Laura Chivite (Pamplona, 1995) debutó en la literatura con el libro de relatos “Gente que ríe”, editado por Caballo de Troya en 2022 y ganador del Premio Ojo Crítico de Narrativa. Tres años después, ha publicado en Random House su primera novela, “El ataque de las cabras”, con la que parece consagrarse como una de las voces más brillantes y singulares de la joven literatura española. Chivite estudió Literatura Comparada en la Universidad de Granada y más tarde se especializó en la relación entre literatura y cine. Ha colaborado en publicaciones como “Cuadernos Hispanoamericanos” o en el programa de televisión “Un país para leerlo”. En la actualidad reside en Madrid y compagina la docencia y la escritura.
“El ataque de las cabras” es una novela que escapa a etiquetas literarias definitorias. Tiene mucho de novela de aprendizaje, lo que en inglés se denomina "Coming of age", el proceso de crecer desde la infancia o adolescencia hasta la edad adulta, un período de desarrollo interior, madurez y autodescubrimiento. La narradora se reencuentra casualmente en Madrid en una tarde lluviosa con su tía Lidia, hermana de su madre, en cuyo piso de Pamplona ella vivió diez años antes, cuando tenía dieciséis y cursaba bachillerato en un instituto próximo. Su tía se acababa de divorciar de su pareja femenina y vivía sola con su gato. La joven estudiante admiraba a esa tía “rara” y estaba fascinada por las conversaciones con sus amigas y las historias que le contaba. Esa relación entre tía y sobrina constituye el núcleo narrativo de la novela. Luego la narradora va a estudiar Literatura Comparada a la Universidad de Granada y posteriormente se instala en Madrid y va abandonando los sueños juveniles para adaptarse a la realidad adulta. Desde esa inaugurada madurez ve con otros ojos a su tía, que deja de ser la mujer idealizada en sus años de adolescente.
Podría pensarse que estamos ante otra novela de autoficción, pero la autora lo desmiente. Solo una parte del personaje es autobiográfica: “Hay fragmentos en los que ni siquiera me cae bien la narradora, la verdad. Y la familia que tiene no se parece en nada a la mía: ni sus padres, ni su abuela, ni nada. Pero luego, en la última parte de la novela, los últimos cinco capítulos sí que son mucho más autobiográficos: ella en Granada, estudiando literaturas comparadas. Todo este mundo tal y como se describe, y también el venir a Madrid. Eso es claramente mi vida. Entonces me gustaba jugar con la autoficción, pero de una manera tramposa, porque era solo a ratos”.
En una audacia narrativa que mezcla lo real con lo absurdo, en la novela se añade a este tronco realista y cotidiano una parte fantasiosa y casi surrealista: las tres fabulas protagonizadas por la insolente y cineasta cabra Juana, que la tía Lidia le cuenta a la joven narradora en tres episodios intercalados en el relato. Son los únicos momentos en los que Lidia tiene voz propia, pues en el resto de la novela siempre la vemos a través de los ojos de su sobrina. En el proceso de maduración que obliga a tomar decisiones, las fabulas terminan con tres opciones que se le ofrecen a la joven para que elija una sola respuesta. Ese ataque de las cabras que da título al libro es explicado por la autora de esta manera: “Luego hay un fragmento en el que la tía Lidia está totalmente desquiciada y muy triste, y fantasea con un montón de cabras arrasando con absolutamente todo, con una destrucción del mundo tal y como lo conocemos. El ataque de las cabras hace referencia a ese momento, a ese anhelo que a veces se tiene de que todo se destruya para poder empezar de nuevo. Para que algo pueda nacer, primero tiene que destruirse tal y como se conocía”.
“El ataque de las cabras” es también un libro de familia –la “rara” familia de la joven narradora sin nombre– y un libro de mujeres, pues prácticamente lo son todos los personajes de la novela: la corajuda abuela Refugio; la madre Irene; la tía Lidia y sus amigas; María, la novia de la narradora; o la sentenciosa Sheila, su profesora de cerámica. El único hombre es el vampírico tío Antonio, al que su sobrina se encuentra en la noche madrileña. Aunque se presente un universo femenino, en cierta medida “queer” o lésbico, no hay en él hostilidad hacia los hombres. Sí hay en la autora una atracción por lo raro y lo fantasioso. Incluso en la parte más realista de la novela. Como en esos momentos en que la tía Lidia, en sus crisis depresivas, tiene poderes paranormales en lo que denomina “telequinesis melancólica”.
La madurez, como sinónimo de desencanto, aceptación o fatalismo se va apoderando de la parte final de la novela: “En el mediodía de un martes de febrero la realidad te golpea con su viejo bastón de apabullante honestidad y te demuestra que sí: que aunque tengas gustos diferentes, y hayas logrado huir de tu ciudad, y te expreses de otro modo, y sepas bailar, eres como tu madre, como tu abuela, como tu bisabuela. O al menos arrastras el mismo dolor que ellas, lo has heredado, y eso es casi lo mismo que ser como ellas”.
Construida con una estructura fragmentaria y sin un orden cronológico lineal, “El ataque de las cabras” está muy bien escrita y muestra las notables dotes literarias de su autora. Con solo dos libros publicados, Laura Chivite es ya una de las voces más prometedoras de la nueva narrativa hispana. Esperemos que no se cierre en universos literarios limitados y confirme las esperanzas en ella depositadas.
“El
ataque de las cabras”. Laura Chivite. Random House. 2025. 176 páginas
No hay comentarios:
Publicar un comentario