.

El protagonista de la novela Adem Naït-Gacem, un maestro cuya vida se derrumba cuando su mujer, Dalal, lo abandona por otro hombre. Eso es muy poco frecuente en Argelia y supone para el joven maestro una humillación que no logra superar. Destrozado, Adem abandona su trabajo, se da a la bebida y  empieza a errar por el país como un vagabundo que, resentido contra todo y todos, malvive por las calles de diferentes pueblos y ciudades. En el camino irá conociendo a diversos personajes, de los que el más interesante es el enano Mika, que vive en una cueva y cree en la amistad y la busca continuamente pese a las numerosas decepciones y humillaciones que recibe. También aparecen un músico ciego de profético cantar, un psiquiatra que lee a Gógol y Pushkin, veteranos marcados por la guerra, presidiaros convalecientes... Posteriormente, Adem llegará a la casa de unos granjeros donde vive un matrimonio sometido al chantaje de un capitoste corrupto del FNL. Adem intentará ayudarles y vivirá una nueva situación vital y emocional que lo pondrá a prueba.

“La sal de todos los olvidos” es una novela de estructura clásica, cronológicamente lineal y con un personaje itinerante a la manera cervantina. Con rasgos de un cierto naturalismo y algunas reminiscencias de las novelas de Emile Zola o del gran escritor egipcio Naguib Mahfuz. Es, en buena medida, un verdadero descenso a los infiernos de la depresión y los bajos mundos y un recorrido por la Argelia que sale de la tutela colonial francesa e inicia un camino nuevo que se adivina incierto y lleva ya dentro el germen de la desilusión y el fracaso que se acabarán consumando. Desde el punto de vista político, pero también de las relaciones, las emociones y las pasiones humanas, la novela es, en general, pesimista y oscura. Aunque como contrapunto tenga una importante presencia un personaje tan optimista como el enano Mika y un músico ciego cante en un momento del relato esta canción con su laúd: Si tu mundo te decepciona/ que sepas que hay otros en la vida/ Seca el mar y camina/ sobre la sal de todos los olvidos/Seca el mar y camina/ Sobre todo no te detengas/ Y cuenta lo que andas buscando/ a cada una de tus zancadas.

Yasmina Khadra, o Mohammed Moulessehoul, ha vuelto a demostrar su maestría y oficio literario en esta excelente novela, que se lee con facilidad e interés creciente. Aunque, según recientes entrevistas, el escritor esté atravesando un momento de desánimo y anuncia su retirada como narrador tras la publicación de dos próximas novelas, esperemos que reconsidere sus planes y nos siga haciendo disfrutar con muchas más en el futuro. Somos muchos los lectores de todo el mundo que esperamos con impaciencia la publicación de nuevas obras suyas y, a la vista de la novela que acabamos de reseñar, no parece asomar por ningún lado indicio alguno de declive en su prodigiosa y fértil creatividad literaria.

“La sal de todos los olvidos”. Yasmina Khadra. Alianza Editorial. 2021. 280 páginas.


 

miércoles, 2 de febrero de 2022

ASCENSIÓN AL PICO DEL ÁGUILA POR SANTOLARIETA Y LA ERMITA DE ORDÁS



El pasado domingo, el Centro Excursionista Ribagorza organizó una excursión al pico del Águila, en la comarca de la Hoya de Huesca. Fue un largo itinerario de 21 km, en el que pasamos por Santolarieta, el abrigo de las covachas de la Raja y sus pinturas rupestres, el pozo de hielo del Paco de la Pinosa, el observatorio de aves y comedero de buitres, el pico Tiacuto y la ermita de Nuestra Señora de Ordás. Aunque hizo frío en el inicio matinal, luego el día fue muy soleado y con una temperatura prácticamente primaveral durante casi todo el recorrido.

Los diecinueve participantes en la actividad salimos de Graus en nuestros vehículos para dirigirnos al punto de encuentro e inicio de la excursión: el cruce de Nueno a Sabayés, a la derecha de la N-330 o Autovía Mudéjar. Allí, tras una hora de viaje, en una pista lateral a la izquierda, asfaltada en sus primeros metros, aparcamos los coches y comenzamos nuestra excursión andando. En dirección al este, y con bonitas vistas de Nueno y Gratal a nuestras espaldas, fuimos hasta Santolarieta, pueblo al que llegamos en algo menos de hora y media y donde hicimos una breve parada.

Desde Santolarieta, seguimos por un sendero en subida y a la media hora pasamos por el abrigo de la Raja, una oquedad en la roca que alberga algunas pinturas rupestres. Poco después, nos desviamos a la derecha para ver el pozo de hielo del Paco de la Pinosa. Un paco es un lugar sombrío, una “deformación” de opaco, que no deja pasar la luz; en este caso, la luz solar. Vimos el pozo y regresamos al camino. Al llegar a una pista, seguimos en dirección al observatorio de aves y comedero de buitres. Allí, encontramos a bastante gente, algunos con cámaras fotográficas con potentes teleobjetivos, esperando el momento en que daban la comida a los buitres, que se abalanzaron en gran número sobre ella.

Desde allí, subimos al pico Tiacuto, a 1373 m. de altitud, desde donde disfrutamos de excelentes vistas. Volvimos a bajar al observatorio de aves y continuamos camino en dirección a los restos del castillo, el refugio y la ermita de Ordás, cuyo interior visitamos. A partir de allí, y ya con mucho sol y calor, el sendero incrementa su subida hasta la cima del pico del Águila, situada a 1623 m. de altitud. Llegamos a ella sobre las 14.30 horas. Hicimos la parada de la comida, disfrutamos de las magníficas vistas del Pirineo y nos hicimos una foto de grupo.

La vuelta fue de manera más rápida, yendo ya directamente a Santolarieta, donde realizamos una nueva parada. Sobre todo, para coger agua de su fuente, pues con el calor algunos habíamos bebido toda la que llevábamos. Sobre las 17.30 horas, llegamos al lugar donde habíamos dejado los coches y terminamos la excursión. Habían sido 21 km con 1255 m. de desnivel acumulado. El punto más alto del recorrido fueron los 1623 m. de la cima del pico del Águila y el más bajo, 730 m. Invertimos unas ocho horas y media con las paradas. A la vuelta, y tras una parada para tomar un refresco, llegamos a Graus a las 19.30 horas, doce horas después de la salida por la mañana.