“El coro de medianoche” es la
última novela del escritor y periodista irlandés Gene Kerrigan, publicada en
España por Sajalín editores con traducción de Ana Crespo. Esta misma editorial
había publicado sus dos novelas anteriores, “La furia” y “Delincuentes de medio
pelo”, muy bien consideradas por la crítica especializada y más exigente. En
cualquier caso, hay coincidencia en que “El coro de medianoche” las supera a
ambas. Y es que realmente estamos ante una novela magnífica, realmente buena.
Tan buena que algunos la consideran una obra maestra y a mí no parece para nada
exagerada esta consideración. He disfrutado muchísimo leyéndola y me ha
absorbido de principio a fin. Y se me han hecho verdaderamente cortas sus más
de cuatrocientas páginas.
“El
coro de medianoche” es una novela policiaca, pero es también un fresco social
de la ciudad de Dublín (y, por extensión, de la nueva Irlanda), que está
profusamente descrita en sus diversos y cambiantes barrios y en las nuevas
tendencias que han modificado su fisionomía urbana. Pero detrás de ese boom de
modernización y nuevo desarrollismo, y de la aparente tranquilidad de la
ciudad, se esconden las desigualdades sociales, las mafias nacidas al amparo de
los nuevos negocios y los grupos de marginados y drogadictos que luchan
denodadamente por sobrevivir o satisfacer sus necesidades a cualquier precio.
Kerrigan aúna su condición de periodista y casi documentalista de la realidad
de su país con su maestría como narrador que domina a la perfección todos los
recursos del relato.
El
protagonista de la novela es el inspector Harry Synnott, un policía entregado a
su trabajo pero con problemas en el cuerpo por haber testificado contra dos
compañeros que habían torturado a un detenido. Esto lo ha convertido en un
policía solitario, prestigioso por su brillante expediente pero poco apreciado
por muchos de sus compañeros, que no le perdonan lo que hizo. Ahora investiga
un caso de violación de una joven por parte de un excompañero con el que se
encuentra una noche. Tanto el acusado como la presunta víctima son hijos de
familias bien con los padres dispuestos a todo por defender a sus hijos.
También deberá investigar el atraco a una joyería y ayudar a Dixie, una joven
siempre metida en problemas que por necesidad hace a veces de soplona para
Synnot. Es magnífico este personaje de Dixie que, desde que se enamoró de un
delincuente y drogadicto que murió en un accidente de coche y con quien tuvo un
hijo, ha ido despeñándose por el lado peligroso y marginal de la sociedad del
que ya no logra salir. Hay otros personajes interesantes como el mafioso Lar
Mackendrick o algunos de los compañeros del propio inspector. O el joven que
intenta suicidarse en Galway, que introduce otra investigación paralela llevada
por otro policía y que luego confluye con la trama principal protagonizada por
Synnot.
Kerrigan
concede tanto protagonismo a los policías como a los delincuentes. Y, desde
luego, además de mostrar un amplio catálogo de las debilidades humanas, plantea
no pocos dilemas morales. Uno de ellos es si es más conveniente hacer siempre
lo correcto aunque otros se vean afectados o quedarse callado e inactivo para
no tener problemas, aunque uno sea asediado luego por el sentimiento de culpa
de no haber cumplido con la obligación y el deber profesional.
El
título de la novela viene de una canción de Leonard Cohen que sirve de cita
inicial del libro: “Como un borracho en un coro de medianoche, he intentado, a
mi manera, ser libre”. Desde luego, la lectura de “El coro de medianoche” es
muy recomendable desde todos los puntos de vista. Y Gene Kerrigan ha logrado
con ella un perfecto equilibrio entre la documentación y la denuncia social y
la elaboración de un relato equilibrado, eficaz y tenso como pocos.
Posiblemente, esta sea una de las mejores novelas auténticamente negras que se
han publicado en Europa en los últimos años.
“El
coro de medianoche”. Gene Kerrigan. Sajalín editores. 2020. 413 páginas.
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