domingo, 1 de febrero de 2009

LA ERMITA DE LA TERNUDA

La Ternuda a la que aquí nos referimos es una partida de terreno situada en la comarca de la Ribagorza, en la cara norte, aunque casi en el cambio de vertiente, de la sierra del Castillo de Laguarres. En ella se encuentran las ruinas de una antigua casa y de una ermita románica. La casa de la Ternuda y la ermita de San Marcos, o Sant Marc como se la denomina en la zona, pertenecen hoy al municipio de Benabarre, pese a que geográficamente se encuentren quizás ligeramente más próximas a las poblaciones de Lascuarre y Laguarres.

El topónimo Ternuda parece derivar de “terna” y referirse precisamente a un lugar situado en la confluencia de tres poblaciones. En este caso, de los términos de Benabarre, Lascuarre y Laguarres. En nuestra provincia hay al menos otra partida también denominada la Ternuda, en los límites entre Monzón, Selgua y Castejón del Puente.

Llegar a la Ternuda en la actualidad no es del todo fácil. Se puede acceder a ella desde cualquiera de las tres poblaciones citadas. En cualquier caso hay que tomar el GR-18.1, antigua vía cabañera de paso del ganado. Si se va desde Lascuarre o Laguarres hay que seguir el GR-1 y llegar hasta el llamado Castesillo. Muy cerca de esta antigua casa, hoy deshabitada y algo en ruinas pero no del todo abandonada, se encuentra un cruce de caminos donde se alza una enorme carrasca que seguramente ha proporcionado buena sombra a multitud de caminantes a lo largo de los tiempos. Desde aquí hay que seguir durante algo más de un kilómetro por el GR-18 (marcas rojas y blancas), actualmente también señalizado como ruta hípica, en dirección a lo alto de la sierra (el llamado Coll) y a Benabarre. Al cruzar el barranco de la Rivera, vemos a la izquierda, sobre un cerro, los dos edificios que componen la casa y la ermita de la Ternuda. Ascender hasta allí puede suponer una pequeña aventura. Hay que subir campo a través como buenamente se puede, guiados siempre por el objetivo que vemos en lo más alto. Al parecer, antes de llegar al barranco, salía de la izquierda del camino una antigua senda que conducía hasta la ermita dando un rodeo. Hoy, o está borrada o yo no he sabido encontrarla.

Si se accede a la Ternuda desde Benabarre, hay que tomar el denominado camino del Coll, histórico sendero que pasa sucesivamente por San Medardo (ermita y agradable merendero), las ruinas del convento de Linares, el mas de Cirilo y el mas del Coll. Para llegar a la ermita no queda otro remedio que salir del camino principal y recorrer el último tramo campo a través.

La antigua vía hoy señalizada como GR-18.1 sería durante siglos una de las más transitadas de la comarca. Servía para unir Roda de Isábena y Benabarre, dos lugares de gran importancia en el viejo condado de Ribagorza. Por ella pasaban los ganados que hacían la trashumancia y multitud de personas de la más variada condición. Este sería probablemente el origen de la Ternuda y la causa de su importancia estratégica en el pasado. La casa vigilaba desde lo alto el transitado sendero en las proximidades de uno de sus puntos principales, el Coll por el que se cruzaba la sierra.

Las referencias históricas a la Ternuda son escasas. En sendos documentos relacionados con Roda de Isábena de 1166 y 1202, se cita a un Guillem Bonfill de la Ternuda junto a su hijo Muntaner y a un “Pere de la capella de la Ternuda”. Ambos documentos muestran la vinculación del lugar al obispado de Roda en esos primeros tiempos medievales. Del segundo se podría deducir que la ermita de San Marcos ya existía a principios del siglo XIII. Posteriormente, el lugar quedaría vinculado a Benabarre. Así aparece ya en 1280, en una relación de iglesias que participan en una recaudación de dinero para las cruzadas.

La casa de la Ternuda es un edificio abandonado y en ruinas, aunque buena parte de sus muros aún resiste en pie. Sobre un pequeño cerro contiguo se levanta la ermita de San Marcos, bastante más arruinada que la vieja casa. Es un edificio de planta rectangular con la techumbre totalmente hundida. Quedan en pie parte de los muros laterales y el ábside semicircular, orientado canónicamente al este.

La nave, que en un principio era más grande, fue reducida en algún momento a algo más de su mitad, como ocurrió con la no muy lejana ermita de San Martín de Capella, en la misma sierra de Laguarres. El ábside tiene una bonita ventana central que constituye uno de los elementos destacados de la iglesia. En cada uno de los muros laterales se observan dos refuerzos a modo de contrafuertes. Los sillares son pequeños y regulares, bastante bien alineados. La obra parece datar del siglo XII y es una construcción románica algo más culta y menos rústica que otras ermitas próximas. Dada su ubicación y su casi general desconocimiento, su progresiva y definitiva ruina resulta casi inevitable.

La Ternuda es una más de las muchas casas que quedaron abandonadas con el cambio de los tiempos. Probablemente su mayor valor en el pasado fue estar junto a un importante y transitado camino. La pérdida de esta condición, su alejamiento y la ausencia de buenas tierras de cultivo harían que quedase pronto olvidada. Sin embargo, sus dos viejos edificios, aunque maltrechos por el paso de los años, siguen vigilando desde lo alto de la sierra. Alegrándose quizás cada vez que algún nuevo caminante levanta sus ojos hacia ellos, acaso recordando aquellos tiempos pasados en los que el movimiento de gentes nunca cesaba por los caminos del condado.

Carlos Bravo Suárez
(Fotos: Ermita y casa de de la Ternuda en lo alto, casa de cerca, casa desde la ermita, tres fotos de la ermita -la última, de la ventana del ábside) )

(Artículo publicado en Diario del Alto Aragón, 1-2-09)

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