El enredo de la bolsa y la vida. Eduardo Mendoza. Seix Barral. 2012. 272 páginas.
Con catorce novelas publicadas, algunas de ellas entre las más importantes de la literatura española de las últimas décadas, Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) es uno de los principales escritores actuales de nuestro país. Ya desde sus orígenes literarios, hace casi cuatro décadas, encontramos al menos dos líneas diferentes en la obra narrativa del autor barcelonés. Su primera novela, publicada en 1973, fue La verdad sobre el caso Savolta, una historia ambientada en la convulsa Barcelona obrera y burguesa del primer cuarto del siglo XX. Tras esta narración seria y de documentada raíz histórica, Mendoza publicó en 1979 El misterio de la cripta embrujada, una divertida y disparatada parodia cuyo protagonista era un detective loco, del que nunca se decía su nombre, sacado de un manicomio para intentar resolver la misteriosa desaparición de una niña de un internado religioso. Ese mismo personaje será el protagonista de El laberinto de las aceitunas (1982), La aventura del tocador de señoras (2001) y también de la recientemente publicada El enredo de la bolsa y la vida (2012).
El loco detective anónimo, ahora peluquero en bancarrota y sin clientes, investiga en esta novela la desaparición de su antiguo amigo Rómulo el Guapo. El caso se complica y se enreda con un asunto de terrorismo internacional. Para llevar a cabo la investigación, el detective sin nombre se rodea de unos singulares personajes que constituyen un inefable y extraño equipo colaborador: el timador profesional Pollo Morgan y el negro albino Kiwijuli Kakawa, conocido como el Juli, que actúan como estatuas vivientes; el joven Manhelic, repartidor de pizzas; la rusa, antes estalinista y ahora acordionista callejera, apodada la Moski ; el dueño de un centro de yoga que se hace llamar Pashmarote Pancha; Armengol, propietario del restaurante económico de nombre “Se vende perro”; y una adolescente de trece años a la que llaman Quesito. Una verdadera fauna urbana de la Barcelona cutre y marginal que sufre la crisis económica de manera directa y en primera persona. Mejor les va a los chinos que regentan un bazar junto a la peluquería del protagonista. El abuelo Siau, con sus agudas y sentenciosas reflexiones, logra enseguida las simpatías del lector y se convierte en un destacado personaje de la novela.
Eduardo Mendoza es uno de los escritores españoles actuales que más y mejor cultiva el humor y la ironía en su literatura. Hay también sin duda en este humor un componente crítico y realista, aunque se trate de una realidad desfigurada, observada, como en los esperpentos valleinclanescos, a través de unos espejos cóncavos que la deforman y retuercen, acercándola en cierta manera, además de al esperpento, al surrealismo, el disparate, la parodia y el absurdo.
Carlos Bravo Suárez
No hay comentarios:
Publicar un comentario