Paulina Flores (1988) ha irrumpido brillantemente en el
mundo literario con su magnífico libro de relatos “Qué vergüenza”. En 2014, la
escritora chilena ganó el Premio Roberto Bolaño con el cuento que da título al
libro, que obtuvo en su conjunto el galardón del Círculo de Críticos de Arte a
la mejor autora novel. Publicado en Chile en 2015, la editorial Seix Barral,
con acertado criterio, lo publicó en España a mediados del pasado año.
“Qué vergüenza” se compone de nueve
relatos, todos más bien breves salvo el último que es algo más largo y podría
ser considerado como una “nouvelle” o novela corta. Todos los cuentos están
ambientados en diversos lugares de Chile y tienen un destacado fondo social, de
crisis económica, diferencias de clase, situaciones de desamparo, lucha por la
vida o repercusión directa de la economía en las relaciones familiares. Otra
característica es la destacada presencia de personajes infantiles o juveniles,
para cuya creación parece tener la autora una habilidad especial. En un rasgo
más de realismo y verosimilitud, los textos recogen un lenguaje coloquial
acorde con la condición de los personajes. No siempre es fácil para el lector
entender ese vocabulario específicamente chileno. El contexto y la consulta al
diccionario permiten saber, por ejemplo, que los “cuicos” son los pijos o
esnobs de Chile, o que los “blocks” son los bloques de pisos pequeños de las
ciudades. Relatos densos, crudos, tiernos, sinceros, complejos, intensos,
directos, actuales, bien escritos y construidos. Paulina Flores no parece una
principiante, sino una experimentada narradora de historias breves que logran
captar con fuerza fragmentos de pura vida.
El primer relato, “Qué vergüenza”, da
título al libro y tiene como protagonista a un padre cesante en paro que
acompañado por sus dos pequeñas hijas se presenta a un casting en una sospechosa
casona de Santiago. La hija mayor, que ve a su padre tan guapo como Luis
Miguel, está segura del éxito de su progenitor. Sin embargo, como ocurre en
casi todos los cuentos del libro, los acontecimientos dan un giro extraño e
inesperado. “Teresa” cuenta una rápida y fugaz seducción y relación sexual
entre un hombre y una mujer con la ambigua presencia de una niña de por medio.
“Talcahuano”, uno de los relatos preferidos de la autora, narra los planes de
un grupo de jóvenes que vive en una de las poblaciones más feas y pobres del
país. Uno de los chicos tiene un padre exmilitar en paro cuya salud empeora cuando la
pandilla prepara un robo de instrumentos musicales. “Olvidar a Freddy”, de reminiscencias
cinematográficas, nos presenta a una deprimida mujer (“estoy tan triste que
podría empezar un diario de vida”) en la bañera, donde, aunque quiere
desaparecer con el agua, se queda allí como la piedra de un río seco. “Tía
Nana” es un relato lleno de ternura, narrado por una niña que recuerda a su
tía, una mujer cuya constante es “preocuparse por las vidas de todos menos de
la propia; entregarse a los otros y ser
olvidada por los otros”. “Espíritu americano” cuenta el encuentro de dos
antiguas amigas que de muy jóvenes trabajaron de meseras en un local de comida
americana y la aclaración, muchos años después, de una chivatada que tuvo
consecuencias laborales en la empresa. “Laika” es un ambiguo relato de
iniciación sexual de una niña engañada con la excusa de ir a ver ovnis en la
noche. En “Últimas vacaciones”, un niño pobre recuerda unas vacaciones
estivales en la playa con su tía y sus primas ricas. Y “Afortunada de mí”
cuenta, también a través de los ojos de una niña, las relaciones entre dos
familias y los inesperados descubrimientos infantiles que suponen la pérdida
definitiva de la inocencia de la protagonista.
La propia autora declara su
admiración por Flannery O'Connor y es obvio que sus cuentos se incluyen en la mejor
tradición de autores como Chéjov, McCullers o Munro. Y tienen similitudes con
los de escritores de reciente éxito como la estadounidense Lucia Berlin o la
argentina Mariana Enríquez.
Sorprenden la calidad, el manejo
narrativo, la madurez de los contenidos y las técnicas de composición de esta
obra de debut de Paulina Flores, que se pone el listón muy alto ya desde el
punto de partida. Desde luego, tras este brillante inicio literario, habrá que
estar atentos a las siguientes obras de la narradora chilena.
“Qué vergüenza”. Paulina Flores.
Seix Barral. 2016. 216 páginas.
Carlos Bravo Suárez
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