Absolución. Luis Landero. Tusquets Editores. 2012. 318 páginas.
Luis
Landero (Alburquerque, 1948) es uno de los nombres importantes de la literatura
española de las últimas décadas. Sus dos primeras novelas, Juegos de la edad tardía y Caballeros
de fortuna, situaron bastante alto el listón de la calidad literaria en su
obra narrativa. Algunos críticos consideraron sus narraciones posteriores,
sobre todo las dos últimas, algo por debajo de ese fulgurante comienzo. Sin
embargo, con su séptima y reciente novela Absolución,
el escritor extremeño afincado en Madrid ha recuperado el favor general de la
crítica y seguramente de la mayoría de sus lectores.
Absolución narra la historia de Lino desde su infancia hasta el
momento en que un incidente inesperado le impide casarse con su novia Clara
pocos días antes de que fuera a celebrarse su boda. Lino se ha caracterizado
siempre por ser un hombre dubitativo, que no consigue asentarse en ninguna
parte porque acaba huyendo siempre de todas. La absoluta soledad y las
incomodidades que tiene que vivir tras el incidente que desencadena su última
huida le hacen ver las cosas de otra manera y parecen suponer su aterrizaje
definitivo en la madurez. Puede decirse por ello que Absolución tiene mucho de novela de iniciación y aprendizaje.
En
ese camino del protagonista hacia su madurez hay también algo, sobre todo en la
última parte del libro, de road movie
o de novela de viaje por una Castilla de raigambre cervantina y machadiana. En
su recorrido físico y vital, Lino encuentra algunos personajes sumamente
interesantes y en parte contradictorios entre sí. Uno de ellos es el señor
Levin, un hombre físicamente poco atractivo que vivió una bella historia de
amor con una mujer más joven que luego lo abandonó y cuyo regreso siempre ha
estado esperando. Los otros dos personajes destacados del libro son Olmedo y
Gálvez. El primero vive como agricultor en un pueblo castellano, entre la
amargura y la resignación ante un mundo que considera dominado por la ambición
desmesurada y el mal gusto. Sin embargo, Gálvez es un tipo inteligente y
vividor, activo a la vez que reflexivo, que se ha adaptado al presente y
trabaja para un importante grupo empresarial aunque ese trabajo le haya
supuesto el divorcio de su esposa.
La
novela se mueve en un logrado y muy interesante equilibrio entre el realismo y
la fabula. La prosa de Landero es rica y de gran calidad literaria. Y el
vocabulario es siempre el preciso y exacto. Como el autor de la novela, el
personaje Lino es un hombre preocupado por el lenguaje y su vida está marcada
por palabras clave como contingencia,
tedio o ironía. Si alguien pensaba que Landero no iba a volver al nivel de
sus inicios literarios, Absolución parece
desmentirlo por completo.
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