A principios del pasado mes de marzo,
nos llegó la noticia de la muerte en Filipinas del religioso José Pascual
Benabarre Vigo, conocido en la comunidad benedictina como el padre Benigno.
Murió a los 102 años, tras una vida intensa y azarosa que lo llevó a ejercer el
sacerdocio y la acción misionera por diferentes lugares del planeta. En los
últimos tiempos, residía en las islas Filipinas, en cuya capital, Manila,
dirigía el colegio católico benedictino de San Beda.
Mosén José Benabarre había nacido el 23 de
mayo de 1915 en la pequeña localidad ribagorzana de Aler, muy cerca de
Benabarre, a cuyo municipio pertenece. A los 11 años ya fue llevado a Barbastro
para estudiar para misionero en la casa de formación que la orden benedictina
tenía en el cercano monasterio del Pueyo. Dieciocho monjes de la orden fueron
asesinados allí en el verano de 1936, poco después de estallar la Guerra Civil.
El padre Benabarre perteneció a la comunidad del Pueyo entre los años 1926 y
1932. El haber sido enviado al monasterio de Lemos, en Lugo, para continuar
estudios le permitió salvar la vida. Sobre sus compañeros asesinados, publicó
el libro “Murieron cual vivieron” (1991), en el que recoge fotografías y diversos
apuntes biográficos. Cuatro de ellos eran ribagorzanos: los padres Antonio
Suárez Riu (conocido como el padre Honorato) y Anselmo Palau Sin, nacidos en
Torres del Obispo; el padre Aurelio Boix Cosials, de Pueyo de Marguillén; y el
hermano Vicente Burrel Enjuanes, natural de Juseu. El último viaje a España del
padre José Benabarre fue para asistir en octubre de 2013 a la beatificación de
sus compañeros en Tarragona y a los actos posteriores celebrados en El Pueyo.
Ordenado sacerdote en 1938, ejerció
como cura rural en varias parroquias del obispado de Barbastro hasta 1944.
Posteriormente viajó a Chile y Filipinas como misionero y realizó estudios de
pedagogía en la Universidad Católica de América en Washington. Como misionero, estuvo en Puerto Rico y, de
nuevo, en Filipinas, donde se doctoró en Filosofía por la Universidad de
Manila. Desde 1961 a 1966 fue rector del Colegio filipino de San Beda, donde
dirigió también la escuela de Derecho.
En 1963 regresó a España debido a
una grave enfermedad. Durante su recuperación, se licenció en Teología pastoral
por la Universidad Pontificia de Salamanca. A los 88 años, se reintegró en la
Abadía Nuestra Señora de Montserrat de Manila y pasó sus últimos años en
Filipinas simultaneando la vida monacal con la pedagógica y pastoral del
colegio San Beda.
Fue escritor prolífico y en su larga
vida publicó cuarenta libros y numerosos artículos, muchos de ellos de tema
religioso. Destacan sus libros de memorias “Mis primeros 73 años” y “Mis
primeros cien años”, este último escrito en inglés. Sin embargo, para mí, es
especialmente atractiva una modesta publicación sobre su pueblo que recopiló en
2001 y tituló “Aler. Nido de ruiseñores. Apuntes para su historia”, donde
recoge numerosos datos y viejas fotografías de la pequeña población ribagorzana
en la que nació y a la que volvía cuando sus numerosas obligaciones se lo
permitían. Él mismo me la proporcionó y la guardo con cariño en fotocopias
encuadernadas. El padre Benabarre también colaboró con frecuencia en la última
fase de la publicación comarcal “El Ribagorzano”.
En los más de cien años de vida del
religioso, nuestra comarca ribagorzana ha perdido numerosa población. Andamos
por ello también escasos de personajes destacados e ilustres. El padre José
Benabarre Vigo ha sido, sin duda, uno de ellos. Descanse en paz.
Carlos Bravo Suárez
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