“Un verano chino”. Javier
Reverte. Plaza & Janés. 2015. 256 páginas.
Javier
Reverte (Madrid, 1944) es posiblemente el mejor escritor español
actual de literatura de viajes. Son magníficos los relatos de sus
recorridos por Centroamérica, África, Grecia, el Amazonas, Alaska,
Irlanda o Roma, algunos de los cuales han sido reseñados en esta
sección. Su libro más reciente es “Un verano chino” que, con el
subtítulo de “Viaje a un país sin pasado”, ha sido publicado
como es habitual por Plaza & Janés .
Javier Reverte, que ya había estado
en China en dos breves visitas anteriores, en 1978 y 1987, realizó
en 2012 un largo viaje de dos de meses que ha recogido ahora en forma
de libro. Acompañan al escritor madrileño su amigo catalán Pere
Boix y la simpática guía local Xiao, una joven a quien desagrada su
país de origen (“Mi país es feo de cojones”) y que dice sentir
más atracción sexual por las mujeres que por los hombres, aunque a
lo largo del libro se comprobará que eso no parece del todo cierto.
El viaje se inicia en Pekín y termina en Shangai, y tiene como
objeto principal seguir el curso del río Yangtsé, el cuarto más
largo de la Tierra, tras el Amazonas, el Nilo y el
Missouri-Mississipi. Como ya vimos antes con el Congo, el Amazonas o
el Yukon, Reverte muestra de nuevo su interés particular, casi
fijación, por los grandes ríos y, en especial, por sus
desembocaduras. “Hay pocos lugares en donde pueda sentirse con tal
intensidad la hermosura del mundo y la vehemencia del existir como en
el violento encuentro de un gran río con un inmenso océano”.
Si Pekín era en 1978 una urbe pobre,
de humildes casas bajas en que la gente se desplazaba andando, en
carromatos o en vetustos autobuses de fabricación rusa y en 1987
estaba invadida por millones de bicicletas; en 2012, la capital china
es una gran urbe que ronda los veinte millones de habitantes, con
enormes rascacielos, puentes, grandes avenidas y abundancia de coches
de reciente matriculación, en su mayoría japoneses, y modernos y
potentes autobuses. El viajero constata que ahora en el tráfico de
las grandes ciudades chinas reina el caos y la ley del más fuerte,
con la prioridad de los vehículos más grandes sobre los pequeños.
Así, cruzar la calle se convierte en una peligrosa aventura porque
la preferencia nunca es del peatón y los policías de tráfico
suelen ser meras figuras decorativas. “En China la única policía
que se toma en serio su trabajo es la política”.
Burlando los controles policiales,
Reverte y sus compañeros penetraron en el Tíbet, casi siempre
cerrado al tránsito de los turistas, para acercarse al nacimiento
del Yangtsé, casi el único lugar en que el río se libra de la
contaminación, una constante creciente en el país, tanto en las
aguas de los ríos como en los cielos de las grandes ciudades.
Siguiendo el curso del Yangtsé, cuya traducción literal al español
sería “río largo”, los viajeros visitan las impresionantes
gargantas del Salto del Tigre, con los rápidos más peligrosos del
planeta. Después, el río se domestica y su ribera se llena de
monstruosas e infernales megalópolis (“Hay ciudades en las que no
ves el sol ni cuando sale”) hasta su hermosa desembocadura en el
Pacífico.
Tras
la lectura del libro, queda claro que la China actual no atrae para
nada a Javier Reverte. La sociedad china, salvo alguna cultura
minoritaria de aquel inmenso país, parece haberse entregado con
desmedida y ciega sumisión al progreso y al desarrollo
incontrolados, sin que parezca importarle demasiado el coste que eso
pueda tener en el futuro. Eso sí, en China hay ya muchísimos
millonarios a quienes gusta exhibir el lujo y tener amantes como
corresponde al nuevo estatus. En Pekín y Shangai hay más ferraris
que en cualquier capital occidental y no eres nadie si no tienes un
iPhone de última generación. Pese a ello, Reverte constata que los
chinos carecen de educación, se cuelan por la cara siempre que
pueden y siguen escupiendo con descaro y alevosía a cualquier hora
por las calles.
Como es habitual, Javier Reverte
ilustra su viaje con didácticos pasajes referidos a diversos
episodios de la historia reciente del país: la revuelta de los
bóxers, la guerra civil entre Mao Tsé Tung y Chiang Kai-shek, la
guerra chino-japonesa y las horribles matanzas cometidas por los
nipones o la vida de Mao y los años del maoísmo. También siguiendo
su costumbre, hay en “Un verano chino” algunas referencias
literarias, destacando las del libro que en los años veinte del
pasado siglo escribió sobre su estancia en China el escritor
estadounidense Somerset Maugham.
En resumen, otro interesante y ameno
libro de viaje de Javier Reverte. Aunque esta vez el país visitado,
salvo la singular y “menos china” ciudad de Shangai, no ha
logrado seducir al escritor y viajero.
Carlos
Bravo Suárez
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