Cincuenta y una personas participamos el pasado
domingo, 23 de noviembre, en una excursión por el GR-19 organizada por el Centro
Excursionista Ribagorza con sede en Graus. La actividad se inscribía dentro del
programa “Conocer Aragón por GR”, impulsado por la Federación Aragonesa de
Montañismo, y consistió en una excursión matinal de 15 km desde Gistaín, o
Chistén, hasta Salinas de Sin y una posterior comida de hermandad en el Mesón
de Salinas, situado en la confluencia de los ríos Cinca y Cinqueta.
Salimos de Graus en autobús a las siete de la mañana y
llegamos a Gistaín poco antes de las nueve. El pueblo está situado a 1378 m de
altitud y en él destacan tres llamativas torres del siglo XVI: las de las casas
Tardán y Rins y la de la iglesia parroquial de San Vicente. Atravesamos la localidad e iniciamos la caminata con una breve subida hasta los 1500 m., punto
más alto del recorrido. Descendimos por un bosque de robles con magníficas
vistas del valle de Chistau y con el pueblo de Plan bajo nosotros. En dirección
oeste, pasamos por las bordas de Feneplán y, entre piedras, vadeamos el
barranco del Mon. A las 10.30 llegamos a Serveto y paramos a desayunar en su
plaza mayor, sentados en unos bancos de cemento junto a la iglesia de San
Félix, de bonita torre de planta cuadrangular. Desde Serveto, fuimos a Sin por
carretera, por donde transita el GR-19. A un lado de la carretera, en el cruce
con el GR-19.1 que lleva a Bielsa por el collado de la Cruz de Guardia, se
encuentran las exiguas ruinas de la vieja ermita de Santa Lucía, donde
antiguamente se reunían tres veces al año los representantes de los tres
pueblos que constituían La Comuna: Sin, Serveto y Señés.
Enseguida llegamos a Sin, que tiene algunas
construcciones tradicionales y una bonita iglesia parroquial con ábside
románico. Como vimos que el tiempo empeoraba, decidimos no entrar en el pueblo
e iniciar el ascenso al plan de Sebillún. Esta subida es lo más exigente del
recorrido, aunque es corta y sólo tiene unos doscientos metros de desnivel. El
camino asciende muy directo, a diferencia de la pista paralela que va subiendo
en zig-zag. En el plan de Sebillún, a las doce de la mañana, comenzó a llover.
Hicimos una foto de grupo e iniciamos el descenso a Salinas de Sin. Son unos
600 m. de desnivel que nos llevaron un par de horas. El sendero está bien
señalizado y es bastante cómodo, sólo en un corto tramo muy erosionado había
que poner algo más de atención. Tuvimos que protegernos con chubasqueros y
paraguas porque seguía lloviendo y, aunque la lluvia era fina, nos iba calando
poco a poco. El camino transita por bosque de carrascas, robles y algunos
pinos. A las 14 horas llegamos a Salinas de Sin, un pueblo constituido en buena
medida por construcciones modernas para trabajadores cualificados de las
centrales hidroeléctricas de la zona. Desde el puente sobre el río Cinca, se
contempla una pequeña y hermosa garganta con grandes rocas en el cauce y aguas
de intenso color azul.
A las dos de la tarde, tras cinco horas de recorrido,
llegamos al Mesón de Salinas en cuyo aparcamiento nos esperaba el autobús. Nos
cambiamos de ropa y nos fuimos a comer al restaurante, tal como teníamos programado.
Comimos muy a gusto y en muy buena convivencia y armonía. Un poco antes de las
17 horas, iniciamos el viaje de vuelta en autobús. A las seis en punto de la
tarde llegábamos de regreso a Graus.
Carlos Bravo Suárez.
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