“El país de los crepúsculos”
es una novela ambientada en el vecino valle de Boí, en el Pirineo leridano, durante
un frío mes de noviembre en el que el invierno y la nieve han adelantado su
llegada. Su autor es el mallorquín Sebastià Bennasar (Palma, 1976), periodista
y escritor que ha publicado un buen número de libros (sobre todo novelas, pero
también ensayos y poesía) y dirige varias colecciones de novela negra, género
en el que podemos considerarlo un auténtico especialista. El libro fue publicado
en catalán en 2013 y, tras el éxito obtenido en su lengua original, traducido
al castellano por el propio autor en 2015. En ambos casos, editado por Alrevés
Editorial.
“El país de los crepúsculos”
es una novela negra que responde a los esquemas clásicos del género. Arranca
con un espeluznante y misterioso asesinato ritual en la iglesia de Durro, al
que siguen otros en algunas de las iglesias románicas de la zona, declaradas
como se sabe patrimonio de la humanidad por su extraordinario estilo románico. Un
comisario de los Mossos que está casualmente en la zona realizando un curso se
pone al frente de la investigación, en la que colaboran mossos de El Pont de
Suert, La Pobla de Segur y La Seo de Urgel. En la trama se mezcla la
reaparición del lobo en la zona (visto por unos pastores y estudiado por una
bióloga), un grupo ecoterrorista de liberación de la Vall de Boí que pretende
volar los pantanos construidos por Franco comenzando por la presa de Caballers,
una exdiputada francesa del Frente Nacional que se instaló en la zona, un
contrabandista, un viejo represor franquista, una especie de bruja que practica abortos clandestinos, la
buena gastronomía del valle o una leyenda de crímenes y venganzas que se
remonta a la época medieval.
Una extraña y variopinta mezcla de
ingredientes con la que Bennasar hilvana una trama bastante bien construida en
la que consigue que encajen unas piezas tan dispares. Eso sí, los crímenes, de
un sadismo y una violencia inusitados, parecen bastante inverosímiles en ese
marco rural si atendemos exclusivamente al plano de la posible realidad. Pero estamos
hablando de literatura y ficción y en ellas todo cabe. Como se dice en la
promoción del libro, esta es una novela rural con aires de novela nórdica y con
una violencia de novela americana. Aunque como se observa en varias de las
reseñas que he escrito aquí recientemente, parece una constante de la novela
moderna, y también de cierto cine tarantiniano, un exceso truculento en la
práctica y descripción de la violencia y los asesinatos en serie.
Uno de los aspectos más
atractivos de la novela, y el motivo principal de elegirla como lectura, es el
marco geográfico en que se desarrolla. Y aquí sí que todo se ajusta a la
realidad más fiel. Los pueblos y sus iglesias (Barruera, Erill la Vall, San
Joan, Taüll, Durro...), los bares y restaurantes (todos con sus verdaderos
nombres), los refugios, las montañas, los ríos, los platos típico, etc. Lugares
que conozco en la mayoría de los casos. Y eso siempre añade un plus de
atractivo a la lectura. Aquí, en un noviembre de frío intenso, con carreteras y
caminos nevados y temperaturas gélidas, que llegan hasta los -15º en lugares
como el refugio de Amitges, donde transcurre algún episodio de la novela.
Tal vez uno de los aspectos de
la novela que rechinan algo sea la traducción del texto del catalán al
castellano. A veces demasiado literal y con algunos giros que parecen algo
forzados en el castellano, que pierde algo de fluidez y espontaneidad. No me
extiendo más aquí, pero concluiré diciendo que la novela se deja leer y que
desde luego tiene un ritmo trepidante. He devorado sus escasas doscientas
páginas en tres o cuatro tiradas. Pero, después de haber leído unos cuantos
libros de una calidad literaria muy superior, este, tal vez por comparación y
aunque no sea malo, me ha sabido a bastante menos. Lo cual no quiere decir que
no vaya a gustar a muchos lectores.
“El
país de los crepúsculos”. Sebastià Bennasar. Alrevés Editorial. 2015. 204
páginas
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