El pan a secas. Mohamed Chukri. Cabaret Voltaire. 2012.
272 páginas.
El
pan a secas es la obra más destacada del escritor
marroquí Mohamed Chukri (El Rif, 1935 –
Rabat, 2003) y una de las más importantes de la literatura magrebí moderna. Publicada
por primera vez en 1973, se trata de una novela autobiográfica que fue
traducida a varias lenguas y obtuvo un importante éxito internacional Sin
embargo, fue censurada por escandalosa en los países árabes y no se publicó
definitivamente en Marruecos hasta el año 2000. Mohamed Chukri fue un escritor
autodidacta, que nació en la empobrecida región de El Rif en una familia que se
vio obligada a emigrar a Tánger y sobrevivía con las escasas ganancias
obtenidas por una madre que, pese a sus sucesivos embarazos, lograba vender
algunas hortalizas en un mísero puesto en el mercado. Sometido a continuos
castigos físicos por parte de un padre violento y cruel, Chukri abandonó su
casa y desde los once años vivió en las calles de Tánger, rodeado de violencia,
miseria, alcoholismo, drogas y prostitución. Consiguió escapar a esa desgraciada
vida y aprender a leer a los veinte años para convertirse luego en escritor de
éxito, frecuentar la amistad de algunos de los más famosos autores afincados en
Tánger –Paul Bowles, Jean Genet o Tenesse Williams–, e incluso traducir al
árabe a grandes poetas españoles como Machado, Aleixandre o Lorca. El pan a secas ha sido editado recientemente
de nuevo en España por Cabaret Voltaire, con una espléndida traducción del
árabe de la marroquí Rajae Boumediane
El Metni que fue revisada por el propio Chukri poco antes de morir.
Ambientada al principio de
los años 50 del pasado siglo XX, cuando Marruecos todavía era un protectorado
francés, El pan a secas cuenta de
manera autobiográfica y en primera persona los años en que Chukri abandona la
casa de sus padres y sobrevive en los bajos fondos de Tánger, robando o
practicando el contrabando y frecuentando los burdeles más sórdidos de la
ciudad. En las páginas del libro se suceden los episodios de violencia, sexo y
miseria, descritos sin eufemismos y de la manera más cruda y directa. No es
pues de extrañar que la obra levantara ampollas, y aún las siga levantando, en
el mundo árabe, y que su lectura resulte todavía hoy de un realismo desnudo e impactante,
al que ni siquiera los lectores modernos estamos demasiado acostumbrados.
El libro es una sucesión de
anécdotas y vivencias que termina cuando el autor ronda los veinte años y, tras
una primera estancia en la cárcel, comienza a sentirse atraído por la cultura y
se decide a aprender a leer. Escrita en una prosa desnuda, afilada y cortante,
la novela trasciende la época en que fue publicada y se convierte en un
paradigma de la sordidez y la miseria, tanto material como moral, que envuelve
los bajos fondos de los barrios más pobres de muchas ciudades del mundo.
A El pan a secas siguieron otras dos novelas autobiográficas del
autor: Tiempo de errores (1992) y Rostros,
amores, maldiciones (1996). Cabaret Voltaire acaba de editar de nuevo
en nuestro país la primera de ellas. Recuerdo haberla leído hace unos años en
una edición de Círculo de Lectores. Después de hacerlo con El pan a secas, creo que no voy a tardar demasiado en releerla para
recordar cómo Mohamed Chukri consiguió salir de la sordidez y la miseria a las
que parecía irremediablemente condenado.
Carlos Bravo Suárez
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