Barrio
perdido. Patrick Modiano. Cabaret Voltaire. 2012. 220 páginas.
Afortunadamente,
en los últimos años se está publicando en España casi toda la obra narrativa de
Patrick Modiano. Hace unos meses celebrábamos aquí la reedición en nuestro país
de su Trilogía de la Ocupación , los tres
primeros libros del magnífico novelista francés nacido en 1945. Aunque ha sido
Anagrama la que ha difundido habitualmente su obra en castellano, otras
editoriales se están sumando últimamente a esa loable y todavía inacabada
labor. Una de ellas ha sido Cabaret Voltaire, que ha publicado recientemente Barrio perdido, una novela hasta ahora
inédita en España y cuya edición original francesa data del año 1984.
Barrio perdido contiene muchos de los elementos habituales en la
narrativa de Modiano. El protagonista y narrador del relato en primera persona es
Ambrose Guise, un escritor de éxito
casi cuarentón que vive en Londres, escribe novelas policiacas en serie y
disfruta de una cómoda, y algo convencional y aburrida, situación económica y
familiar. Guise es citado en París por el editor japonés de sus libros y en la
capital francesa se verá atrapado por los recuerdos de juventud. Ambrose Guise
es en realidad Jean Dekker, un parisino que a los veinte años tuvo que
abandonar su ciudad tras verse envuelto en una muerte violenta. En un guiño
literario que no pasa desapercibido al lector atento, Modiano hace nacer a su
protagonista en el mismo lugar y en la misma fecha en que él lo hizo.
Como en prácticamente todas sus novelas la ciudad
de París se convierte también aquí en protagonista. El narrador describe
calles, plazas, cafés y hoteles, sobre todo el distrito XVI, en dos momentos cronológicos
distintos, con veinte años de diferencia que muestran los cambios sufridos en
el paisaje urbano parisino.
De igual manera que en otras obras suyas, pululan
por la novela una serie de personajes extraños, noctámbulos en su mayoría,
solamente apuntados en los recuerdos del narrador, perdidos, como tantos otros
personajes modianescos, en los entresijos y recovecos de la memoria de juventud.
En este sentido, destaca el alucinante y obsesivo viaje de uno de esos
personajes siguiendo cada noche por las calles de París a un vehículo que cree
conducido por un antiguo amigo suyo que murió tiempo atrás.
Y, por descontado, quienes somos devotos lectores
de Modiano, disfrutamos también en Barrio
perdido de su prosa concisa y melancólica, siempre contenida y elegante, repleta
de sugerentes elipsis y de esbozos de línea fina. Algunos de sus detractores
acusan a Modiano de escribir siempre la misma novela, otros no nos cansamos
nunca de adentrarnos en su singular y
hermoso mundo literario, y esperamos con impaciencia la publicación en nuestro
país de sus libros, sean éstos presentes o pasados en su extensa bibliografía.
Carlos Bravo Suárez
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