Las
reputaciones. Juan Gabriel Vásquez. Alfaguara. 2013. 144 páginas.
El
colombiano Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973) se ha convertido en una de las
principales voces de la narrativa hispanoamericana actual. Articulista y
traductor, es autor de varias novelas entre las que destaca El ruido de las
cosas al caer, Premio Alfaguara de Novela en 2011. Ahora, esa misma editorial
ha publicado Las reputaciones, su último libro hasta la fecha.
Las
reputaciones es un relato breve ambientado en Bogotá en la segunda mitad del
siglo XX. Su protagonista es Javier Mallarmino, un caricaturista de éxito de la
prensa colombiana que recibe un gran homenaje nacional tras cuarenta años de profesión
y que está inspirado en parte en otro dibujante real al que se hace abundante
referencia en la novela: Ricardo Rendón, personaje de principios del siglo XX
que se suicidó en 1931 tras dispararse un tiro en el corazón. Mallarmino ha
logrado superar rechazos y censuras iniciales y se ha convertido en una figura
respetada y admirada, pero también temida y enormemente influyente entre la
opinión pública que espera con impaciencia su viñeta diaria en el periódico. A
lo largo del libro, el caricaturista recuerda su pasado y su relación de pareja
con Magdalena, con quien tiene una hija y de quien anda ahora separado. La
aparición de la joven Samanta Leal, antigua amiga de su hija Beatriz, y el
recuerdo de un turbio episodio ocurrido años atrás obligarán a Mallarmino a replantearse
algunas cosas y a tomar decisiones inesperadas.
Dos
son, en mi opinión, los principales temas de la novela: la importancia que la
reputación tiene entre las personas y las trampas y la fragilidad de la
memoria. La reputación viene a ser, como la fama o la honra tan presentes en
nuestra literatura, la opinión –verdadera o falsa– que los demás tienen de uno.
De un personaje de la novela –el
diputado Cuéllar– se dice que llevaba
“su reputación parada en el hombro como un loro, anudada al cuello como lleva
un culebrero su culebra”. Tal vez la reputación sea “el momento en que una
presencia fabrica, para quienes la observan, un precedente ilusorio”.
La
memoria y su imposibilidad absoluta son el otro asunto primordial de la novela.
Cuando Samanta Leal le pide a Mallarmino
que haga memoria, este reflexiona sobre ese giro curioso, “hacer memoria”,
“como si la memoria fuera algo que fabricamos o pudiera conjurarse, a partir de
ciertos materiales bien escogidos, con la mera fuerza del trabajo físico”. “Es
muy pobre la memoria que sólo funciona hacia atrás” se convierte en uno de los
pensamientos recurrentes del caricaturista. Por eso, otro de los aspectos más
interesantes de la novela son los vacíos o huecos del pasado, cuya reconstrucción
parece imposible y quedan al criterio del lector.
También
es importante en Las reputaciones la influencia que algunos personajes –como
el dibujante con su viñeta diaria en la prensa y con un prestigio ya
consolidado– pueden ejercer sobre la
opinión pública, que, por otro lado, es siempre voluble y tornadiza.
Juan
Gabriel Vásquez confirma con esta novela su maestría para el relato corto y su
habilidad literaria para tratar de manera sugerente y moderna la ambigüedad
moral de nuestro tiempo.
Carlos Bravo Suárez
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