Americana. Don DeLillo. Seix Barral.
2013. 505 páginas.
Hace
unas semanas escribí en esta sección una breve reseña de El ángel Esmeralda, el libro de cuentos de Don DeLillo publicado a
finales del pasado año en España. Terminaba aquellas líneas diciendo que los
lectores del autor estadounidense estábamos de enhorabuena porque en los
inicios de este 2013 se acababa de editar en nuestro país Americana, la primera novela de la larga y brillante carrera
literaria de DeLillo.
Americana apareció en Estados Unidos en el año 1971. Del libro
había una edición española de 1999 que es la que ahora recupera Seix Barral en
su labor de difusión de la obra del novelista neoyorquino, cuyo nombre suena
como posible candidato en las futuras ediciones del Premio Nobel.
Americana es una opera prima inusual por su calidad y su
fuerza literaria. Un libro de más de quinientas páginas en las que DeLillo se
revela como un escritor diferente, con una prosa que oscila entre el realismo y
lo poético y un universo literario singular y propio, con muchas referencias al
mundo de la imagen, al cine clásico y, en menor medida, a la música americana
contemporánea.
David
Bell es un joven de 28 años, rico, guapo y exitoso, que trabaja para una cadena
de televisión en la ciudad de Nueva York y lleva una intensa vida social entre
fiestas, sexo rápido e intrigas laborales. Su proyecto de rodar un documental con
los indios navajos de Arizona será la excusa que le permita alejarse de esa
vida rutinaria e insustancial de triunfador urbano. Con varios amigos, David
inicia un viaje por Estados Unidos en el que va rodando una larga película
personal sin ningún guión previo y con los personajes que se encuentra en el
camino como actores improvisados.
Americana no es un libro de lectura fácil en todas sus
páginas. Hay que situar la novela en su contexto histórico: con la guerra de
Vietnam, el movimiento hippie y la psicodelia y la fiebre de muchos jóvenes
americanos por recorrer el país en auto-stop. Tiempos en los que se pone de
moda En el camino, una novela escrita
dos décadas antes con la que Americana
tiene algunas cosas en común, aunque los enfoques de Kerouac y DeLillo sean muy
diferentes. El viaje de David Bell es en el fondo y en buena medida un viaje
interior y de desprendimiento. Así lo expresa el propio narrador cuando escribe
que va “en busca del reflejo de las sombras de mi imagen y de mi identidad”.
El
libro es también el inicio del largo trayecto literario de un escritor que, ya
cercano a los ochenta, aún parece tener la lucidez y energías suficientes para
entregarnos a sus lectores algunos buenos libros más.
Carlos Bravo Suárez
2 comentarios:
He decidido premiarte....Porque tu blog me gusta mucho!
Me alegra mucho volver a tener un comentario tuyo y te agradezco mucho tu premio y tu fidelidad. Me encantaría coincidir alguna vez contigo.
Publicar un comentario