La jauría y la niebla, Martín Casariego, Algaida, 2009, II Premio Logroño de Novela
Martín Casariego (Madrid, 1962) trata en su última novela un tema de bastante actualidad: el acoso escolar y sus consecuencias. La jauría y la niebla se ambienta en una pequeña población vasca y cuenta tres historias paralelas que transcurren en un solo día y cuyos relatos confluyen en algunos momentos del libro.
Son las historias de Ander, Leandro e Ignacio Mayor. Ander es un estudiante de bachillerato que siempre ha estado integrado con sus compañeros de clase pero que, de repente y por motivos que el autor sólo apunta para que el lector vaya adivinando, comienza a ser hostigado y marginado por ellos. Ander vive en silencio esa tortura sin que nadie externo al grupo –ni sus agobiados padres ni los profesores del centro- sea capaz de detectarla e impedirla. Leandro es el hermano pequeño de Ander y su mayor preocupación es resolver una duda que lo angustia: si los Reyes Magos son o no los padres. Una metáfora que simboliza claramente el final de la inocencia. Ignacio (o Iñaki) Mayor es un escritor ya entrado en años que ese día visita la escuela y el instituto de la localidad para hablar a los alumnos sobre el libro que acaba de publicar.
Como telón de fondo de la novela aparece la situación en el País Vasco. Se puede observar en algunos pasajes del libro la intolerancia que sufren, aunque quienes la ejercen crean paradójicamente lo contrario, los que no se muestran como nacionalistas vascos. Entre ellos están los padres de Ander. La denuncia de esa situación no es aquí tan evidente como en el magnífico libro de relatos Los peces de la amargura, de Fernando Aramburu, pero se adivina su presencia decisiva y se muestra explícitamente en algunas situaciones: la madre que abofetea a su hijo por hablar en castellano, el monitor que vigila que los niños sólo hablen eusquera en el patio o el escritor Ignacio Mayor que ya no puede volver a visitar el instituto porque no escribe en vasco.
Las tres historias se van contando en paralelo alternándose en los sucesivos capítulos, de manera ágil y fluida. El tema del acoso escolar, cuyo tratamiento en algunas ocasiones puede derivar hacia un cierto sensacionalismo, es tratado aquí con bastante rigor y verosimilitud. Todo ello hace de la “La jauría y la niebla” una novela de lectura recomendable.
Carlos Bravo Suárez
Martín Casariego (Madrid, 1962) trata en su última novela un tema de bastante actualidad: el acoso escolar y sus consecuencias. La jauría y la niebla se ambienta en una pequeña población vasca y cuenta tres historias paralelas que transcurren en un solo día y cuyos relatos confluyen en algunos momentos del libro.
Son las historias de Ander, Leandro e Ignacio Mayor. Ander es un estudiante de bachillerato que siempre ha estado integrado con sus compañeros de clase pero que, de repente y por motivos que el autor sólo apunta para que el lector vaya adivinando, comienza a ser hostigado y marginado por ellos. Ander vive en silencio esa tortura sin que nadie externo al grupo –ni sus agobiados padres ni los profesores del centro- sea capaz de detectarla e impedirla. Leandro es el hermano pequeño de Ander y su mayor preocupación es resolver una duda que lo angustia: si los Reyes Magos son o no los padres. Una metáfora que simboliza claramente el final de la inocencia. Ignacio (o Iñaki) Mayor es un escritor ya entrado en años que ese día visita la escuela y el instituto de la localidad para hablar a los alumnos sobre el libro que acaba de publicar.
Como telón de fondo de la novela aparece la situación en el País Vasco. Se puede observar en algunos pasajes del libro la intolerancia que sufren, aunque quienes la ejercen crean paradójicamente lo contrario, los que no se muestran como nacionalistas vascos. Entre ellos están los padres de Ander. La denuncia de esa situación no es aquí tan evidente como en el magnífico libro de relatos Los peces de la amargura, de Fernando Aramburu, pero se adivina su presencia decisiva y se muestra explícitamente en algunas situaciones: la madre que abofetea a su hijo por hablar en castellano, el monitor que vigila que los niños sólo hablen eusquera en el patio o el escritor Ignacio Mayor que ya no puede volver a visitar el instituto porque no escribe en vasco.
Las tres historias se van contando en paralelo alternándose en los sucesivos capítulos, de manera ágil y fluida. El tema del acoso escolar, cuyo tratamiento en algunas ocasiones puede derivar hacia un cierto sensacionalismo, es tratado aquí con bastante rigor y verosimilitud. Todo ello hace de la “La jauría y la niebla” una novela de lectura recomendable.
Carlos Bravo Suárez
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