domingo, 3 de abril de 2016

FRANCAMENTE, FRANK



Francamente, Frank”. Richard Ford. Anagrama. 2015. 229 páginas.

Después de su estupenda novela “Canadá”, que reseñamos aquí el año pasado, Richard Ford (Jackson, Mississippi, 1944) ha publicado recientemente un nuevo libro cuyo titulo original en inglés es “Let Me Be Frank With You”, que en español, haciendo un fácil juego de palabras, ha sido traducido como “Francamente, Frank”. En él, el destacado escritor estadounidense ha recuperado a su personaje Frank Bascombe (protagonista de su famosa trilogía compuesta por “El periodista deportivo”, “El Día de la Independencia” y “Acción de gracias”), convirtiéndolo en narrador de esta nueva entrega narrativa, editada como siempre en nuestro país por Anagrama y con la traducción de Benito Gómez Ibáñez.

“Francamente, Frank” está compuesto por cuatro relatos ambientados a finales de 2012, inmediatamente después de que el huracán Sandy devastara buena parte de la costa atlántica estadounidense. Las cuatro narraciones breves están protagonizadas, y narradas en primera persona, por un Frank Bescombe, ahora con sesenta y ocho años y ya jubilado, que nuestra su escéptico desencanto solitario, nunca convertido sin embargo en pesimismo y amargura, con equilibradas dosis de ironía y humor negro y con la lucidez distante que suele proporcionar el paso de los años. Bescombe, que escribió un libro y fue periodista deportivo durante un tiempo, trabajó como vendedor de casas antes de jubilarse y ahora dedica parte de su tiempo a leer textos para ciegos en una emisora de radio y a ayudar cada semana a los soldados americanos que regresan de alguna de las lejanas guerras del imperio y que, a su vuelta, corren el riego de caer en la depresión y el suicidio. Frank, después de hacerlo en otros lugares, vive ahora en una zona residencial de Haddam, en Nueva Jersey, con su segunda esposa Sally, que se dedica a tareas humanitarias de ayuda a los afectados por el reciente huracán. Antes se divorció de su primera esposa Ann, con la que tiene dos hijos que se ganan ya la vida por su cuenta. Otro hijo de ese primer matrimonio murió joven, de una manera prematura, inesperada y dolorosa.

En “Frankamente, Frank” encontramos a un Bascombe sabedor de que entra en el último tramo de su vida e intenta mantener la serenidad ante la proximidad de las enfermedades y, en última estancia, de la inevitable muerte. Consciente de que solo se conoce bien aquello que ya se ha vivido y que la vida ya no es otra cosa que superar sucesivos fracasos que dejan momentáneamente el horizonte despejado de obstáculos para poder dar algunos pasos más. A determinada edad, la vida ya no es sino una continua mengua. “La vida se reduce a una sustracción gradual, tendente a una esencia más sólida, más cercana a la perfección”. Ya no se trata de hacer uno lo que quiere, sino de intentar no hacer lo que no se quiere. Además, como vemos progresivamente en los cuatro relatos del libro, la enfermedad va haciendo estragos entre muchos seres conocidos y próximos. Pese a ello, Frank mantiene su sentido del humor y no pierde ocasión para mostrar sus posiciones políticas favorables a Obama, al menos al de sus inicios como presidente, y su rechazo y mofa de las posiciones republicanas y conservadoras.
En “Aquí estoy yo”, relato que abre el libro, un antiguo amigo cita a Frank para ver cómo ha dejado el huracán Sandy, que parece haberse unido a la recesión anterior, la casa cercana al mar que éste le vendió hace unos años. En “Todo podría ser peor”, Frank recibe en su casa de Haddam la extraña visita de una misteriosa mujer negra (“la gente negra soporta una pesada carga tratando de comportarse normalmente”), que le cuenta que allí tuvo lugar una terrible tragedia que marcó para siempre su vida. En “La nueva normalidad”, Frank viaja en vísperas navideñas para hacer una visita a su primera mujer, que se encuentra internada en una moderna y desnaturalizada residencia para personas que sufren la enfermedad de Parkinson. Y, en “Muerte de otros”, la visita es a un antiguo amigo de la infancia que se halla hundido en la antesala de la muerte, aniquilado por un rápido y destructivo cáncer de páncreas.

No sé cuánto hay de alter ego de Richard Ford en el Frank Bascombe que narra estas cuatro magníficas historias y que es consciente de empezar a recorrer el que será ya el último tramo de su vida. Bascombe/Ford lo hace con dignidad y elegancia y, desde luego, desde el punto de vista literario, con una enorme maestría. También en materia de escritura, la sustracción de los años parece conducir al autor a una esencia bastante cercana a la perfección.

Carlos Bravo Suárez


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