“Algo
en lo que creer” es la última novela del escritor Nickolas Butler (Allentown,
1979). En España ha sido publicada recientemente por la exquisita Libros del
Asteroide con traducción de Álvaro Marcos. Esta misma editorial ha publicado
aquí las tres novelas escritas hasta la fecha por el autor estadounidense. Leí,
y reseñé aquí en su momento, “Canciones de amor a quemarropa” (2014), una
magnífica novela que constituye un canto a la amistad y una estupenda historia
ambientada en la América rural. No he leído la segunda, “El corazón de los
hombres” (2017), pero tengo intención de hacerlo en el futuro.
Como
“Canciones de amor a quemarropa”, “Algo en lo que creer” también transcurre en
el estado de Wisconsin, en el Medio Oeste americano, en una pequeña población
del norte llamada Redford y situada junto al río Misisipi. No es fácil escribir
sobre el libro sin hacer spoiler a sus posibles futuros lectores, pero diré
que, como explica el propio autor, la novela está parcialmente inspirada en un
suceso que conmocionó Wisconsin en 2008: una niña de 11 años murió por la
complicación de una diabetes infantil que sus padres se negaron a tratar por
motivos religiosos, mientras rezaban una y otra vez por su recuperación. De ese
hecho real surge una muy bella novela, que abarca muchos otros temas y presenta
unos personajes espléndidamente dibujados que, en general, resultan entrañables
y encarnan valores positivos de familia, amistad y sensatez.
Los
principales protagonistas del relato son Lyle Hovde y su esposa Peg, un
matrimonio más bien de clase media baja en el que él, después de trabajar
muchos años en una tienda de venta y reparación de electrodomésticos, está
jubilado y ella, aunque más joven y profesora, trabaja en casa desviviéndose
por el bienestar de la familia. Ambos tuvieron un hijo que murió a los pocos
meses de nacer y luego adoptaron a una niña, Shiloh, que fue adolescente
problemática y que luego volvió a casa como madre soltera de un niño encantador,
llamado Isaac, al que sus abuelos adoran. Pero Shiloh se enamora de Steven, un
joven y brillante predicador de una iglesia fundamentalista, y se agudizan los
problemas para ella y su familia.
Magníficos son otros personajes de la novela,
como Hoot, el mejor amigo de Lyle, un viejo separado, que vive solo, bebedor y
fumador impenitente que padece cáncer de pulmón. O Charlie, el pastor de la
moderada y tradicional iglesia de Redford, que después de muchos tumbos por la
vida acaba como pastor religioso en el pueblo en que nació. También Otis y
Mabel Haskell, matrimonio algo tacaño que tiene un campo de manzanos en el que
Lyle suele echar una mano con frecuencia. En menor medida, Roger, misionero en
África que está pasando unos días en Wisconsin y que mantiene alguna interesante
conversación con su primo Lyle, en busca de reforzar la siempre vacilante fe
religiosa de este. O incluso la pequeña mujer que dirige el coro de niños de la
iglesia fundamentalista del pastor Steven y cuya actuación resulta decisiva en
la resolución del relato.
En “Algo
para creer” hay una referencia a la extraordinaria novela “Gilead”, de
Marilynne Robinson, que Lyle regala a Steven confiando con ironía en que su
lectura “concediera al joven pastor algún momento de reflexión e incluso de
gracia divina”. También se puede configurar una verdadera banda sonora musical
del relato con las referencias que hay en él a conocidas canciones del country
y el rock norteamericanos.
La
novela, escrita en un estilo sencillo y fluido y de un realismo absolutamente
verosímil y entrañable, narra una historia muy fácil de seguir y describe la
vida cotidiana y las alegrías y los sufrimientos de una familia común, con la
que es fácil sentirse en buena medida identificado. Además, aunque la historia
está llena de emotividad y sentimientos, en ningún momento cae en la
sensiblería ni en un sentimentalismo excesivo o superfluo. Nickolas
Butler ha vuelto a dar en el clavo y lleva camino de convertirse en un clásico
de la narrativa estadounidense moderna.
“Algo
en lo que creer”. Nickolas Butler. Libros del Asteroide. 2020. 352 páginas.
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