El
guardián invisible. Dolores Redondo. Destino. 2013. 436 páginas.
El guardián
invisible es uno de los libros que
más me han enganchado últimamente. Se trata de la segunda novela de Dolores
Redondo (San Sebastián, 1969) y la primera de una trilogía que tiene como
protagonista a la inspectora Amaia Salazar. La segunda entrega ya está
terminada y se titulará Legado en los
huesos, y la tercera, Ofrenda a la
tormenta, se halla en proceso de escritura. El guardián invisible va
a ser sin duda uno de los fenómenos editoriales de este año y sus derechos
cinematográficos han sido adquiridos por la misma productora que llevó a la
pantalla la trilogía Milenium del sueco Stieg Larsson.
El guardián invisible es una fascinante intriga, ambientada en el valle
navarro del Baztán, que narra el caso del macabro y ritual asesinato de varias
adolescentes cuya investigación dirige la inspectora Amaia Salazar, nacida en
la localidad de Elizondo donde transcurre la mayor parte del relato y donde
ella vivió una traumática infancia en el seno de una conocida familia de
pasteleros. Al ser puesta al frente del caso, la agente foral se reencuentra
con su tía y con sus dos hermanas y sus respectivas parejas. Y también con los
fantasmas de un pasado del que se había mantenido mucho tiempo alejada.
Aunque
en un primer momento pueda parecer que estamos ante una novela de género que
sigue el esquema habitual del policía que debe resolver una serie de asesinatos
macabros, El guardián invisible es
mucho más que una novela negra. En ella encontramos, perfectamente integradas
en el relato, muchas referencias a las tradiciones y las leyendas del valle del
Baztán y nos topamos con personajes de la mitología vasca como el basajaun, o
“señor de los bosques”, y la diosa Mari, ambos protectores de la exuberante
naturaleza que envuelve de magia y de misterio buena parte de la intrigante
narración. También hay sorgiñas y belagiles, que según nos explica el breve
glosario de palabras en eusquera que aparece al final del libro, son
denominaciones de ese idioma para referirse a las brujas.
Y,
por si todo lo anterior fuera poco, está la familia de Amaia Salazar: su madre
Rosario, desequilibrada y enferma; su marido James, un escultor americano que
adora a su mujer y también las fiestas de San Fermín; su tía Engrasi, amable,
divertida y echadora de las cartas del Tarot; y sus hermanas Flora y Ros, con
sus desgraciadas parejas Víctor y Freddy. Un cuadro familiar espléndidamente
logrado, que concede especial importancia a unas mujeres que llevan siempre la
voz cantante y encarnan en cierto modo el famoso matriarcado vasco.
No
hay espacio aquí para añadir más cosas sobre esta magnífica y absorbente novela
que nos deja con enormes ganas de leer las próximas entregas de la trilogía a
la que da inicio.
Carlos Bravo Suárez
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