Tras
el éxito obtenido por sus tres novelas anteriores (“Morir no es lo que más
duele”, “Antes mueren los que no aman” y “Lo que no cuentan los muertos”), Inés
Plana (Barbastro, 1959) acaba de publicar “La fugitiva”. Una novela en la que
aparca momentáneamente al teniente Tresser, protagonista de los tres relatos anteriores,
para crear un nuevo personaje, en este caso femenino, que protagoniza una
vibrante narración, inscrita nuevamente en los cánones del género negro y
policiaco que tan bien maneja.
La
protagonista de “La fugitiva” es Rosaura Castán, una mujer de 42 años, nacida
en Barbastro, como la autora, a la que parece perseguir la desgracia. Rosaura
se ha sentido siempre culpable de la muerte de su madre, por un accidente
fortuito, ocurrido en su infancia, del que ella se hace responsable. Se fue a
estudiar Enfermería a Madrid y tuvo un hijo como madre soltera. Adrián era el
amor de su vida, un brillante estudiante de matemáticas que adoraba a su madre
y parecía el hijo perfecto. Sin embargo, un día, el joven, de tan solo veinte
años, apareció muerto, misteriosamente apuñalado en un parque madrileño.
Enloquecida por la pérdida, Rosaura atropella con su coche y mata a quien ella
cree equivocadamente el asesino de su hijo. Tras dos años en prisión, Rosaura
disfruta de su primer permiso en libertad. Su obsesión es encontrar al asesino
de su hijo y aprovecha el permiso carcelario para continuar con algunas
pesquisas que ya empezó en la prisión. Y aquí comienzan realmente la trama de
la novela y los problemas de Rosaura, que vivirá una verdadera odisea, obligada
por las circunstancias a una continua huida, que es a la vez una inquebrantable
búsqueda de los culpables de la muerte de su hijo.
“La
fugitiva” es un thriller intenso, que va ganando con su lectura, una novela
adictiva, repleta de intriga, suspense y acción. Narrada con una prosa ágil,
con mucho ritmo y con giros inesperados en la trama, que hacen que el lector no
gane para sobresaltos y sorpresas. También con un personaje muy potente, muy
bien creado por la autora en todos los aspectos. Rosaura Castán es una mujer
atormentada, con una compleja relación con una familia de la que se ha ido
alejando, acosada interiormente por un sentimiento de culpa del que no puede
escapar desde su infancia. Tras la muerte de su hijo (lo peor que puede pasarle
a una madre), surge de sus entrañas una fuerza interior imparable, un deseo
irrefrenable de averiguar las causas de la muerte de su hijo, de buscar a sus
asesinos, una sed insaciable de venganza, pero, sobre todo, de justicia.
La
novela es muy cinematográfica. Y no solo por las muchas referencias al cine y a
numerosas películas que aparecen en el texto. También por su acción trepidante.
Se suceden las persecuciones en todos los medios de locomoción posibles: coche,
metro, tren, barco, autobús... Si un título de una película describiría en
buena medida la situación de Rosaura, este sería “Con la muerte en los
talones”. Y aunque en esta novela, y a diferencia de las anteriores de título
más largo, no figure la palabra muerte en su breve título, no será porque no
haya muertes en el relato, pues los cadáveres se acumulan, y muy a su pesar, tras
Rosaura y sus andanzas. También en este libro aparecen el amor y el mal. El amor,
en forma platónica con sus timideces e inseguridades propias. El mal, en
mayúscula y en su proximidad cotidiana y gratuita, camuflado tras las falsas
apariencias de nuestra sociedad.
Y otro
aspecto primordial para los lectores altoaragoneses y, sobre todo, para los
barbastrenses, son las muchas referencias a la capital del Vero en esta novela.
Como ya se ha dicho, Rosaura, igual que Inés, es nacida en Barbastro. También
lo era su padre, y por eso hay momentos familiares de la infancia de la
protagonista que transcurren en esta ciudad y en algunos de sus espacios más
conocidos y emblemáticos. Asimismo, cuando, en el transcurrir de la historia,
Rosaura regresa momentáneamente a su ciudad natal. Incluso aparece, en una
especie de cameo, el propio padre de la autora, Santiago Plana, fundador de las
Sederías Goya, ubicadas en la Plaza del Mercado, y persona emprendedora, afable
y de mucha conversación. Además, hay otras referencias altoaragonesas, como al
pueblo de Laspaúles o al delicioso pastel ruso de la oscense pastelería Ascaso,
pese a que en esta ocasión, Rosaura lo adquiera en la sucursal madrileña de la
pastelería.
Inés
Plana ha vuelto a proporcionarnos un consistente y bien armado relato de
misterio y aventuras, demostrando su capacidad literaria para crear nuevos
personajes y situaciones que igualan, si no mejoran, a los de sus anteriores
novelas. Aunque en la próxima, según ella misma anuncia, vuelva el teniente
Tresser a la palestra, ya sabemos que, tanto con él como sin él, vamos a
disfrutar de las nuevas historias narrativas que surjan de la fértil imaginación
literaria de la escritora altoaragonesa.
“La
fugitiva”. Inés Plana. Planeta de libros. 2024. 440 páginas.
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