“Pecado”. Laura Restrepo.
Alfaguara. 2016. 350 páginas.
Laura Restrepo (Bogota, 1950) es una
de las voces más destacadas de la narrativa latinoamericana actual.
Además de algunos ensayos sobre la realidad política de su país,
la periodista y escritora colombiana, que actualmente reside en
España, es autora de una decena de novelas, entre las que destaca
“Delirio”, con la que en 2004 ganó el prestigioso Premio
Alfaguara. Tras su anterior “Hot sur”, publicado en 2012,
Restrepo ha editado este año su nuevo libro “Pecado” que, aunque
puede leerse como un conjunto de relatos casi independientes, su
autora insiste en que debemos considerar como una novela.
“Pecado” está compuesta por ocho
narraciones cuyo punto de conexión es la aparición en todas ellas,
de una manera más o menos explícita, de alguna referencia al cuadro
“El jardín de las delicias”, de cuyo autor, Hieronymus Bosch,
más conocido como el Bosco, se celebra este año el quinto
centenario de su muerte. La escritora colombiana se confiesa gran
admiradora de esta destacada pintura, que ha contemplado
detenidamente en sus numerosas visitas al Museo del Prado en Madrid y
que le ha servido como inspiración e hilo conductor de su nuevo
libro. Incluso, estableciendo un cierto paralelismo con la estructura
del famoso cuadro, el relato “Peccata mundi” se divide en dos
partes, abriendo y cerrando la novela, al modo de las dos tablas
laterales que pueden cerrarse sobre la central del enigmático
tríptico del gran pintor holandés.
Los relatos que componen la novela
están protagonizados por diferentes personajes que cometen algún
tipo de transgresión, que podemos identificar con lo que (con una
vara de medir históricamente religiosa, ética o moral) hemos venido
en considerar como pecados. En “Peccata mundi”, primer y último
relato del libro, encontramos al propio rey Felipe II que tiene al
cuadro del Bosco como brújula, hoja de ruta o mapa que le sirva de
guía para gobernar su inabarcable y casi infinito reino. “Las
Susanas en su paraíso” es un relato de soberbia ligada a la
superioridad de clase social de unas mujeres blancas que veranean en
un pueblo de pescadores negros, con uno de los cuales una de ellas
vive un breve escarceo amoroso. “La promesa” cuenta una escabrosa
historia de incesto entre una niña y su padre, aunque la joven logra
sorprendentemente salir indemne de la aventura y dominar la situación
y sus emociones, al principio desbordadas sin control. “Lindo y
malo, ese muñeco” está protagonizado por un joven sicario de
Medellín, al que todos conocen como el Arcángel, que se convierte
en un frío y despiadado delincuente que mantiene a su madre y
hermanos con el dinero de sus robos y fechorías. En “Olor a rosas
invisibles”, un hombre maduro, y socialmente bien situado, recibe
la llamada de un antiguo amor de juventud a la que conoció en un
viaje a Egipto y que ahora, siendo ella ya viuda, le propone un
encuentro clandestino en Nueva York. “Pelo de elefante” esta
protagonizado por La Viuda, un verdugo metódico, pulcro y gran
profesional de la ejecución, que al enamorarse de una hermosa joven
va a hacer una primera y única excepción en su implacable
trabajo.”El siriaco” es una extraña y sugerente narración cuyo
protagonista es un santo anacoreta y estilita que, como el Simón del
desierto de Buñuel, vive en lo alto de una columna y de cuyo
mantenimiento en la virtud depende el futuro del rey y la estabilidad
de su reíno. En “Amor sin pies ni cabeza”, la narradora va a una
cárcel de mujeres a entrevistar a una mujer que, cansada de los
malos tratos que recibía, mató a su marido al que después
descuartizó repartiendo los restos por diversos lugares de la
ciudad.
Laura Restrepo es una magnifica
escritora, con una prosa rica y elegante, que usa hermosos giros del
castellano iberoamericano que regalan los oídos del lector español
y domina los tiempos y registros del relato de extensión media. A
pesar de lo escabroso de varias de las historias (algunas, como las
del incesto y la asesina descuartizadora, inspiradas en hechos
reales), nunca cae en el tremendismo gratuito ni en la exageración
desmedida. En ellas, parece querer mostrar la permeable y desdibujada
frontera que a veces separa lo bueno de lo malo, el pecado de lo que
no lo es o no se puede ya considerar como tal. Sobre todo, en estos
tiempos presentes tan escasos en referencias rígidas e
incuestionables.
Laura Restrepo nos presenta en este
hermoso libro a un puñado de personajes supuestamente pecadores a
los que, sin embargo, la voz narradora nunca juzga ni califica
moralmente. Deja sencillamente que sea el lector quien extraiga sus
propias conclusiones.
Carlos Bravo Suárez
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