domingo, 20 de septiembre de 2009

INDIGNACIÓN Y CASTIGO

Indignación, Philip Roth, Mondadori, 2009, 165 páginas

Philip Roth (Newark, 1933) es una de las grandes voces de la narrativa estadounidense actual. Su última novela, Indignación, es otra muestra más de su enorme talento literario, que se mantiene intacto con el paso de los años.

Indignación es un relato breve, aparentemente una simple novela de iniciación que transcurre en los primeros años cincuenta del pasado siglo XX. Sin embargo, en las pocas páginas del libro se condensan algunos grandes temas, muchos de ellos ya presentes en otras obras del autor: la necesidad de emanciparse de la familia, la fuerza casi incontenible del sexo, los primeros amores, las relaciones del individuo con la sociedad, el afán del poder de manipular al individuo en nombre de los intereses del grupo inmiscuyéndose en los aspectos privados de su vida, la dificultad de ser y mostrarse independiente, el imparable deterioro que produce la edad, las reacciones impulsivas y sus consecuencias, la angustia existencial o el temor a la muerte. Y, como telón de fondo, el puritanismo de la sociedad americana entre la Segunda Guerra Mundial y la llegada de John Kennedy a la presidencia del país.

El protagonista de Indignación es Marcus Messner, un joven judío de Newark, en Nueva Jersey. Marcus es el único hijo de una familia trabajadora y honrada que regenta una carnicería. Ante la agobiante preocupación de su padre por evitarle cualquier riesgo, el joven decide ir a estudiar a la lejana universidad de Winesburg, en Ohio, en la America más rural y puritana. Marcus sólo se preocupa por aplicarse y conseguir unas notas brillantes que le permitan mejorar la situación social de su familia y evitar ser enviado como soldado a la guerra de Corea. Sin embargo, su vida solitaria y su rechazo a formar parte de cualquier asociación, a realizar deportes de grupo o a participar en las ceremonias religiosas obligatorias hacen que el decano de los alumnos lo llame a su despacho. Las dos entrevistas, sobre todo la primera, entre el decano Caudwell y Marcus son dos de los mejores momentos de la novela. El joven estudiante hace una argumentada defensa de la individualidad y de la independencia de criterio, con citas a Bertrand Rusell, frente a los intentos de injerencia en la privacidad que cercenan la libertad del individuo. La aparición de la joven y compleja Olivia y las consecuencias de sus indignadas respuestas a Caudwell complicarán aún más las cosas a Marcus y precipitarán su desgraciado final.

La lectura de los libros de Philip Roth no suele dejar indiferente. De alguna manera consigue siempre agitar la conciencia del lector. Ese es, sin duda, uno de sus mayores logros.

Carlos Bravo Suárez

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