Hace unos meses que fue señalizado el acceso a la ermita de San Martín en la sierra de la localidad ribagorzana de Capella. Se procedió a la colocación de varios postes indicadores a lo largo de un corto itinerario que arranca del magnífico puente medieval de esta localidad, en cuya entrada, junto a un acogedor merendero, se instaló un pequeño panel informativo con algunos datos sobre la ermita y sus alrededores.
Lo más recomendable para visitar las ruinas de esta construcción románica y el hermoso paraje rocoso en que se encuentran es realizar un agradable paseo desde el citado puente. Es un corto recorrido de unos dos kilómetros y medio de ascensión por la cara norte de la sierra del Castillo de Laguarres. La ermita se encuentra casi enfrente de la localidad de Capella, ligeramente hacia el oeste, debajo del llamado tozal del Soldau (864 m.), en la margen izquierda del río Isábena.
Tras cruzar el río por el puente medieval, llegamos al GR-1 que seguimos unos metros hacia la derecha. Enseguida encontramos otra pista a la izquierda que coincide con el PR-HU124, camino que atraviesa la sierra por el llamado paso de El Grau y lleva a Castarlenas y Torres del Obispo. Seguiremos este camino hasta poco después de dejar a nuestra izquierda el depósito de aguas de Capella. Tomaremos luego una pista a la derecha, dejando a la izquierda la continuación del PR-HU124 y un campo de almendros con un pequeño almacén. Tras unos 200 metros de pista, después de atravesar el cauce seco del barranco de la Heredad, veremos a la izquierda el inicio de un sendero más estrecho que seguiremos en ascenso. Después de un tramo de cierta pendiente, llegamos a un punto en que el sendero se bifurca. El camino de la derecha nos lleva a la ermita de San Martín. Si tomáramos el de la izquierda llegaríamos a lo alto de la sierra por La Canal, corto y encajonado paso entre dos rocas.
Si queremos aproximarnos en vehículo lo más cerca posible de la ermita, debemos cruzar el Isábena por el puente que hay a la entrada de Capella, a la derecha de la carretera que llega procedente de Graus. Ya al otro lado del río, debemos seguir a la izquierda por el GR-1 y luego, a unos doscientos metros, girar a la derecha para continuar por la pista ascendente (PR-HU124) que acabamos de describir, hasta llegar al lugar en que arranca el sendero más estrecho también citado. Desde allí hasta la ermita queda solamente un kilómetro de camino.
La ermita románica de San Martín se halla en estado de ruina y envuelta en maleza. Se levanta sobre un pequeño espolón rocoso cuyo acceso suele estar resbaladizo. Se trata de un edificio de nave rectangular con un ábside semicircular que se conserva íntegro. Su cubierta está totalmente hundida, aunque permanece el cuarto de esfera que cubre el hemiciclo absidial. Algunos sillares caídos fueron aprovechados para acortar la nave, cerrando con un muro la parte más próxima al ábside. Por debajo de éste, otro muro con una puerta de arco de medio punto cierra lo que sería probablemente la entrada al recinto. Los estudiosos suelen fechar la construcción de la ermita en el siglo XII, aunque algunos la adelantan a los finales del XI.
Junto al templo, unas cuevas excavadas en la roca han sido cerradas con paredes de mampostería quedando convertidas en abrigos naturales, usados durante tiempo por los pastores para resguardar el ganado. En las paredes de estas cuevas se observan algunas entalladuras que indican que en algún momento hubo en ellas varios pisos o plantas. En el segundo abrigo y a la altura del primer piso, pueden verse algunos curiosos grabados que probablemente no tengan demasiada antigüedad. Fueron dibujados en la pared rocosa sobre la superficie oscurecida por el humo. Pueden adivinarse dos posibles escenas de adoración con algunas figuras postradas ante lo que parecen imágenes de Cristo y de la Virgen.
Un poco antes de llegar a la ermita, a la izquierda del camino, hay una pequeña fuente. Encima de la arruinada construcción religiosa, en un hueco de la roca al que se puede acceder por un paso bastante peligroso, fue excavado un pequeño aljibe que serviría para recoger el agua que baja por las paredes de las rocas. El paraje es bastante húmedo y en él suele haber abundante musgo y una vegetación muy frondosa.
También antes de llegar a San Martín, muy cerca de la bifurcación del sendero que lleva a La Canal y a la derecha del que conduce a la ermita, en el lugar denominado Santa Eulalia, quedan algunos restos de lo que probablemente fue otra construcción religiosa o tal vez defensiva. Se trata de los cimientos de unos gruesos muros que quedan hoy ocultos por numerosos matorrales y arbustos.
Antes de llegar al depósito de aguas, sale una pista a la derecha que lleva a unos campos de labor. Atravesándolos se llega a un cerro conocido como Corona Castiella. Allí, entre arbustos, se esconden los restos de algunos muros que tal vez correspondan a otra vieja ermita. El lugar se conoce como San Chulíán, topónimo que aparece en documentos medievales para referirse a una de las varias aldeas de las proximidades de Capella. Antes de llegar a estas ruinas, pueden verse algunas oquedades excavadas en un suelo rocoso que quizás pudieran ser tumbas antropomórficas.
Aunque nos movemos en parte en el terreno de las hipótesis, no hay duda de que la ladera de la sierra que va desde el puente románico de Capella hasta las ruinas de la ermita de San Martín contiene numerosos vestigios históricos que parecen indicar su importancia estratégica en épocas pasadas.
La excursión hasta la ermita de San Martín desde el puente de Capella es corta y no supone mucho esfuerzo para el caminante. Resulta muy recomendable no sólo por el valor histórico que el enclave tiene, sino también por las espléndidas vistas que desde él se contemplan. Llegar hasta allí resulta ahora más fácil, sólo hay que seguir los sucesivos indicadores que nos conducen, sin posibilidad de pérdida, hasta las ruinas de la vieja ermita.
Carlos Bravo Suárez
Lo más recomendable para visitar las ruinas de esta construcción románica y el hermoso paraje rocoso en que se encuentran es realizar un agradable paseo desde el citado puente. Es un corto recorrido de unos dos kilómetros y medio de ascensión por la cara norte de la sierra del Castillo de Laguarres. La ermita se encuentra casi enfrente de la localidad de Capella, ligeramente hacia el oeste, debajo del llamado tozal del Soldau (864 m.), en la margen izquierda del río Isábena.
Tras cruzar el río por el puente medieval, llegamos al GR-1 que seguimos unos metros hacia la derecha. Enseguida encontramos otra pista a la izquierda que coincide con el PR-HU124, camino que atraviesa la sierra por el llamado paso de El Grau y lleva a Castarlenas y Torres del Obispo. Seguiremos este camino hasta poco después de dejar a nuestra izquierda el depósito de aguas de Capella. Tomaremos luego una pista a la derecha, dejando a la izquierda la continuación del PR-HU124 y un campo de almendros con un pequeño almacén. Tras unos 200 metros de pista, después de atravesar el cauce seco del barranco de la Heredad, veremos a la izquierda el inicio de un sendero más estrecho que seguiremos en ascenso. Después de un tramo de cierta pendiente, llegamos a un punto en que el sendero se bifurca. El camino de la derecha nos lleva a la ermita de San Martín. Si tomáramos el de la izquierda llegaríamos a lo alto de la sierra por La Canal, corto y encajonado paso entre dos rocas.
Si queremos aproximarnos en vehículo lo más cerca posible de la ermita, debemos cruzar el Isábena por el puente que hay a la entrada de Capella, a la derecha de la carretera que llega procedente de Graus. Ya al otro lado del río, debemos seguir a la izquierda por el GR-1 y luego, a unos doscientos metros, girar a la derecha para continuar por la pista ascendente (PR-HU124) que acabamos de describir, hasta llegar al lugar en que arranca el sendero más estrecho también citado. Desde allí hasta la ermita queda solamente un kilómetro de camino.
La ermita románica de San Martín se halla en estado de ruina y envuelta en maleza. Se levanta sobre un pequeño espolón rocoso cuyo acceso suele estar resbaladizo. Se trata de un edificio de nave rectangular con un ábside semicircular que se conserva íntegro. Su cubierta está totalmente hundida, aunque permanece el cuarto de esfera que cubre el hemiciclo absidial. Algunos sillares caídos fueron aprovechados para acortar la nave, cerrando con un muro la parte más próxima al ábside. Por debajo de éste, otro muro con una puerta de arco de medio punto cierra lo que sería probablemente la entrada al recinto. Los estudiosos suelen fechar la construcción de la ermita en el siglo XII, aunque algunos la adelantan a los finales del XI.
Junto al templo, unas cuevas excavadas en la roca han sido cerradas con paredes de mampostería quedando convertidas en abrigos naturales, usados durante tiempo por los pastores para resguardar el ganado. En las paredes de estas cuevas se observan algunas entalladuras que indican que en algún momento hubo en ellas varios pisos o plantas. En el segundo abrigo y a la altura del primer piso, pueden verse algunos curiosos grabados que probablemente no tengan demasiada antigüedad. Fueron dibujados en la pared rocosa sobre la superficie oscurecida por el humo. Pueden adivinarse dos posibles escenas de adoración con algunas figuras postradas ante lo que parecen imágenes de Cristo y de la Virgen.
Un poco antes de llegar a la ermita, a la izquierda del camino, hay una pequeña fuente. Encima de la arruinada construcción religiosa, en un hueco de la roca al que se puede acceder por un paso bastante peligroso, fue excavado un pequeño aljibe que serviría para recoger el agua que baja por las paredes de las rocas. El paraje es bastante húmedo y en él suele haber abundante musgo y una vegetación muy frondosa.
También antes de llegar a San Martín, muy cerca de la bifurcación del sendero que lleva a La Canal y a la derecha del que conduce a la ermita, en el lugar denominado Santa Eulalia, quedan algunos restos de lo que probablemente fue otra construcción religiosa o tal vez defensiva. Se trata de los cimientos de unos gruesos muros que quedan hoy ocultos por numerosos matorrales y arbustos.
Antes de llegar al depósito de aguas, sale una pista a la derecha que lleva a unos campos de labor. Atravesándolos se llega a un cerro conocido como Corona Castiella. Allí, entre arbustos, se esconden los restos de algunos muros que tal vez correspondan a otra vieja ermita. El lugar se conoce como San Chulíán, topónimo que aparece en documentos medievales para referirse a una de las varias aldeas de las proximidades de Capella. Antes de llegar a estas ruinas, pueden verse algunas oquedades excavadas en un suelo rocoso que quizás pudieran ser tumbas antropomórficas.
Aunque nos movemos en parte en el terreno de las hipótesis, no hay duda de que la ladera de la sierra que va desde el puente románico de Capella hasta las ruinas de la ermita de San Martín contiene numerosos vestigios históricos que parecen indicar su importancia estratégica en épocas pasadas.
La excursión hasta la ermita de San Martín desde el puente de Capella es corta y no supone mucho esfuerzo para el caminante. Resulta muy recomendable no sólo por el valor histórico que el enclave tiene, sino también por las espléndidas vistas que desde él se contemplan. Llegar hasta allí resulta ahora más fácil, sólo hay que seguir los sucesivos indicadores que nos conducen, sin posibilidad de pérdida, hasta las ruinas de la vieja ermita.
Carlos Bravo Suárez
Foto: La ermita de San Martín, envuelta por la vegetación.
(Artículo publicado en Diario del Alto Aragón, el 29 de marzo de 2009)
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