“El embalse 13” es una magnífica novela del escritor británico Jon McGregor (Bermudas, 1976), publicada en España por la exquisita Libros del Asteroide, con traducción de Concha Cardeñoso. McGregor es una de las figuras más consolidadas de la nueva narrativa europea y ha sido tres veces finalista del prestigioso Premio Man Booker Internacional. En España han sido publicadas sus tres anteriores novelas: “Si nadie habla de las cosas que importan” (2002), “Tantas maneras de empezar” (2006) y “Ni siquiera los perros” (2010); las tres editadas por Salamandra. También ha escrito un par de libros de relatos que no han sido traducidos al español.
“El embalse 13” transcurre en un pequeño pueblo del norte de Inglaterra, próximo a Manchester, pero cuyo nombre no se cita en el libro. Junto a esta localidad rural y rodeada de naturaleza virgen a la que acuden numerosos excursionistas se sitúan varios embalses utilizados como fuentes de energía. De manera algo engañosa, la novela se inicia con la misteriosa desaparición de una adolescente que está pasando con sus padres las navidades en el pueblo. Sin embargo, el relato no sigue para nada los derroteros clásicos del thriller ni de la investigación policial. Bien al contrario, la desaparición de la joven es un elemento más, y prácticamente secundario, del discurrir cotidiano de esa pequeña comunidad rural a lo largo de 13 años. Tantos como capítulos tiene el libro, a razón de uno por año. Cada uno de ellos se inicia con la misma frase (“A medianoche, cuando llegó el Año Nuevo…”) y con la descripción de los fuegos artificiales que celebran su llegada. Y continúa con el relato de todo el año y sus sucesivas estaciones, remarcando ese transcurso del tiempo con referencias a los cambios en la fauna y la flora del lugar: los zorros, los tejones, las flores, la cosecha…
Pero el grueso de la narración es el mosaico de historias, al modo de una colmena –como nuestra famosa novela de postguerra–, de diferentes personajes del lugar que viven sus entrelazadas relaciones: sus amores y desamores, sus separaciones y reencuentros, sus rutinas, sus paseos, sus secretos… Pequeñas secuencias de esos personajes que se van alternando a lo largo de la novela y de los años y que al principio, por su número, le cuesta identificar al lector que, sin embargo, se va familiarizando con ellos a medida que se van repitiendo sus apariciones. La narración constituye así un precioso y denso relato del paso inexorable del tiempo, de unos personajes que sabemos transitorios dentro del ritual reiterado y continuo de la naturaleza y su ciclo permanente de nacimientos, desarrollo, apareamientos y muertes. Y la desaparición de la niña no es sino una referencia permanente que sigue ahí sin resolverse mientras los personajes viven su vida diaria y sus afanes y ambiciones cotidianas.
Lo ha explicado muy bien el novelista y crítico literario José María Guelbenzu: “Y así este relato maravilloso se convierte en otro modo de tratar el realismo; es un relato que no cansa por más que en su transcurso natural parezca ser obligadamente repetitivo (avanza año a año) a causa de las debidas diferencias que establece el curso de la vida. Individualiza a todos los personajes (el lector ha de familiarizarse con ellos, pues son muchos, para poder seguirlos), los entrevera, y de este modo nos encontramos leyendo el completo fluir de la vida animal, vegetal, estacional y emocional del pueblo. Es el milagro literario que consigue el autor, sin que el interés ni la atención decaigan un solo instante. Es la creación de un verdadero pathos”.
“El embalse 13” es literatura con mayúsculas, una novela magnífica, muy recomendable, de un realismo cotidiano que posiblemente decepcione a quienes busquen las emociones fuertes y los sobresaltos que su engañoso inicio parece prometer. Pero tampoco se trata de un relato rural a la antigua usanza, con rudos campesinos británicos anclados en el tiempo. Estamos en un pueblo incorporado por completo a la vida actual, con tecnología y modos de vida, mentalidades y hábitos absolutamente modernos. Y, a la vez, insertado en una naturaleza todavía no contaminada, con la flora y la fauna siempre presentes y próximas, marcando el paso del tiempo y, simultáneamente, la inmutabilidad de los ciclos sucesivos.
En resumen, “El embalse 13” es una novela sobre la vida y el transcurrir del tiempo, que fluyen de manera inexorable y permanente como las aguas de un río que, siendo siempre iguales, renuevan de continuo su corriente. Un libro, moderno y clásico a la vez, para leer y saborear con tranquilidad y sosiego.
“El embalse 13”. Jon McGregor. Libros del Asteroide, 2019. 320 páginas.
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