domingo, 2 de junio de 2019

LA TOMA DE LA BASTILLA


El pasado año reseñamos en esta sección ”El orden del día”, novela con la que Éric Vuillard (Lyon, 1968) obtuvo el Premio Goncourt en Francia y logró un gran éxito literario en toda Europa. No ha tardado mucho el escritor francés en editar un nuevo libro que sigue en gran medida las pautas de su exitosa narración anterior. De nuevo estamos ante una novela breve, de menos de doscientas páginas, inspirada en unos hechos de gran trascendencia histórica. Si antes fue el ascenso de Hitler al poder y la anexión germana de Austria, ahora se trata de contar el estallido de la Revolución Francesa y la toma de La Bastilla el 14 de julio de 1789. “14 de julio” también ha sido publicada en España por Tusquets y cuenta nuevamente con la traducción de Javier Albiñana.

La novela arranca con el recorte de salarios de la fábrica parisina de manufacturas Reveillon, que le sirve al autor para mostrar el descontento y las estrecheces que sufría buena parte del pueblo llano en un momento en que una gran hambruna azotaba Francia. París contaba entonces con seiscientos mil habitantes, de los que ochenta mil carecían de trabajo y recursos. En las protestas del 28 de abril de 1789, una multitud hambrienta y desesperada logra entrar en la mansión de los Réveillon, que es violentamente saqueada. La revuelta es reprimida con inusitada crueldad por gendarmes y soldados que ocasionan una tremenda matanza. Se pone luego el foco en el contraste entre el lujo y la buena vida en la corte palaciega de Versalles y las penalidades sufridas por la mayor parte de la población. También en la desastrosa situación económica del país, al borde de la bancarrota, con una deuda disparada y un sangrante aumento de los impuestos que abrasan al pueblo llano y a los pequeños comerciantes mientras los príncipes y la realeza no se privaban de nada.

Pero el grueso del relato narra con detalle los hechos sucedidos el 14 de julio de 1789 que culminaron con la toma de La Bastilla, fortaleza que constituía todo un símbolo del poder real y del antiguo régimen. Vuillard intenta poner algunos nombres y oficios, registrados en archivos de la época, a esa masa ingente y popular, por lo general anónima en los libros de historia, que se levantó ese día contra la injusticia y el poder reinantes y desbordó la ya escasa y minada capacidad de resistencia y contención de un régimen decadente que, aunque todavía aparentaba fortaleza, hacía tiempo que había comenzado a agonizar. “Dicen que aquel día se juntaron cerca de doscientas mil personas en torno al monstruo, lo que representa la mitad de la ciudad, sin contar a los recién nacidos, los ancianos y los enfermos; es decir, que está todo el mundo. Debe de ser un gentío fabuloso, una especie de totalidad. Lo nunca visto. La totalidad se nos escapa siempre. Pero allí, aquella mañana, aquel 14 de julio, hay hombres, mujeres, obreros, pequeños comerciantes, artesanos, incluso burgueses, estudiantes, pobres; y no faltarán numerosos rufianes de París, atraídos por el desorden y por la increíble ocasión, pero también, como todo el mundo, por algo más difícil de expresar, más imposible de perderse, más gozoso”. Se puede señalar como hecho curioso que de algunos de estos personajes se dice que hablan “patois”, una variedad lingüística que posiblemente tuviera muchos parecidos con el actual “patués”, todavía usado por algunos habitantes del valle de Benasque.

El propio autor definió la intención del libro en su presentación en Madrid: “No estamos ante una novela histórica sino ante el relato de los protagonistas de ese día que quedaron en el anonimato. Para mí, la literatura es un viaje hacia la realidad y lo que he querido reflejar es la realidad de esos días y, en especial, el del día 14 de julio”. A diferencia de “El orden del día”, donde hay algunos personajes concretos, aquí el protagonista es absolutamente colectivo. Una masa de gente que, sin partidos políticos ni organizaciones que la dirijan, protagoniza uno de los hechos históricos de mayor transcendencia política y social para las generaciones futuras.

No cabe duda de que Éric Vuillard ha intentado utilizar el mismo esquema narrativo que tanto éxito le proporcionó en su novela anterior. Por otro lado, en los sucesos históricos de ambos relatos se pueden encontrar tal vez algunos paralelismos con situaciones del presente y quién sabe si del futuro inmediato. En cualquier caso, siempre es bueno conocer mejor nuestra historia y aprender algo de ella. La lectura de estas narraciones breves y fluidas, pero en absoluto carentes de la precisión y el rigor necesarios, hacen sin duda más ameno y fácil ese aprendizaje.

“14 de julio”. Éric Vuillard. Tusquets Editores. 2018. 192 páginas.

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