Nada se opone a la noche. Delphine
de Vigan. Anagrama. 2012. 376 páginas.
Nada se opone a la noche ha tenido un enorme éxito en Francia. Ha logrado
numerosos premios literarios y ha alcanzado unas ventas de más de medio millón
de ejemplares. Su autora es Delphine de Vigan, nacida en Boulogne-Billancourt
en 1966 y residente en París, que había publicado anteriormente media docena de
novelas de las que creo que solo dos han sido hasta ahora traducidas al
español.
Nada se opone a la noche es una crónica familiar de una gran fuerza
literaria. En una cierta estructura circular, la novela comienza y finaliza con
el encuentro por parte de la narradora del cadáver de su madre que se ha suicidado.
A partir de este momento, la autora del libro inicia toda una investigación
para reconstruir la vida de Lucile, su progenitora, desde que era una niña cuya
precoz belleza le lleva a realizar numerosos anuncios publicitarios hasta su
caída en sucesivas crisis de locura que desembocan en su autodestrucción final.
En esa reconstrucción del pasado, se traza un recorrido cronológico a lo largo
de tres generaciones de una familia francesa en la que junto a momentos de
felicidad se viven varias tragedias y algunos episodios turbios y oscuros.
La
novela se divide en tres partes. En la primera, se narra en tercera persona la
infancia de Lucile y sus numerosos hermanos y la relación de todos ellos con
sus padres, Liane y Georges, los abuelos maternos de la narradora. En la
segunda parte, ahora en primera persona, se cuenta el nacimiento de la propia
Delphine y de su hermana y la inestable vida sentimental y laboral de su madre,
con su progresivo deslizamiento hacia el desequilibrio psicológico. En la
última parte, se narran los últimos años de Lucile, ya abuela, y la alternancia
de recuperaciones emocionales y momentos de decaimiento que hacen presagiar un
final que, en cualquier caso, el lector ya conoce desde el principio del
relato.
A
la vez que cuenta la historia de su familia, y más en particular de su madre,
la autora reflexiona sobre el propio proceso de creación de la novela y los
problemas, dudas e inquietudes que le surgen a la hora de abordar
literariamente todas las informaciones, que va recopilando a través de
diferentes fuentes, y sobre la conveniencia o no de publicar una realidad que a
veces se revela como demasiado escabrosa e íntima. En cualquier caso, Delphine
de Vigan, aun sabiendo que nunca nada es definitivamente cierto y pese a darle
a su historia la forma abierta a la ficción de una novela, parece no renunciar en
ningún momento a la búsqueda de la auténtica verdad familiar asumiendo todas sus consecuencias.
Escrita
en un estilo directo, con numerosos paralelismos y coordinaciones, Nada se opone a la noche –cuyo título
procede de la canción Osez Joséphine del
cantante francés Alain Bashung– parece
haber sido concebida como una confesión de intenciones catárticas por su
autora, que construye una magnífica historia familiar llena de autenticidad, realismo
y belleza.
Carlos
Bravo Suárez
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