domingo, 4 de febrero de 2018

REEDICIÓN DE UN CLÁSICO POLICIACO

Con gran oportunidad y acierto, la editorial Siruela reeditó el pasado año, con una magnífica traducción de Guillermo López Gallego, “El último caso de Philip Trent”, un clásico de la novela policiaca que el Detection Club consideró en su momento como la mejor obra de este género escrita nunca. Entre quienes esto afirmaban, figuraban escritores como G. K. Chesterton y Agatha Christie, muchos años presidenta de este club londinense que reunía a los mejores autores británicos de narraciones policiacas. “El último caso de Philip Trent” fue publicada en 1913 por Edmund Clerihev Bentley (Londres, 1875 – 1956), conocido como E. C. Bentley, un autor que fue situado en vida a la altura de Arthur Conan Doyle o Agatha Christie, aunque la posteridad lo relegó a un segundo plano con respecto a la inmensa popularidad de los citados. De hecho, se dice que, cansado de la infalibilidad de Sherlock Holmes, Bentley creó a Trent, un detective igual de racional y meticuloso pero que, a pesar de su fama y su aguda inteligencia y capacidad de observación, no siempre logra establecer una conclusión acertada a sus aparentemente impecables razonamientos.

“El último caso de Philip Trent” es una extraordinaria novela policiaca y de misterio. Un relato que sigue muchos de los cánones del género, pero que también introduce otros innovadores para su tiempo. Y que, pese a los más de cien años transcurridos desde que fue escrita, mantiene su modernidad y se lee hoy con absoluta delectación, placer y gusto. El libro comienza con la breve explicación de los motivos por los que E. C. Bentley se lo dedica a su amigo G. K. Chesterton, que le había dedicado antes su famosa novela “El hombre que fue jueves”. Dice Bentley que el primer motivo por el que escribió su libro fue por la esperanza de que fuera del gusto de su amigo.

“El último caso de Philip Trent” arranca de una manera un tanto tópica en la novela policiaca: un magnate de las finanzas, de origen estadounidense pero que vive en Inglaterra, aparece muerto de un tiro en un ojo, muy cerca de su mansión, junto a un cobertizo. La primera sospechosa es su bella y delicada esposa, mucho más joven que él y con quien, pese a su vida en común, mantiene en los últimos tiempos unas relaciones manifiestamente deterioradas. Los otros posibles sospechosos son los dos secretarios del magnate (sobre todo, el joven, eficiente y atractivo Marlowe) y, en menor medida, alguna de las criadas o gente del servicio. La hipótesis más convincente acaba siendo, sin embargo, que el crimen haya sido obra de alguna persona externa o desplazada desde otro lugar, tal vez con el motivo de una venganza laboral. A investigar el asesinato se envía al inspector Murch, un policía veterano y buen profesional, y al joven y brillante Philip Trent. Ambos ya se conocen y respetan de casos anteriores. Trent es un pintor de éxito que, debido a su perspicacia, resolvió varios casos para el diario Record, que ahora lo ha contratado para que intente resolver la misteriosa muerte del rico empresario y cuente sus indagaciones a los lectores del periódico.

La investigación de Trent es lenta y detallista, pero a mitad de la novela, y eso es lo original, parece tener resuelto el caso y conocer ya la identidad del asesino. Sin embargo, y aunque no voy a hacer spoiler, diré que la novela no decae en este punto sino que, por el contrario, adquiere un giro inesperado y brillante que mantiene el suspense y la sorpresa hasta el último momento.

La novela está escrita con una prosa culta y elegante, con numerosas referencias literarias que las notas de la edición ayudan a identificar. Mantiene elementos propios de la narrativa policiaca de la época y, salvo en el crimen que se investiga, no encontramos en ella ningún otro episodio de violencia física. Se suceden las entrevistas y las argumentaciones lógicas, las falsas pistas y los giros más inesperados; y no faltan ni el agudo estudio de caracteres ni la ironía y el humor típicamente británicos. Hay también un lugar especial para los sentimientos, el aprendizaje y la iniciación.

El libro tuvo un enorme éxito cuando fue publicado y de él se han hecho varias adaptaciones cinematográficas. Haciendo honor al título, T. C. Bentley hizo desaparecer a su personaje hasta que, 23 años después, lo despidió definitivamente en la novela “Trent’s own case”, que no ha llegado a publicarse en España. Sin embargo, hay que celebrar la reedición de “El último caso de Philip Kent”, un excepcional relato policiaco por el que no parece haber pasado el tiempo.  

No hay comentarios: