Como la falta de nieve impidió
realizar la actividad de raquetas inicialmente prevista en el
calendario oficial, el Centro Excursionista Ribagorza organizó el
pasado domingo una salida por la sierra de Güel en la que
participamos una veintena de personas. Tras reunirnos a las ocho de
la mañana en la Glorieta Joaquín Costa de Graus, nos distribuimos
en nuestros vehículos para desplazamos por carretera (en no muy buen
estado en alguno de sus tramos) hasta la pequeña explanada situada
junto al castillo de Fantova, a 16 km de la capital ribagorzana.
Con las magníficas vistas de esta
importante fortaleza medieval a nuestras espaldas, poco antes de las
nueve de la mañana, iniciamos la excursión junto a la casa Turmo, a
unos 950 m de altitud. Siempre por pista de tierra, y con tramos
blancos de escarcha cristalina en las zonas más umbrías del camino,
dejamos a nuestra izquierda la casa Collada y los despoblados
Bafalluy y Erdao o Yardo y ascendimos por bosque mixto en dirección
a los morrones orientales de la sierra de Güel. Después de pasar
junto a un pequeño refugio forestal, situado a la izquierda del
camino, salimos pronto a espacios más abiertos en los que
disfrutamos de las primeras y agradables caricias del sol de la
mañana. En continua subida, nos salimos del camino por nuestra
derecha para acercarnos a los escarpados promontorios rocosos,
conocidos como los morrones de Güel, que confieren a esta sierra su
silueta característica.
En uno de estos morrones, situado a
1404 m de altitud, se encuentra un vértice geodésico. En ese punto,
con magníficas vistas del valle del Isábena, observamos a varios
buitres volando por debajo de nosotros y vimos algunas de las casas
del diseminado núcleo de Güel. En lo alto de un cerro,
distinguíamos con claridad el pequeño caserío de Roda de Isábena
en torno a su magnífica catedral. Retornamos a la pista y ascendimos
buscando el punto más alto de la sierra, en esta zona también
conocida como sierra de Esdolomada. Caminando entre verdes erizones,
llegamos a la que estimamos como su cima, que, según nuestro GPS, se
encuentra a una altitud de 1444 m. Cotiella y el Turbón, con poca
nieve para las fechas, presidían nuestro horizonte septentrional.
En una amplia panorámica,
identificamos pequeñas localidades ribagorzanas como Merli,
Carrasquero, Serraduy o Calvera, con la silueta de la sierra de Sis y
su mallo conocido como Brocoló o Tozal de los Moros perfilándose al
este de nuestra ubicación. Con un sol magnífico y una agradable
temperatura, disfrutamos un buen rato del lugar y de sus vistas y
emprendimos el camino de regreso por el mismo itinerario por el que
habíamos ascendido, pero ya sin asomarnos a los morrones. En la
bajada, reconocimos algunos despoblados situados a nuestro oeste.
Además de los ya citados Yardo y Bafalluy, identificamos las ruinas
de Torroella de Aragón y Abenozas y, algo más alejadas, las de
Aguilar y su casi imperceptible ermita de San Saturnino en la elevada
ladera meridional de la sierra de Galirón. Desde diferentes
perspectivas, disfrutamos también de excelentes vistas de la torre
del castillo de Fantova y su ermita de Santa Cecilia.
Eran casi las 15 horas cuando
llegamos de nuevo a la casa Turmo donde habíamos dejado los coches.
Habían sido unas seis horas de excursión, con más de una hora de
paradas, y algo más de veinte kilómetros de recorrido. La sierra de
Güel y sus recortados morrones habían sido el magnífico marco de
la primera excursión oficial del Centro Excursionista Ribagorza en
el nuevo año 2017.
Carlos
Bravo Suárez
Artículo publicado hoy en Diario del Alto Aragón.
Fotos: Grupo en la cima, cerca de la cima con Cotiella enfrente, el castillo de Fantova, Yardo o Erdao, Bafalluy, castillo de Fantova (dos fotos más), el Turbón y Merli, Merli, Roda de Isábena, el Brocoló o Tozal de los Moros, escarcha, camino con escarcha y grupo en el vértice geodésico del morrón de Guüel.
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