domingo, 6 de septiembre de 2020

LA PIEL


 

Afincado en Zaragoza, Sergio del Molino (Madrid, 1979) es uno de los escritores más en alza de la literatura española actual. Columnista durante años de Heraldo de Aragón y actualmente de El País, es autor del exitoso ensayo “La España vacía” y de interesantes novelas como “La hora violeta” o “La mirada de los peces”. “La piel”, publicado por Alfaguara, es su último libro.

“La piel” es un libro singular y atípico. Aunque pueda considerarse sobre todo una novela, es una obra de intención miscelánea y mestiza, donde se mezclan diferentes géneros y registros literarios. Sin ser en puridad ninguna de estas cosas, el libro tiene parte de ficción pero también de ensayo y de autobiografía. Lo define muy bien el crítico Santos Sanz Villanueva: “La forma mestiza de ‘La piel’ permite aunar la autoficción, lo ensayístico, lo novelesco, la indagación antropológica y el testimonio histórico social. La prosa creativa y vivaz sustenta una escritura de alta calidad literaria y emocionante que Sergio del Molino trasmite con poderío comunicativo”.

El libro está narrado en primera persona, pero huyendo de cualquier egocentrismo,  y su tema principal y eje vertebrador es la psoriasis, enfermedad cutánea que padece el narrador y sobre cuya condición “monstruosa” habla con su hijo, a quien va destinado el texto. A partir de ahí, se dedican sucesivos capítulos a personajes famosos que han sufrido esta enfermedad y a su relación con la misma y la influencia, positiva o negativa, que ha tenido en su comportamiento con los demás. “Me he identificado con un montón de monstruos, me he contado a través de sus vidas, me he rascado en sus propias llagas y me he dolido en sus huesos. He recogido sus historias para contárselas a mi hijo y que entienda a qué raza pertenece su padre […]”.

El primero de esos personajes es Stalin, de cuyo carácter represor y genocida culpa el autor a la psoriasis, que induce al siniestro personaje a la venganza (“Como yo no soy historiador, puedo decir sin que suene a herejía, que fueron el picor, el dolor reumático, la vergüenza y, sobre todo, la envidia del bronceado y de la piel fina sin más imperfección que una peca diseminada en el nacimiento del cuello, lo que causó el desastre”).También tiene capítulo dedicado el escritor estadounidense John Updike, del que se cuenta su atracción por una joven y bella bibliotecaria negra a la que el creador de Conejo visita con frecuencia durante unas vacaciones veraniegas en una pequeña y alejada isla de las Antillas británicas; la cantante neoyorquina Cyndy Lauper, intérprete, entre otras, de dos canciones (“Girls Just Want to Have Fun” y “Hope”) que despiertan sentimientos contrarios en el autor, que adora la primera y desprecia la segunda; o el narcotraficante Pablo Escobar, obsesionado por reafirmar su virilidad ante su anfitrión homosexual que busca infructuosamente su atención y simpatía. Y, sobre todo, y para cerrar el libro, el escritor ruso Vladimir Nabokov, por el que del Molino muestra su devoción literaria. Nabokov llamaba a la psoriasis “mi griego” y de él se cuenta un episodio de infidelidad en un periodo de ausencia de su mujer Vera y otro de su estancia de niño en Biarritz, donde aprendió la denominación vasca de la palabra mariposa.

Pero hay otros personajes, que sin padecer psoriasis, también tienen su importancia en el libro, como el estudioso alemán Felix von Luschan, autor del método que lleva su nombre, compuesto por treinta y seis baldosas ordenadas en escala cromática que representan todos los tonos posibles de la piel humana y que da pie para reflexionar sobre el racismo y el conocido caso del negro disecado de Banyoles. Muchos otros temas aparecen en el libro: la relación entre sanos y  enfermos (la enfermedad como “seña de identidad más profunda que cualquier otra marca de clase o nación”), entre padres e hijos, entre la piel y el sexo o los médicos y los pacientes, el negocio de los tratamientos cutáneos, la obsesión por la apariencia y la tiranía de la imagen y algunos más. Siempre bien engarzados en las diferentes historias que se cuentan.

Como escribe Rubén Amón, “la mejor virtud del libro consiste en la naturalidad de la narración, la atención que suscitan sus vaivenes, la armonía con que se traslada de la ironía a la sensibilidad, del sarcasmo a la angustia, de la erudición al coloquialismo”. No puedo extenderme más aquí, pero termino diciendo que “La piel” es un libro magnífico, que me ha gustado mucho y cuya lectura  recomiendo vivamente.

“La piel”. Sergio del Molino. Editorial Alfaguara, 2020, 236 páginas.


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