jueves, 20 de agosto de 2009

UNA CHICA TRISTE EN PARÍS

“En el café de la juventud perdida”, Patrick Modiano, Anagrama, 2009, 130 páginas.

Patrick Modiano (1945) es uno de los mejores escritores franceses actuales. A pesar de ser autor de numerosas novelas y de algunos guiones de cine, Modiano no es todavía muy conocido en España. Sin embargo, el éxito de Un pedigrí, una novela autobiográfica publicada el pasado año, ha hecho que su libro más reciente, “En el café de la juventud perdida”, haya sido editado con prontitud en nuestro país. Aprovechando el tirón, Anagrama ha publicado también Calle de las tiendas oscuras, su novela más famosa, ganadora del prestigioso premio Goncourt en 1978.

En el café de la juventud perdida es una novela triste y melancólica. Magníficamente escrita. Con un estilo sobrio y elegante y una estructura narrativa poliédrica, con diferentes puntos de vista en primera persona, el relato cuenta, a cuatro voces, la historia de Jacqueline Delanque, una joven parisina que frecuenta el café Condé, donde todos la conocen como Louki. Un estudiante también asiduo de los ambiente bohemios del Condé, un detective seducido por el personaje sobre el que debe buscar información, la propia Louki y, en dos momentos distintos, Roland, que ha ido estrechando su relación sentimental con la joven, componen sucesivamente un retrato de luces y sombras de una muchacha frágil y sensible, perdida en la gran maraña urbana, que busca en la vida sin saber muy bien qué y siempre acaba huyendo, de su pasado, de su presente y, tal vez y sobre todo, de ella misma.

Conocemos algunos retazos de la vida de Louki e intuimos otros a partir de las sugerentes elipsis de la novela: una chica que creció sin padre y con una madre acomodadora en el Moulin Rouge, que comenzó a vagabundear en la noche, que fue introducida en consumos peligrosos por una amiga, que se casó muy joven buscando tal vez un padre más que un amante, que asistía a reuniones de espiritismo, que leía libros como Horizontes perdidos, que se aferraba a algunos “puntos fijos” en el marasmo anónimo y solitario de la gran ciudad, y que acabó, tal vez perdidos del todo sus horizontes, dejándose ir, ingrávida y ligera.

Como ocurre en casi todas las novelas de Modiano, En el café de la juventud perdida transcurre en París. En este caso, el París de los sesenta, una ciudad cambiante donde casi nada permanece y donde transcurrió la juventud también perdida del novelista.

Una novela realmente hermosa; triste y melancólica, pero muy hermosa.

Carlos Bravo Suárez

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