viernes, 24 de septiembre de 2010

BARCELONA, AÑOS VEINTE


Una heredera de Barcelona. Sergio Vila-Sanjuán. Destino. 2010. 320 páginas.

Sergio Vila-Sanjuán (Barcelona, 1957) es un destacado periodista barcelonés que ha escrito en diferentes publicaciones de su ciudad y que actualmente dirige el suplemento Cultura/s del diario La Vanguardia, en el que cada semana firma una interesante columna. Aunque ha publicado diversos libros sobre el mundo editorial y cultural que tan bien conoce, “Una heredera de Barcelona” es su primera, y muy afortunada, incursión en la novela.

Perteneciente a una conocida saga de periodistas de la capital catalana, Sergio Vila-Sanjuán se inspiró para la creación del narrador y personaje central de su relato en la figura de su abuelo. Buceando entre el abundante material escrito que éste había dejado en su archivo, encontró un interesante filón del que tirar para escribir su libro. Para remarcar la condición novelesca del mismo, cambió el apellido de su ilustre antepasado convirtiéndolo en Pablo Villar. Este es, como aquél, un abogado y periodista políticamente conservador, monárquico y hombre de orden, pero también liberal y tolerante, que comulga con las ideas, para él socialmente avanzadas, del presidente Eduardo Dato, al que paradójicamente asesinó un anarquista catalán desplazado a Madrid para ese fin.

Una heredera de Barcelona es, sobre todo, una novela magníficamente ambientada en la capital catalana en los agitados y convulsos años veinte. Constituye un didáctico y ameno recorrido por diversos barrios de la ciudad, por sus pronunciados contrastes económicos, por sus diferentes clases sociales y sus grupos políticos. Con especial atención a una aristocracia barcelonesa, española y monárquica, que vive, en una cierta concomitancia narrativa con El gatopardo de Tomasi di Lampedusa, una decadencia otoñal previa a su desaparición. Conectados con esa clase social tan presente en la novela están su narrador protagonista y la mujer que le da título: Isabel Enrich, una joven soltera, rica e independiente, que usa su dinero para ganar su libertad pero también para ayudar a algunas causas sociales alejadas de su lujoso mundo.

El tercer personaje destacado de la novela es Ángel Lacalle, un sindicalista que representa la cara más moderada del anarquismo catalán, El movimiento anarquista, tan importante en la Barcelona de aquel tiempo, es presentado en sus múltiples facetas, en ocasiones casi antagónicas y enfrentadas entre sí. Un amplio espectro que va desde los violentos pistoleros partidarios de la acción directa hasta los grupos naturistas que cultivan un pacifismo “prehippie”, practican el nudismo y, en sus deseos de superar fronteras, estudian y enseñan el esperanto como lengua universal.

Todos esos ingredientes históricos aparecen perfectamente combinados en una novela amena y entretenida, estupendamente escrita y de fácil y cautivadora lectura.

Carlos Bravo Suárez

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