domingo, 24 de abril de 2016

EL NADADOR EN EL MAR SECRETO


El nadador en el mar secreto”. William Kotzwinkle. Navona. 2014. 96 páginas.

William Kotzwinkle (Scranton, Pensilvania, 1944) es un destacado escritor estadounidense dedicado al género de terror y a los libros infantiles, consagrado y bastante premiado en su país. En un proceso a la inversa de lo habitual, convirtió en novela el guión de la película “E.T. El Extraterrestre” y escribió también, entre otros, el guión de una de las partes de “Pesadilla en Elm Street”.

En 1975, Kotzwinkle vivió una experiencia trágica: su primer hijo murió al nacer. Inmediatamente después de enterrarlo, se puso a escribir un relato breve e intenso en el que, en tercera persona y en forma de novela, contaba aquella experiencia traumática. "Fue un acto de desesperación. Escribí ese libro con lágrimas en los ojos desde la primera a la última página". Kotzwinkle envió el relato a una revista que se lo publicó y logró bastante éxito. La novela obtuvo algunos premios, pero su autor siguió dedicándose a la literatura infantil y de terror. A pesar de alguna modesta reedición, “El nadador en el mar secreto” cayó en el olvido hasta que en 2012 el novelista británico Ian MacEwan citó esta pequeña gran obra en su novela de espías “Tom y Serena”. Siempre discrepantes entre sí, la novela de William Kotzwinkle era la única en la que el gusto de los dos protagonistas coincidía. Esta referencia supuso una promoción gratuita e inesperada del libro de Kotzwinkle que, debido a su demanda, volvió a ser editado y obtuvo un éxito considerable. En España, traducido por Enrique de Hériz, fue publicado a finales de 2014 por la editorial Navona para iniciar su colección de tapa dura “Los ineludibles”, de la que solo aparecen cuatro títulos al año coincidiendo con cada una de las estaciones.

“El nadador en el mar secreto” es una novela corta, que no llega a las cien páginas. Sus dos protagonistas, y casi únicos personajes, son Laski y Diane. Ambos son artistas y viven en el lejano norte canadiense, en una solitaria cabaña en el bosque. El relato está narrado en tercera persona, pero siempre desde la perspectiva de Laski, Comienza en los últimos días del año, en el crudo invierno, cuando en plena noche Diane acaba de romper aguas. Laski podrá poner en marcha su vieja camioneta y, conduciendo por espesos bosques y silenciosas carreteras nevadas, llevar a su mujer hasta el hospital más próximo, situado a 50 km de distancia. Cuando todo parece marchar bien, el bebé muere en el parto y la pareja debe volver a su cabaña, cerca de la cual vive el viejo y solitario Ben.

“El nadador en el mar secreto”, cuyo poético título original se ha mantenido en la edición española, es un relato breve precioso y conmovedor. Un texto escrito sin sentimentalismo innecesario, sobrio y contenido, pero que desborda lirismo y poesía. Una balada triste sobre el nacimiento y la muerte, el principio y el fin unidos por un cordón que trágicamente se rompe. Dos seres unidos en la búsqueda y la concepción de una nueva vida y juntos también tras su dolorosa pérdida. Un viaje de ida y vuelta, entre inmensos bosques y paisajes nevados. Una soledad compartida. Una fusión con la tierra y la naturaleza. Pura poesía triste. Dolor y belleza. El ciclo de la vida en un minuto. El sentimiento trágico de la vida y la muerte.

William Kotzwinkle no necesita adornar con aderezos superfluos su breve y desnuda historia. No hay artificio verbal alguno en ella. Él mismo ha explicado ese proceso: "Yo era capaz de evitar todas estas trampas porque sólo tenía que escribir lo que pasó de la mejor manera que sabía, y eso implicaba utilizar una prosa sencilla y clara". El texto tiene las descripciones precisas y los diálogos justos. Las escritura parece fluir de la experiencia. Una vivencia dolorosa que nunca va a olvidarse, pero en la que queda la esperanza de otro intento.

“El nadador en el mar secreto” es literatura que nace de la vida y de la muerte. Un libro escrito de un tirón, para expulsar el dolor en lo posible y convertirlo en poesía. Aunque el dolor permanezca siempre, porque toda pérdida es única e irrecuperable.

Carlos Bravo Suárez

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