El desorden que dejas”. Carlos Montero. Espasa. 2016. 408 páginas.
“El desorden que dejas” es un intenso y absorbente trhiller psicológico, narrado con ritmo frenético, que mantiene la intriga de principio a fin, con giros y quiebros argumentales inesperados y sorpresas continuas hasta el encaje final de todas las piezas que componen el complejo y perverso puzzle que constituye la novela. Tal vez demasiado forzado en algunos momentos, el relato es ágil, de prosa sencilla, rápida y directa, con mucho protagonismo del diálogo, como un guion cinematográfico bien ambientado y convenientemente arropado en lo literario. Aunque sobre este aspecto primen siempre el misterio, la acción, la sorpresa y el suspense, a los que todo queda supeditado.
“El desorden que dejas” ha sido la narración ganadora del XX Premio Primavera de Novela cuyo jurado, presidido por Carme Riera, ha destacado “la creación de unos personajes verosímiles y cercanos envueltos en una trama dramática y vertiginosa, ambientada en un instituto gallego y en la que se mezclan intereses y turbios secretos”. Su autor es Carlos Montero (Celanova, Orense, 1972), escritor y guionista de cine y televisión, creador de las populares series “Al salir de clase” y “Física y Química” y autor de guiones de “El Comisario”, “El tiempo entre costuras” o “Apaches”. También del largometraje “Combustión” y de varios cortos, entre los que destaca “Dinero fácil”. Como narrador, publicó en 2012 su primera novela “Los tatuajes no se borran con láser”, que también editó Espasa.
“El desorden que dejas” está contada en primera persona por Raquel, una profesora de lengua y literatura que va a la pequeña población gallega de Novariz a suplir a Viruca (Elvira), la anterior profesora de la materia que ha aparecido muerta en un pantano próximo a la localidad y que según todos los indicios se ha suicidado. Raquel se desplaza a Novariz con su marido Germán, que pretende ser escritor y está en el paro. Germán es originario de Novariz, donde su familia regenta un restaurante. Desde el primer momento Raquel es amenazada por algunos alumnos del instituto y empieza a pensar que la muerte de su predecesora tal vez no fuera realmente un suicidio. Pronto la vida de los recién llegados se irá complicando en una enrevesada historia en la que nadie es lo que parece y todos desconfían entre sí.
En algunos momentos tal vez con cierta exageración, y siempre al servicio de la intriga, la novela aborda el tema del acoso y el chantaje al que algunos alumnos despiadados y crueles someten a algunos profesores. Ligado a esta cuestión, aparecen los peligros del uso de ciertas imágenes en las redes sociales y la facilidad con que estas pueden ser utilizadas con fines chantajistas. A ello se añade el culto al cuerpo y las atrevidas prácticas sexuales de los adolescentes, las orgías y perversiones de algunos mayores, el consumo y tráfico de drogas y la pervivencia con nuevas formas del viejo caciquismo de la Galicia rural. Hay en la novela en cierto modo un verdadero catálogo de las pasiones y las debilidades humanas, que encadenan a los personajes en una trama turbia, complicada y perversa, en la que nadie es lo que parece y todo el mundo tiene algo que ocultar. Las dudas se apoderan del lector y de los propios personajes, nadie es de fiar y todos parecen sospechosos por momentos. Pero a la vez todos se necesitan y tienen miedo a perder sus dependencias y relaciones establecidas.
Salvo en algunos pasajes que transcurren en La Coruña, la novela se desarrolla en Novariz, nombre inventado por el autor, pero que, según confiesa él mismo en varias entrevistas, está inspirado en Celanova, pueblo orensano del que es natural. Son reales, sin embargo, muchas de las referencias geográficas que aparecen en la historia, que podría catalogarse como trhiller rural aunque con ingredientes tan modernos que lo alejan por completo de los viejos dramas rurales al uso. Los vicios de Novariz no difieren en nada de los habitualmente presentes en los relatos más urbanos.
Lo dicho, tal vez algo exagerada en algunos aspectos argumentales, pero sin duda una novela absorbente y frenética como pocas.
Carlos Bravo Suárez
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