sábado, 22 de mayo de 2010

LA BIBLIA SEGÚN SARAMAGO

Caín. José Saramago. Alfaguara. 2009. 189 páginas.

José Saramago es uno de los escritores más conocidos por el público lector de nuestro país. Sus libros, cada vez más frecuentes en los últimos años, tienen una amplia difusión y un considerable éxito de ventas. Así ha ocurrido de nuevo con Caín, su novela más reciente, de la que ya se han hecho varias ediciones desde su aparición a finales de 2009.


En esta novela, el escritor portugués vuelve a tomar como punto de partida un texto religioso o sagrado. Si hace casi veinte años en su polémico El Evangelio según Jesucristo fue el Nuevo Testamento, en esta ocasión se trata de la Biblia, tal vez el libro más influyente en la historia de la humanidad. Caín se inicia con la expulsión de Adán y Eva del paraíso terrenal y con la muerte de Abel a manos de su hermano. A partir de este momento, Caín, estigmatizado por Dios por el crimen cometido, es condenado a vagar por el mundo sin lograr asentarse en parte alguna. En su peregrinar de un sitio a otro va a ser testigo de algunos de los principales sucesos narrados en los textos bíblicos: el in extremis abortado sacrificio de Isaac por parte de su padre Abraham, la completa destrucción de las ciudades de Sodoma y Gomorra, las terribles penalidades a las que es sometido el pacientísimo Job, la ascensión de Moisés al Monte Sinaí o la construcción del arca de Noé y el posterior diluvio universal que anegó el mundo. En su destierro Caín vivirá también, en la llamada tierra de Nod, una apasionada relación carnal con la sensual Lilith.


No hay duda de que leída en su literalidad, como parece haber hecho Saramago, la Biblia cuenta muchas historias que resultan incoherentes para la lógica y la racionalidad actuales. Además, es cierto que su protagonista, Dios o Yahvé, se muestra casi siempre como un ser extremadamente caprichoso y cruel. Y esto último es sobre todo lo que Saramago, a través de Caín, le recrimina a ese dios bíblico que es capaz de proponer a un padre sacrificar a su propio hijo para probar su obediencia o de arrasar por completo una ciudad por el comportamiento equivocado de algunos de sus habitantes.


Dejando de lado los aspectos polémicos que inevitablemente comporta el tema elegido, la novela está narrada con una escritura precisa, fluida y estéticamente atractiva. Contiene también, claro está, acentuadas dosis de ironía y crítica que tal vez puedan herir algunas susceptibilidades, tan a flor de piel en estos asuntos divinos. Probablemente Caín gustará más o menos a los lectores según atiendan éstos a sus creencias religiosas o a unos criterios exclusivamente literarios.


Carlos Bravo Suárez

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Se atrevería Saramago a burlarse de El Corán?

carlos bravo suarez dijo...

Pues no lo sé, pero desde luego criticar El Corán entraña muchos más riesgos que hacerlo con la Biblia.