Intemperie. Jesús Carrasco.
Seix Barral. 2013. 213 páginas.
Intemperie es la primera novela de Jesús Carrasco (Badajoz,
1972). Esta ópera prima del escritor extremeño afincado en Sevilla se anuncia
como uno de los más importantes lanzamientos editoriales de este año. Tras el
éxito obtenido por el libro en la pasada feria de Frankfurt, sus derechos han
sido ya vendidos a más de una docena de países.
Intemperie es un relato seco, intenso, incisivo, desnudo, sin
concesiones de ningún tipo. Absolutamente carente de antropónimos y fechas, sin
una sola referencia histórica ni geográfica en sus páginas. Un niño huye de su
casa y se esconde en un agujero de la partida de hombres que lo anda buscando.
Cuando sale de su escondite, se abre ante él una inmensa y árida llanura,
castigada por una sequía pertinaz e inmisericorde, un sol implacable y un calor
asfixiante. Solo encontrará a un viejo pastor que busca alimento para sus cabras
por el páramo seco, desierto y hostil. Con él aprenderá a sufrir y a sobrevivir
en un mundo inmoral y violento.
La
novela logra atrapar al lector desde el principio y crear una atmósfera de
desasosiego e inquietud permanentes. Y todo ello con muy pocos personajes
–cuatro únicamente intervienen en el relato–, descripciones rápidas y precisas
y unos diálogos lacónicos y escasos. Otra novela de iniciación de un niño, en
este caso víctima desde el principio de un mundo dominado por una violencia
descarnada y la más absoluta falta de moral y de principios, pero que sin
embargo logrará la ayuda de un viejo solitario que deambula con sus cabras por
ese territorio inhóspito y cruel.
Pocas
veces un debut literario ha tenido tan buena acogida general. La escritura de
Jesús Carrasco ha sido comparada con la de Faulkner, Coetzee o Cormac McCarthy
y sus desolados paisajes desiertos. Entre los escritores españoles puede
establecerse algún paralelismo con algunas obras de Miguel Delibes, con quien
el escritor extremeño parece compartir su conocimiento del lenguaje y de la
realidad del campo en todos sus detalles.
Estamos,
pues, ante un relato duro y cargado de violencia pero no exento de lirismo. Una
novela que transciende desde su misma concepción cualquier vinculación temporal
o geográfica y que, si no fuera por la presencia momentánea de una moto, podría
situarse en cualquier instante de la historia. Una travesía por un desierto de
reminiscencias casi bíblicas que lleva a un niño y a un anciano en busca de una
tierra menos implacable, hostil y desagradecida que aquélla que les ha tocado habitar.
Carlos Bravo Suárez
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