GRUPO EN SANT CLIMENT DE TAÜLL
SANTA EULALIA DE ERILL LA VALL
SANT JOAN DE BOÍ
SANTA MARIA DE TAÜLL
SANT CLIMENT DE TAÜLL
LA NATIVITAT DE DURRO
El
pasado domingo, treinta miembros del Centro Excursionista Ribagorza realizamos
una magnífica excursión por las iglesias románicas del valle de Boí, en la
vecina comarca de la Alta Ribagorza catalana. La Vall de Boí y la actual
Ribagorza oscense comparten un pasado histórico común, pues dicho valle formó
parte durante un tiempo del viejo condado medieval ribagorzano y sus hoy
famosas iglesias románicas, declaradas Patrimonio de la Humanidad en el año 2000,
fueron consagradas a principios del siglo XII por el obispo san Ramón, titular
por entonces de la diócesis de Roda. El CER ya había realizado esta ruta en
2008, cuando la lluvia y la nieve impidieron que los participantes pudieran
completar andando el itinerario previsto. Esta vez, el sol y el tiempo
primaveral permitieron un disfrute completo de la jornada.
Los
treinta participantes salimos de Graus en autobús a las siete de la mañana. Por
la carretera del Isábena y el Alto de Bonansa, llegamos a Barruera poco antes
de las nueve. Junto a la iglesia de San Feliu de esta población, situada a
1.095 m. de altitud, comenzamos nuestro recorrido andando. Siguiendo las
marcas, y por un tramo inicial en paralelo al curso del río Noguera de Tor, nos
dirigimos a Erill la Vall, adonde llegamos poco antes de las diez. Visitamos la
iglesia de Santa Eulalia, en la que destacan su esbelto campanario y el
conjunto escultórico en madera conocido como el Descendimiento de la Cruz. Tras
la visita, nos dirigimos a Boí, en la ladera opuesta y a menos de media hora de
camino. En Boí visitamos la iglesia de Sant Joan, con interesantes pinturas
murales en el interior y en el exterior del templo. Emprendimos después el
camino de subida a Taüll que, a 1.500 m de altitud, fue el punto más elevado de
nuestro recorrido. Taüll dispone de dos espléndidas iglesias románicas con
triple ábside y planta basilical. Visitamos primero la iglesia de Santa María,
en la plaza de la localidad, y luego la de Sant Climent, situada a las afueras y
en cuyo interior disfrutamos de una sugerente proyección que permite recomponer
de manera virtual las antiguas pinturas del templo. Subimos después a su
elevada torre de seis cuerpos y, antes de reemprender el camino, hicimos, junto
a esta magnífica construcción románica, una larga y relajante parada para un
necesario refrigerio.
Desde
Taüll retornamos a Boí para tomar el camino que, en alrededor de hora y media,
lleva hasta Durro. El bonito sendero discurre en paralelo al camino de ida,
pero a más altura, y permite disfrutar de magníficas vistas del valle y de
algunas de sus cimas, como el Comaloformo, el Montardo o la Punta Alta. Desde
un collado, a 1.475 m. de altitud, un rápido descenso nos condujo a Durro
(1.384 m.), adonde llegamos alrededor de las 15 horas. Aunque no pudimos
visitarla por dentro, vimos por fuera la magnífica iglesia de la Nativitat, que
tiene como singularidad la presencia de una decoración ajedrezada.
En Durro, casi la mitad del
grupo decidió continuar andando por el camino que, siempre en bajada, lleva a
Barruera en una media hora. El resto decidió quedarse un rato en la plaza del
pueblo comiendo, tomando unos refrescos y disfrutando del sol, para bajar luego
en autobús hasta Barruera. Allí nos juntamos todos y regresamos por carretera
hasta Graus. El itinerario circular completo fue de 16 km., en los que
invertimos más de seis horas con numerosas y largas paradas. Fue una magnífica
jornada de excursionismo en la que disfrutamos de una perfecta combinación de
arte y naturaleza.
Carlos
Bravo Suárez
(Artículo publicado en Diario del Alto Aragón)
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