Nadie
se salva solo. Margaret Mazzantini. Alfaguara. 2012. 220 páginas.
Aunque
nacida en Dublín en 1961, Margaret Mazzantini es otro de los nombres
importantes de la exitosa narrativa italiana actual. Actriz de cine y de teatro
además de escritora, Mazzantini ha publicado seis novelas en su país, dos de
las cuales -No te muevas y La palabra más
hermosa-, han sido llevadas al cine
por su marido Sergio Castellitto y protagonizadas por la actriz española
Penélope Cruz. Nadie se salva solo ha
tenido un gran éxito de ventas en Italia y en muchos países europeos. Su última
novela, Mare al mattino, ha sido ya
publicada en italiano y Alfaguara anuncia su próxima aparición en España.
Hay
que empezar diciendo que Nadie se salva
solo es una novela intimista que cuenta, con crudo realismo y gran verosimilitud,
el proceso de separación de una pareja, el derrumbe sentimental de una relación
que en unos años ha pasado del amor al odio, del pasional enamoramiento juvenil
a la ruptura sin posible retorno. Delia y Gaetano son una pareja de treintañeros
que lleva un tiempo separada y se junta ocasionalmente una noche para cenar en
un restaurante y hablar del reparto de sus dos hijos en las próximas vacaciones
veraniegas
En
realidad la novela transcurre solamente en esa noche, durante la tensa cena de
los dos protagonistas del relato. Todo lo demás constituye una sucesión de flashbacks, con continuas vueltas al
pasado que permiten conocer el proceso completo de la relación hasta su
traumático final. Uno de los mayores logros de la novela es la manera narrativa
de activar en los personajes esas transiciones temporales del presente al
pasado; cualquier detalle mínimo de uno de ellos lleva al otro al recuerdo de
algún momento, amargo o dulce, vivido antes conjuntamente o por separado.
Margaret
Mazzantini construye una crónica muy creíble del fracaso de una relación con un
estilo literario sobrio y conciso, que sin embargo permite ahondar en los
matices y detalles del proceso que conduce al desamor y en la compleja
personalidad de los dos personajes con sus respectivos pasados y presentes a
cuestas. La novela intenta aprehender, y en buena medida lo consigue, toda la
dificultad que entrañan las relaciones de pareja en el mundo contemporáneo. Y
eso, sobre todo, dejando hablar y recordar a los personajes por sí mismos, con
una presencia secundaria y casi mínima
del narrador externo. Su atinada voz, sin embargo, deja frases como esta
que resumen la propia perplejidad y confusión de la pareja: “Ahora son como dos
boxeadores asombrados por ese odio -¿o acaso es amor?- que sienten y no
comprenden”. Lo dicho: a veces del amor al odio solo hay un pequeño paso.
Carlos Bravo Suárez
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