Fiel a su costumbre de escribir prácticamente un libro al año, Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) acaba de publicar “La isla de la mujer dormida”, su última novela. Periodista, corresponsal de guerra durante más de veinte años, miembro destacado de la Real Academia Española de la Lengua, navegante, el escritor cartagenero es autor de más de una treintena de novelas y de centenares de artículos periodísticos. Polemista sin pelos en la lengua y libre del corsé de la corrección política imperante, con más de veinte millones de lectores en el mundo y traducido a más de cuarenta idiomas, Pérez-Reverte goza de un enorme éxito literario en nuestro país y de un gran reconocimiento internacional. Tras su brillante homenaje a Sherlock Holmes y a los relatos de misterio en “El problema final”, reseñada en esta sección el pasado año, con “La isla de la mujer dormida” el escritor cartagenero vuelve a la novela de aventuras en el mar. En este caso, con el telón de fondo de la Guerra Civil española, aunque su acción se sitúa lejos de nuestras fronteras.
“La isla de la mujer dormida” transcurre en 1937 en dos planos geográficos distintos: la pequeña isla griega del mar Egeo que da título al libro y la ciudad de Estambul. Durante la Guerra Civil española, la marina del bando nacional pone en marcha una operación encubierta en el mar Egeo para sabotear los envíos de armas desde la Unión Soviética a la Segunda República. Los ataques se realizan desde una lancha torpedera facilitada por los nazis, a cuyo mando se ha puesto a Miguel Jordán Kyriazis, español de madre griega, que ha trabajado como marino mercante y que, tras ser reclutado por el ejército y hacer un cursillo en Alemania, es ascendido directamente a teniente de navío. La tripulación a su cargo es mercenaria y variopinta en sus procedencias: un piloto griego, contrabandista, supersticioso y lobo de mar; un telegrafista inglés, ex alcohólico, irónico e irreverente que cita a Shakespeare con frecuencia; un torpedista holandés, desertor de la marina de su país; y otros tres marinos griegos y uno albanés.
La isla en la que se esconden es propiedad de un aristócrata griego, que vive en ella con su esposa, una mujer madura, antigua modelo, que aún retiene parte de la deslumbrante belleza que tuvo en su juventud. En los mares próximos a la isla, se desarrollarán los ataques de la torpedera, descritos pormenorizadamente con una prosa vívida y vigorosa y, como no podía ser de otro modo en el autor, un amplísimo despliegue de léxico marinero. Además de guerra y aventuras en el mar, en el reducido espacio isleño asistiremos a las turbias y morbosas relaciones del complejo triángulo amoroso que van a componer el desengañado aristócrata, un hombre culto y bibliófilo; su melancólica y vitalmente derrotada mujer; y el joven, serio, responsable y apuesto, teniente español, con un físico y unos rasgos más propios de un escandinavo.
En trama más breve y paralela, encontramos a dos espías españoles residentes en Estambul. Uno del bando franquista y otro del republicano. Ambos juegan al ajedrez y se sonsacan mutuamente informaciones para seguir en la ciudad disfrutando de sabrosas comidas, rematadas con el servicio de refinadas prostitutas turcas. El republicano tiene como patronas de su pensión a dos españolas anarquistas, aunque él sea comunista y esté bajo la minuciosa observación de un implacable y ceñudo comisario ruso. Hay, pues, además de aventuras en el mar, otros ingredientes en la novela como el espionaje y el amor. La canción francesa “Parlez-moi d’amour”, de Lucciene Boyer, muy popular en los años treinta, se cita con frecuencia en el libro y lo enmarca en su principio y su final.
“La isla de la mujer dormida” es, ante todo, una emocionante novela de aventuras, de hombres cuya primera patria es el mar, al que pertenecen por encima de ideologías, países y creencias. Desde luego, detrás de la historia contada está la pasión y la experiencia marineras de Pérez-Reverte y su gran bagaje de lecturas sobre el tema que acumula desde la infancia. Toda la extensa literatura del mar, desde Homero a la numerosa bibliografía de piratas y corsarios de diferentes épocas o de las hazañas bélicas de las guerras en los mares. Especial referencia merece la literatura de Joseph Conrad, nombrado varias veces en el libro, que se inicia con una cita suya, aunque no sea ésta marinera. Hay que decir que, como ha comentado el autor en algunas entrevistas, casi todo en la novela es ficción, desde la isla en que sucede hasta las acciones bélicas que en ella se narran, pues nunca hubo presencia militar española en la zona ni sabotajes organizados contra los barcos soviéticos que surcaban esas aguas con ayuda para la República. Todo lo ha diseñado con encaje, precisión y esmero el propio novelista.
Aventuras, mar, amor, guerra, emoción, intriga, magníficos personajes principal y secundarios, brillantes referencias literarias, trabajada estructura narrativa y… entretenimiento asegurado. Otra magnífica novela del prolífico y siempre exitoso Arturo Pérez-Reverte, que sigue contando historias convincentes y acentuando el adverbio “solo” y los pronombres demostrativos.
“La
isla de la mujer dormida”. Arturo Pérez-Reverte. Alfaguara. 2024. 416 páginas.