“Manual
para mujeres de la limpieza”. Lucia Berlin. Alfaguara. 2016. 432
páginas.
Lucia
Berlin (Juneau,
Alaska, 1936 - Marina del Rey, California, 2004)
tuvo una vida de película. Hija de un ingeniero de minas y de una
madre alcohólica y racista, nació en Alaska, vivió parte de su
infancia en El Paso (Texas) con un estrafalario abuelo dentista, pasó
la adolescencia y primera juventud en Chile como una señorita de
clase alta, sufrió una escoliosis que le obligó durante años a
utilizar un corsé ortopédico, retornó a Estados Unidos y estudió
en la Universidad de Nuevo México donde tuvo como profesor a Ramón
J. Sender, se casó a los 19 años y tuvo dos niños, se divorció y
volvió a casarse con un músico de jazz al que abandonó por un
amigo de su marido también músico de jazz y que resultó ser adicto
a la heroína, tuvo otros dos hijos, pasó apuros económicos y
realizó diversos trabajos como mujer de la limpieza o recepcionista
en un centro médico, cayó en el alcoholismo y estuvo en varios
centros de desintoxicación, pasó un tiempo en México con una
hermana enferma terminal de cáncer de pulmón, vivió en una
autocaravana, trabajó como profesora en la Universidad de Colorado y
acabó viviendo en el garaje acondicionado como vivienda anexa de la
casa de uno de sus hijos en Los Ángeles, donde murió con un libro
en la mano a los 68 años.
Durante
todo ese tiempo, y siempre inspirada en sus propias vivencias, Lucia
Berlin escribió un total de 77 relatos breves. Aunque en vida
publicó varios libros en editoriales pequeñas y en algunas
revistas, su gran descubrimiento como escritora excepcional se
produjo el pasado año cuando la importante editorial Farrar Staus
and Giroux publicó en Estados Unidos “Manual para mujeres de la
limpieza”, una colección de sus mejores relatos que alcanzó
enseguida un enorme éxito de crítica y ventas. En España el libro
ha sido editado recientemente por Alfaguara con una espléndida
traducción de Eugenia Vázquez Nacarino.
“Manual
para mujeres de la limpieza” contiene 43 relatos, más de la mitad
de los que escribió su autora en vida, y toma el título de uno de
ellos, en el que Berlin cuenta sus experiencias en uno de sus empleos
eventuales como trabajadora de la limpieza a domicilio. Se trata de
unos relatos siempre conectados entre sí, que permiten seguir la
vida itinerante e intensa de Lucia Berlin desde la infancia hasta
prácticamente los días previos a su muerte. Son unas narraciones
deslumbrantes, magníficas, excepcionales, escritas con una mezcla de
intensidad, naturalidad y fluidez muy poco comunes. Combinando gran
variedad de recursos y con una prosa ágil y directa, Lucia Berlin
nos sumerge en unas experiencias vitales de gran dureza, donde
encontramos alcoholismo, adicción a drogas duras, sordidez o
marginación, pero también ternura, poesía, humor, melancolía y
lucha por la vida. Podríamos usar, y no sería equivocado, el viejo
término de realismo sucio para intentar etiquetar estos cuentos
excepcionales; aunque la literatura de esta escritora única y
extraordinaria no encaja del todo en ninguna etiqueta demasiado
reduccionista o encasilladora.
La completa edición de Alfaguara contiene dos prólogos: uno de la
escritora Lydia Davis y otro del editor Stephen Emerson. Davis
empieza el suyo con este certero y descriptivo párrafo: “Las
historias de Lucia Berlin son eléctricas, vibran y chisporrotean
como unos cables pelados al tocarse. Y la mente del lector, seducida,
fascinada, recibe la descarga, las sinapsis se disparan. Así nos
gusta estar cuando leemos. Con el cerebro en funcionamiento,
sintiendo latir el corazón”.
Aunque
hay influencias y conexiones literarias evidentes en la narrativa de
Berlin, tal vez sean dos las que más destaquen entre todas ellas: el
clásico Chejov y el contemporáneo y paisano Raymond Carver. En
cualquier caso, hay que insistir en la condición única de las
historias de Lucia Berlin. Y concluir afirmando, sin temor a
exagerar, que constituye sin duda uno de los grandes descubrimientos
literarios de los últimos tiempos.
Carlos
Bravo Suárez
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