La
escritora Olga Tokarczuk (Sulechów, Polonia, 1962) fue la ganadora del Premio
Nobel de Literatura 2018, que recibió el pasado año junto al escritor alemán Peter
Handke, ganador del galardón en 2019. Narradora, ensayista, poeta, adaptadora
teatral y psicóloga, la escritora polaca es autora de una amplia e interesante
obra literaria que hasta ahora era muy poco conocida en España. Algunos de sus libros
se han reeditado en fechas recientes tras la concesión del Premio Nobel. Entre
los más destacados figuran “Sobre los huesos de los muertos” (Océano, 2015 y
Siruela, 2019) “Los errantes” (Anagrama, 2019) y “Un lugar llamado Antaño”, que
había sido publicado por Lumen en 2001 y ahora ha editado Anagrama también con
traducción de Bogumiła Wyrzykowska y Ester Rabasco Macías.
Publicada
en su país en 1992, “Un lugar llamado Antaño” fue la tercera novela de la escritora
polaca y la que la descubrió como una de las voces narrativas más potentes de
la literatura centroeuropea y la dio a conocer internacionalmente. Habrá que
empezar diciendo que “Un lugar llamado Antaño” es una novela fascinante y de un altísimo nivel
literario. Por ella transitan un buen número de personajes a lo largo de buena
parte del siglo XX, con lo que el relato tiene como fondo la historia polaca y
europea de este periodo, con las dos guerras mundiales, la ocupación rusa o el
triunfo del comunismo y su régimen burocrático y corrupto como periodos
destacados. Todo visto desde un pueblecito imaginario de la Polonia más rural y
profunda. En “Un lugar llamado Antaño”, encontramos una muy sugerente y
equilibrada mezcla entre el realismo más crudo y el realismo mágico de un,
pongamos, Gabriel García Márquez. De hecho, Antaño recuerda por momentos, y
salvando las muchas y sustanciales distancias, al Macondo del escritor
colombiano.
Se
explica perfectamente en estas líneas de introducción de las ediciones
españolas del libro: “Desde el estallido de la primera guerra mundial, varias
generaciones de campesinos luchan por la felicidad en un lugar llamado Antaño,
un pueblo ficticio de Polonia donde realidad y magia se confunden para crear
uno de los universos literarios más bellos y sobrecogedores de los últimos
tiempos. Los horrores y las ilusiones de felicidad del siglo XX son encarnados
aquí por unos personajes inolvidables que transitan entre el sueño y la
realidad, el misticismo y el horror”. “Antaño es un pueblo mítico situado en el
corazón de Polonia, un microcosmos habitado por personajes singulares y
excéntricos: Genowefa, Espiga, Misia, el Hombre Malo, el señor Popielski,
Michał, el viejo Boski, Izydor, Florentynka, Ruta, la señora Papug, un rabino
que regala un extraño Juego, cosacos invasores, almas en pena que se creen
vivas, viejas locas que entienden a los animales, perros sabios como Pepona,
caballos, vacas, ángeles guardianes e incluso el mismísimo Dios”.
Antaño es un pequeño pueblo de una comarca
rural y, a la vez un microcosmos denso y literariamente sustancioso. Como ha
escrito en su blog Javier García, “Antaño, como Macondo y también Comala, es a
la vez un no-lugar y todos los lugares, un aleph, el centro del universo”. Y
vemos cómo van pasando los acontecimientos históricos y las generaciones,
envejeciendo y muriendo los personajes y cambiando ese lugar permanente que a
su vez tiene el nombre del pasado. El Tiempo, así con mayúsculas, es
protagonista destacado de la novela y, por ello, cada uno de sus capítulo se
titula “Tiempo de…”, seguido del nombre de alguno de los personajes. Desde el
primero, “Tiempo de Antaño”, hasta el último, y casi un epitafio, “Tiempo de
Adelka”, personaje hasta aquí sin apenas protagonismo que con su abrigo de
marca y sus zapatos italianos de tacón visita a su envejecido padre que resiste
en su destartalada casa en soledad y amargura en espera de la muerte. Y así es
como Antaño va a significar su propio nombre a ojos de la nueva y, para bien o
para mal, rompedora modernidad polaca y europea.
Narrada
primorosamente, con diferentes narradores y puntos de vista, la novela absorbe
al lector dejándole siempre un poso de tristeza, pero al mismo tiempo la
sensación de estar leyendo una obra inolvidable que perdurará en su memoria y a
la que deseará seguramente volver en el futuro. Desde luego, habrá que leer
todo lo que se pueda de esta extraordinaria escritora a quien la acertadísima
concesión del Premio Nobel nos ha descubierto para disfrute y deleite literario.
http://wmagazin.com/relatos/la-nobel-de-literatura-olga-tokarczuk-reivindica-la-ternura-para-mejorar-el-mundo-la-vida/?fbclid=IwAR1qAln7lnCIlefLiSdAl1JstAHSHAFaMVbAHrYG4V3r3eSb4-RUmYF8EJU#el-narrador-tierno
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