La isla de Bowen. César Mallorquí.
Edebé. 2012. 510 páginas.
No hay demasiada
tradición de novelas de aventuras en la literatura española. Entre los grandes
clásicos del género no figuran muchos libros escritos originalmente en nuestra
lengua. Sin duda, César Mallorquí (Barcelona, 1953) ha disfrutado con la lectura
de algunos de esos clásicos, sobre todo con Julio Verne, Arthur Conan Doyle o
H. G. Wells, y ha querido rendirles un homenaje en su última novela La isla de
Bowen.
César Mallorquí –hijo de José Mallorquí, creador en los
años 40 del popular personaje de El Coyote– es un prolífico escritor cuyas
obras suelen inscribirse dentro de la literatura para jóvenes. Con La isla de
Bowen, Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 2013, el autor
barcelonés ha escrito una magnífica novela de aventuras, la mejor probablemente
de su ya larga carrera literaria.
En el año 1920, el joven fotógrafo Samuel Durango es
contratado por el profesor Ulises Zarco, director de la sociedad geográfica
SIGMA, como integrante de la expedición del Saint
Michel, un barco que se dirige a
la isla de Bowen, situada dentro del Círculo Polar Ártico, en busca del
aventurero inglés John Faraday, desaparecido en una anterior expedición a la
zona. En el Saint Michel, cuyo
capitán se llama Gabriel Verne, viajan también la esposa y la hija de Faraday.
En las remotas costas noruegas los tripulantes del barco vivirán trepidantes y
sorprendentes aventuras, certeramente administradas en el libro con los mejores
recursos de las novelas del género.
La isla de Bowen está dirigida especialmente a los
jóvenes, pero, como todos los buenos libros, puede ser disfrutada por los
lectores de cualquier edad. Los guiños a los clásicos del género son abundantes
en una historia que pretende recuperar las esencias de la literatura de
aventuras. Desde el nombre del capitán del barco hasta las incorporaciones al relato
de personajes reales, como Arthur Conan Doyle o Roadl Admunsen, o literarios, como Phileas Fogg o el capitán
Nemo. Aunque no únicamente, Julio Verne es sin duda el principal modelo
literario de La isla de Bowen, que mezcla las aventuras en el mar, la
presencia de un antagonista codicioso y perseguidor, el misterio de extrañas
civilizaciones y otras culturas, la ciencia-ficción y un par de historias
amorosas. Al predominante narrador externo omnisciente en tercera persona se le
une ocasionalmente el breve diario personal del joven fotógrafo.
El libro tiene más de quinientas páginas, pero puedo dar
fe de que su amenidad y estilo ágil enganchan con fuerza al lector, que queda
atrapado por una bien hilvanada y entretenida sucesión de aventuras llenas de
intriga y acción. Y, desde luego, si las leyó en su juventud, al lector de
cierta edad le llegarán numerosos ecos de algunas de las mejores novelas del
gran Julio Verne: La isla misteriosa, Veinte mil leguas de viaje submarino,
Viaje al centro de la Tierra, Los
hijos del capitán Grant o La vuelta al mundo en ochenta días. Clásicos
eternos de la mejor literatura de aventuras.
Carlos
Bravo Suárez
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