jueves, 12 de junio de 2014

DE CASTIGALEU A MONTAÑANA









Voy a describir aquí el tramo más oriental del GR-1 aragonés, el que une las poblaciones ribagorzanas de Castigaleu y Montañana, caminando en dirección al este, hasta llegar prácticamente al límite entre las comunidades de Aragón y Cataluña.

Castigaleu es un pequeño pueblo casi equidistante de Graus y Benabarre. Desde Graus se accede por carretera pasando por Lascuarre; desde Benabarre, se llega por Tolva y Luzás. Su construcción más destacada es la iglesia parroquial de San Martín, de estilo gótico-renacentista. En la parte baja del pueblo, encontramos la coqueta ermita románica de San Miguel.

Nuestra excursión comienza en la plaza de Castigaleu, delante de la iglesia, junto a un panel informativo sobre los senderos de la zona. Por unas escaleras abiertas en un muro, bajamos a la carretera y la atravesamos para seguir un camino que desciende hasta el río Cajigar. Aquí se bifurcan el GR-18 y el GR-1 que vienen juntos desde Luzás. Para seguir el GR-1, debemos cruzar el río que suele llevar poco caudal y se vadea sin problemas. En la otra orilla, el sendero asciende entre paredes de piedras –estas y los bosques de robles serán dos constantes de la excursión– hasta desembocar en una pista que, por la izquierda, se dirige a las casas en ruinas de la antigua aldea de La Menlla. Antes de llegar a ellas, en un punto en que las marcas están algo borradas y puede haber confusión, hay que tomar, a la derecha, otro camino entre muros que asciende hacia un pequeño collado y baja después al barranco de Subirana. Tras cruzarlo, subimos de nuevo hasta un campo de labor que bordearemos por su linde norte, a nuestra izquierda. Enseguida llegaremos a la ermita de San Antonio,  perteneciente ya a Monesma. Fue restaurada en 2005, tiene un amplio porche y se encuentra en un lugar muy acogedor junto a varios robles centenarios.

Desde la ermita, el camino desciende hasta la carretera que va de Castigaleu a Monesma y Cajigar. La atravesamos y seguimos bajando unos metros hasta el barranco de San Antonio, que cruzamos junto a una pequeña cascada. El camino vuelve a subir y, siempre atentos a las marcas, nos lleva en una media hora hasta el núcleo despoblado de Las Badías. Las Badías fue la capital administrativa del disperso municipio de Monesma, un conjunto de pequeñas aldeas diseminadas por un extenso y hoy despoblado territorio. Pascual Madoz, en su famoso Diccionario Geográfico de 1850, cifra en treinta y dos su número de casas en aquel tiempo. Las Badías, además de tres viviendas de vecinos, albergaba el ayuntamiento o concejo, la escuela, la iglesia parroquial del siglo XVIII y el cementerio, hoy todavía en uso. El conjunto de edificios forma una bonita plaza que conserva algunos viejos bancos de piedra, testigos seguramente de animadas tertulias en otros tiempos.

Salimos de Las Badías por la carretera que hasta allí accede desde El Noguero y, de inmediato, a la derecha, tomamos una pista agrícola en cuyo arranque veremos un panel informativo. No tardamos en desviarnos, a nuestra izquierda, por un sendero que diagonalmente asciende por la ladera terrosa del desnudo tozal de Monesma. Al final de la subida, llegamos a El Puyol (1140 m.), aldea de cinco casas, una de las cuales aún permanece habitada. El actual trazado del GR-1 no pasa por el castillo de Monesma, pero su visita nos parece obligada. Desde El Pujol, arranca una pista a la izquierda que en un escaso cuarto de hora nos conduce a sus restos.

En lo alto del tozal, a 1232 metros de altitud, encontramos lo poco que se conserva de lo que fue un recinto amurallado con forma ovalada y orientación norte-sur. De las paredes que rodeaban la fortaleza, posiblemente levantada en el siglo XI, sólo quedan algunas piedras caídas. En el extremo sur del recinto, pueden verse los escasos restos de la torre de vigilancia del castillo. En el extremo norte, queda una parte del ábside románico de la antigua iglesia castrense, que probablemente se integraría en el perímetro de la muralla. El ábside conserva una bonita ventana en su centro. Cerca de los restos de esta vieja iglesia se levanta la ermita de Santa Valdesca, de construcción muy posterior.

Para continuar nuestro recorrido, debemos retornar a El Puyol y desde allí iniciar el descenso hacia un cruce de caminos donde encontramos un pilaret o peirón. Desde aquí tomaremos una pista que cruza entre las sierras de Pallaroa y Chiró. Tras un rato de bajada, llegaremos al antiguo santuario de Nuestra Señora de la Pallaroa, un conjunto de edificios entre los que destaca la iglesia, probablemente del siglo XVII, con un atrio con tres arcos que servía de esconjuradero para la protección de los campos. Junto a la iglesia se conservan la casa del ermitaño y algunas otras dependencias secundarias. La Pallaroa fue sin duda en otros tiempos un importante lugar de paso.

Desde aquí, el camino desciende y bordea por el lado izquierdo un extenso campo de labor. Siguiendo en dirección al este, veremos sobre un cerro la aldea despoblada de La Mora de Montañana. Hasta hace un tiempo el GR-1 pasaba junto a su caserío en ruinas. En la actualidad, el sendero ya no asciende hacia el poblado, una de cuyas casas ha sido restaurada, sino que bordea el cerro sobre el que se levanta. Atentos a las señales rojiblancas, llegaremos a un bonito camino enmarcado por muros de piedras. Encontraremos sucesivos bosques de robles y pasaremos por varias parideras para el ganado. A nuestra izquierda veremos el profundo tajo que abre el barranco de San Juan y muy pronto asomará a lo lejos la magnífica torre de la iglesia románica de Santa María de Baldós.

Después de muchos años de olvido, Montañana es hoy uno de los lugares más conocidos de la comarca de la Ribagorza. Se trata sin duda de un extraordinario conjunto medieval, bien restaurado en fechas recientes y todavía pendiente de nuevas actuaciones. Nuestra excursión entra en el pueblo por la iglesia de Nuestra Señora de Baldós y va descendiendo hasta visitar finalmente la ermita de San Juan, al otro lado del barranco homónimo.

Un detenido paseo por el núcleo medieval de Montañana es un broche de oro para la excursión que acabamos de proponer.

Desde Montañana, el GR-1 continúa unos dos kilómetros hasta Puente o Pont de Montañana, donde cruza la N-230 y pasa a la margen izquierda del río Noguera Ribagorzana. Ya en Cataluña, continúa hacia el congosto de Monrebei, donde un nuevo puente permite el paso al lado aragonés y acceder a las famosas pasarelas que conducen hacia el refugio de Montfalcó.

Datos útiles: Distancia: alrededor de 17 km. Tiempo: unas cinco horas. Desnivel: Castigaleu (841 m.) – Las Badías (1.063 m.) – Castillo de Monesma (1232 m.) – Montañana (550 m.). Itinerario con algunos tramos mal marcados que obligan a extremar la atención.


Carlos Bravo Suárez

Fotos: Las Badías de Monesma, Castigaleu, Castillo de Monesma, Santa María de Baldós de Montañana -desde el sendero GR-1 que viene de Castigaleu y desde la parte baja de Montañana y Ermita de San Juan de Montañana.

(Artículo publicado hoy -12-6-2014- en el suplemento "Aragón, un país de montañas", de Heraldo de Aragón) 

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