jueves, 13 de julio de 2017

DE LIZARA A CANFRANC POR EL GR-11.1

Grupo con Collarada al fondo.
 Refugio de Lizara
 Bisaurín
 Llano de Lizara, Bisaurín y Bernera.
 Explosión de lirios.
 Dejando atrás la niebla.
 Entre vacas.
 Subiendo al collado del Bozo.
 El collado del Bozo al fondo.
 Hacia el collado del Bozo.


 Cardos en el camino.
 En el collado del Bozo.


 Al otro lado, el valle de Rigüelo o Aísa.
 Bajando del collado.
 Hacia la plana de Izagra y su ibón colmatado.

 El dolmen de Izagra.
 La sierra de Aísa con la niebla.
 El valle de Aísa o Rigüelo.
 La Pedraza y el barranco de Igüer.
 Los Lecherines al fondo.

 Los Lecherines (punta y mallo).
 El mallo Lecherín.

 Subiendo hacía el collado de la Magdalena o de Torbillón.


 En el collado de la Magdalena, Rigüelo o Torbillón.
 Refugio López Huici.
 Dejando atrás el refugio.
 Fuente-abrevadero a cinco minutos del refugio.
 Mallata de Gabardito.
 Lirio blano (sólo vimos dos).

 Collarada al fondo.
 Entrando en el bosque de pinos.
 Claro de bosque antes del abetal. con Collarada delante.

 En el abetal.


 Fuente de los Abetazos.

 Muy cerca de Canfranc.

 Canfranc a la vista.
Restos de la Trinidad a la entrada de Canfranc.

El pasado domingo, el Centro Excursionista Ribagorza organizó una excursión desde el refugio de Lizara a Canfranc por el GR-11.1, uno de los ramales de la senda transpirenaica que conecta los mares Cantábrico y Mediterráneo. Pese a las tormentas del día y la noche anteriores, la excursión se realizó sin lluvias y con buena temperatura para caminar, con nieblas y nubes bajas en el inicio del recorrido y sol y cielos más despejados a medida que avanzaba la jornada.

 Eran las seis de la mañana cuando salimos de Graus en autobús para dirigirnos hasta el refugio de Lizara, situado en el término municipal de Aragüés del Puerto, en los Valles Occidentales, dentro de la comarca de la Jacetania. Tras tres horas de carretera, a las nueve de la mañana, llegamos al refugio de Lizara, situado a 1520 m. de altitud. Poco después de las nueve, los 24 participantes en la excursión comenzamos nuestra caminata siguiendo las marcas rojiblancas del GR y los numerosos indicadores del perfectamente señalizado camino. Siempre dirigiéndonos al este, y todavía con la niebla tapando las cimas de los picos Bisaurín y Bernera, atravesamos, entre vacas y numerosos lirios, el llano de Lizara. Poco después iniciamos la subida hacia el collado del Bozo, situado a 1.995 m. y al que llegamos poco antes de las once. Allí hicimos una primera parada para reagruparnos y reponer fuerzas.

Tras el descanso y las fotos de rigor, descendimos hacia el valle de Aísa o de Rigüelo que se abría ante nosotros. Desviándonos doscientos metros a la izquierda del camino, fuimos a ver el dolmen de Izagra, bien indicado y con un flamante panel informativo. Esta es una zona con mucha presencia de monumentos megalíticos prehistóricos. El de Izagra, situado en un pequeño altiplano y junto a un ibón colmatado que llevan el mismo nombre, es un dolmen de notables proporciones, cuya tapa o losa horizontal se halla caída sobre una de las losas laterales que se desplazó hacia el interior de la cámara funeraria.

Retornamos al GR  y descendimos ligeramente por la zona conocida como la Pedraza, junto al barranco de Igüer, girando luego para faldear por la parte alta del valle de Aísa o de Rigüelo. Durante un buen rato, disfrutamos de magníficas vistas de los Lecherines, cuyas singulares siluetas asomaban a nuestra izquierda. Después el camino se convierte en una zigzagueante y empinada subida en dirección al collado de la Magdalena, también llamado de Rigüelo o Torbillón que, situado a 2040 m., constituyó el punto más alto de nuestro itinerario. Desde allí se contemplan espléndidas vistas, con el pico Collarada destacando y cerrando majestuoso el horizonte.

Hasta lo alto del collado llega por la otra vertiente una pista transitable para vehículos. Por ella, en apenas quince minutos, alcanzamos el refugio López Huici, junto al cual, alrededor de las dos de la tarde, hicimos una parada para comer y reponer fuerzas. Ya siempre en bajada, salimos de la pista, pasamos por una fuente abrevadero y continuamos descendiendo hasta la majada de Gabardito, donde quedan restos de viejos corrales y hay otra fuente abrevadero para proveerse de agua. Girando ligeramente hacia la derecha nos adentramos en una zona de bosque. Primero un pinar con algunos preciosos ejemplares y después un precioso y más húmedo abetal por el que llegamos, entre las cinco y las cinco y media de la tarde, al pueblo de Canfranc. Habíamos recorrido 18 km en prácticamente ocho horas incluyendo las paradas. Todavía nos quedaba un largo viaje de regreso a Graus en autobús.

 

(Artículo publicado en Diario del Alto Aragón)

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