He leído hace unas fechas la biografía que sobre Ramón J. Sender ha escrito el oscense Jesús Vived Mairal y que ha sido publicada recientemente por Páginas de Espuma con la colaboración del Gobierno de Aragón y del Instituto de Estudios Altoaragoneses (1). Se trata de un completo y documentado recorrido -el libro tiene setecientas páginas- por el itinerario vital, como hombre y como escritor, del extraordinario autor altoaragonés, y viene a cubrir, de manera notable, un vacío existente hasta ahora en su bibliografía. Sender es un personaje complejo, y en ocasiones contradictorio, al que tocó vivir, con desgarro a veces, los tremendos avatares de la España del siglo XX. Nacido en Chalamera en febrero de 1901 y muerto en San Diego (California) en enero de 1982, recorrió el siglo y sus convulsiones. Rebelde desde la adolescencia, periodista inquieto y de denuncia en su juventud, novelista social en sus inicios, se acercó a los movimientos revolucionarios en las fechas previas a la Guerra Civil -primero a los anarquistas y más tarde a los comunistas, aunque de estos renegaría después hasta el final de sus días-, sufrió la contienda "incivil" de manera traumática con el fusilamiento de su mujer Amparo y de su hermano Manuel y marchó luego a un exilio del que, pese a las tres breves visitas realizadas a España en los años setenta, ya no volvería. En las páginas del libro de Vived recorremos con detalle todos esos momentos vitales y también su trayectoria como escritor de enorme capacidad de trabajo: Sender es autor de una obra ingente y sorprende su prolífica y fecunda actividad en todos los planos, desde la poesía y el teatro hasta sus pinitos como pintor, pero sobre todo como autor de cientos de artículos y decenas de novelas, algunas como “Imán”, “ Réquiem por un campesino español” y “Crónica del alba” dignas de figurar entre las mejores de la literatura española del pasado siglo.
Pero el motivo de este artículo no es escribir sobre la biografía y la obra de Sender, sino sobre un episodio citado en el libro de Vived que, como ribagorzano, me ha llamado la atención y que debo confesar -uno es un mero aficionado a la Historia comarcal y general y no un experto en ella- desconocía hasta su lectura en la citada obra. Se trata de un episodio que en el libro sirve para contextualizar social y políticamente los inicios de la carrera periodística de Sender en Huesca. Ocurrió en el año 1919 y lo relato tal y como Jesús Vived lo hace en su libro (2).
En las elecciones a Cortes de ese año siguió el predominio liberal, cuyos candidatos no por liberales eran menos caciquiles, pero se presentaron también con posibilidades de éxito dos candidatos regionalistas: Francisco Bastos por el distrito de Boltaña (Sobrarbe) y José María España por el de Benabarre (Ribagorza). Ambos fueron acusados de ser candidatos catalanistas y hombres de Cambó y a esta sospecha contribuyó este último cuando al parecer, tras recibir un telegrama de Huesca en el que se anunciaba la segura elección de Bastos y la probable de España, declaró que "si esto se llega a confirmar será de una gran trascendencia, porque significa el desvinculamiento de la política de Madrid incorporando a la política catalana una provincia limítrofe en que hay gran parte de nuestra población". La reacción no se hizo esperar y tanto “Heraldo de Aragón” como “El Noticiero” de Zaragoza contestaron de inmediato: con dureza desde el primero ("Comienza, pues, para nuestros distritos altoaragoneses la era de la dominación y la absorción catalana, según el propio Cambó confiesa") y con visceralidad y virulencia desmedida desde el segundo ("Nosotros declaramos que hoy somos amigos de los que creemos son leales amigos nuestros; pero si nuestro Aragón lo demandara en un momento dado, viniera de donde viniera el peligro, las armas cogeríamos, si preciso fuera, para defenderlo. Somos aragoneses, aragoneses, aragoneses").
Sin embargo, desde el diario oscense “El Porvenir”, el grausino Joaquín Samblancat -hermano del escritor y periodista Ángel Samblancat- defendía la condición regionalista de los candidatos y el objetivo anticaciquil de los mismos: "No por ello se había hipotecado nuestra libertad a Cataluña ni a nadie. Nuestro objetivo es el caciquismo y contra él lucharemos frenéticamente. Nuestro regionalismo es aragonés de buena ley, muy aragonés, fuertemente aragonés". Los resultados electorales confirmaron el éxito de Bastos -que siguió manteniendo su escaño en las sucesivas elecciones hasta el golpe de Primo de Rivera-, pero el de España, aunque parecía probable, no quedó del todo asegurado. Pese a ello, este candidato celebró un acto político, que “El Porvenir” calificó como el "más grandioso de la historia de Graus", en el que declaró, en medio del fervor popular, que había que "extirpar el caciquismo" y que "todo lo hecho no ha sido más que el principio de nuestra labor". El mismo diario, en su primera página, reproducía una esquela que mostraba su satisfacción por los resultados y que empezaba diciendo que "el Directorio Caciquil Oscense ha fallecido a los cincuenta años de dominación oligárquica, después de recibir en Boltaña y Benabarre la repulsa de las gentes honradas". Pero un mes más tarde, al efectuarse el definitivo recuento de votos, el escaño fue adjudicado -posiblemente utilizando las habituales artimañas caciquiles- a un tal Urrutia, político afincado en Bilbao, en medio de la decepción y de la indignación de los regionalistas. “El Ebro”, órgano de la Unión Regionalista Aragonesa de Barcelona, lo expresaba así: "Os han hurtado acta de representación parlamentaria. [...] Os mandará Urrutia, el millonario que no conocéis. [...]Una vez más vencieron los millones al espíritu de civilidad ciudadana".
José María España lo intentó de nuevo en el distrito de Sariñena en 1920 y en 1923, siendo otra vez derrotado y recibiendo las mismas descalificaciones que en 1919. Tuvo un tiempo abierto un bufete en Huesca, donde él y sus seguidores mantuvieron una agria polémica con el joven Sender, que entonces dirigía La Tierra, publicación conservadora y órgano de la Asociación de Labradores y Ganaderos del Alto Aragón, y pasó luego a militar en Esquerra Republicana de Cataluña, por la que fue elegido diputado al Parlamento catalán por Lérida en 1932, siendo más tarde consejero de Gobernación de la Generalitat de marzo a septiembre de 1936. España, que era natural de Viella, murió en el exilio en Bogotá en 1953 (3).
Pero en la biografía de Sender escrita por Vived Mairal hay otras referencias a Ribagorza que voy a señalar con brevedad (4). Cuando nuestro autor tenía 23 años, y tras su servicio militar en Africa, redactó un curriculum vitae en tres cuartillas para solicitar su ingreso en el diario “El Sol”. Entre sus actividades periodísticas previas, cita una información y una crónica sobre la asamblea de cotos sociales de Graus, realizada para el suplemento de agricultura del mismo diario en cuya plantilla solicita su ingreso. Por cierto que en la consecución de ese objetivo es posible que influyera el ribagorzano Vicente Piniés, ex ministro y diputado por la provincia de Huesca en varias legislaturas, en cuyo bufete de Madrid trabajó algún tiempo su hermano Manuel y al que unía una relación de amistad tanto con José Sender, padre del escritor, como con Nicolás María de Urguti, fundador y máximo responsable de “El Sol”. Una vez ya periodista de este diario, Sender escribió en varias ocasiones sobre asuntos ribagorzanos. En un artículo titulado "Las albadas de Graus", señala que al carecer de lo que se llama una literatura popular, "el sentido estético de los pueblos de Ribagorza, de Huesca, de casi todo el país aragonés no ha tenido otra salida al exterior que la de las líricas albadas". En ese mismo año de 1925, señala en un artículo que entre los homenajes rendidos a Joaquín Costa, "faltaba uno que no tuviera el carácter solemne de los que se desarrollan en el terreno de la alta burocracia para lucimiento de fáciles oratorias ", sino que fuera sencillo y cordial, y en este sentido nada le parece mejor que la conservación y el cuidado de la casa donde murió en Graus. En la misma sección del diario se decía pocos días después que Luis Bello, Cristóbal de Castro, Ángel Samblancat y otros habían aludido a la idea de restaurar y convertir en museo dicha casa. Sender parece estar también detrás de otra información sobre Costa en la que se mostraba la discrepancia frente al proyecto de monumento en Zaragoza al gran polígrafo aragonés, que se decía "le cuadraría mejor a un filántropo de treinta mil pesetas, a una poetisa sentimental o a un caciquillo de aldea". Sin embargo, parece mostrarse de acuerdo con el realizado en Graus por el escultor aragonés Bueno y de cuya inauguración en 1929 informó puntualmente “El Sol”.
Para terminar no puedo dejar de referirme a la gran amistad que unió a Sender con Joaquín Maurín, nacido, como se sabe, en la población ribagorzana de Bonansa. Ambos coincidieron en un largo exilio en Estados Unidos y, aunque vivieron en lugares muy alejados -Maurín en Nueva York y Sender en Alburquerque, Los Ángeles y finalmente San Diego-, mantuvieron una constante y riquísima relación epistolar de la que se deduce una profunda amistad entre ambos. Muchos detalles personales de Sender pueden ser mostrados por Vived Mairal en su excelente biografía gracias a las confidencias que nuestro autor realiza en sus cartas a su amigo Maurín. Además éste fundó en 1948 la American Literary Agency (ALA), dedicada a ofrecer a Hispanoamérica artículos de escritores de habla hispana; entre ellos figuraron autores de la talla de Miguel Ángel Asturias, Alejandro Casona, Alfonso Reyes, Úslar Pietri, Gómez de la Serna y, a partir de 1953, Ramón J. Sender. La relación epistolar entre estos dos ilustres oscenses es tan amplia que llena un libro por sí sola (5), pero aquí, siguiendo el rastreo de referencias ribagorzanas en nuestro escritor, citaré solamente lo que Sender le dice a su amigo Maurín a propósito de su novela Bizancio: "La mayor parte de los tipos que forman la masa-fondo de la acción son los almogávares de Benasque, Benabarre, Aínsa, Sallent, etcétera. Tú eres uno de ellos también. Yo soy sólo un ibero ilergete de los de más abajo, hacia el valle del Cinca. Pero también los del Cinca son gente templada".
Debo concluir reiterando la importancia y el interés del libro de Jesús Vived Mairal, del que he tomado, de manera muchas veces literal, todos los datos de este artículo, y con cuya lectura he disfrutado y aprendido tanto que me permito recomendarlo a cualquier lector que desee conocer más y mejor a nuestro Ramón J. Sender, sin duda el más importante de todos los escritores nacidos en nuestra provincia.
NOTAS
(1) Vived Mairal, Jesús, Ramón J. Sender. Biografía. Páginas de Espuma, Madrid, 2002.
(2) Op. cit., pag. 99-102.
(3) Manent, Albert, Josep Maria Espanya, consellerr de la Mancomunitat de Catalunya. Rafael Dalmau Editor, Barcelona, 1998.
(4) Op. cit., pag. 133, 163, 164, 165, 443 y 462.
(5) Gaudet, Francisco, Correspondencia Ramón J. Sender - Joaquín Maurín (1952-1973). Ediciones de la Torre, Madrid, 1995.
Carlos Bravo Suárez
Pero el motivo de este artículo no es escribir sobre la biografía y la obra de Sender, sino sobre un episodio citado en el libro de Vived que, como ribagorzano, me ha llamado la atención y que debo confesar -uno es un mero aficionado a la Historia comarcal y general y no un experto en ella- desconocía hasta su lectura en la citada obra. Se trata de un episodio que en el libro sirve para contextualizar social y políticamente los inicios de la carrera periodística de Sender en Huesca. Ocurrió en el año 1919 y lo relato tal y como Jesús Vived lo hace en su libro (2).
En las elecciones a Cortes de ese año siguió el predominio liberal, cuyos candidatos no por liberales eran menos caciquiles, pero se presentaron también con posibilidades de éxito dos candidatos regionalistas: Francisco Bastos por el distrito de Boltaña (Sobrarbe) y José María España por el de Benabarre (Ribagorza). Ambos fueron acusados de ser candidatos catalanistas y hombres de Cambó y a esta sospecha contribuyó este último cuando al parecer, tras recibir un telegrama de Huesca en el que se anunciaba la segura elección de Bastos y la probable de España, declaró que "si esto se llega a confirmar será de una gran trascendencia, porque significa el desvinculamiento de la política de Madrid incorporando a la política catalana una provincia limítrofe en que hay gran parte de nuestra población". La reacción no se hizo esperar y tanto “Heraldo de Aragón” como “El Noticiero” de Zaragoza contestaron de inmediato: con dureza desde el primero ("Comienza, pues, para nuestros distritos altoaragoneses la era de la dominación y la absorción catalana, según el propio Cambó confiesa") y con visceralidad y virulencia desmedida desde el segundo ("Nosotros declaramos que hoy somos amigos de los que creemos son leales amigos nuestros; pero si nuestro Aragón lo demandara en un momento dado, viniera de donde viniera el peligro, las armas cogeríamos, si preciso fuera, para defenderlo. Somos aragoneses, aragoneses, aragoneses").
Sin embargo, desde el diario oscense “El Porvenir”, el grausino Joaquín Samblancat -hermano del escritor y periodista Ángel Samblancat- defendía la condición regionalista de los candidatos y el objetivo anticaciquil de los mismos: "No por ello se había hipotecado nuestra libertad a Cataluña ni a nadie. Nuestro objetivo es el caciquismo y contra él lucharemos frenéticamente. Nuestro regionalismo es aragonés de buena ley, muy aragonés, fuertemente aragonés". Los resultados electorales confirmaron el éxito de Bastos -que siguió manteniendo su escaño en las sucesivas elecciones hasta el golpe de Primo de Rivera-, pero el de España, aunque parecía probable, no quedó del todo asegurado. Pese a ello, este candidato celebró un acto político, que “El Porvenir” calificó como el "más grandioso de la historia de Graus", en el que declaró, en medio del fervor popular, que había que "extirpar el caciquismo" y que "todo lo hecho no ha sido más que el principio de nuestra labor". El mismo diario, en su primera página, reproducía una esquela que mostraba su satisfacción por los resultados y que empezaba diciendo que "el Directorio Caciquil Oscense ha fallecido a los cincuenta años de dominación oligárquica, después de recibir en Boltaña y Benabarre la repulsa de las gentes honradas". Pero un mes más tarde, al efectuarse el definitivo recuento de votos, el escaño fue adjudicado -posiblemente utilizando las habituales artimañas caciquiles- a un tal Urrutia, político afincado en Bilbao, en medio de la decepción y de la indignación de los regionalistas. “El Ebro”, órgano de la Unión Regionalista Aragonesa de Barcelona, lo expresaba así: "Os han hurtado acta de representación parlamentaria. [...] Os mandará Urrutia, el millonario que no conocéis. [...]Una vez más vencieron los millones al espíritu de civilidad ciudadana".
José María España lo intentó de nuevo en el distrito de Sariñena en 1920 y en 1923, siendo otra vez derrotado y recibiendo las mismas descalificaciones que en 1919. Tuvo un tiempo abierto un bufete en Huesca, donde él y sus seguidores mantuvieron una agria polémica con el joven Sender, que entonces dirigía La Tierra, publicación conservadora y órgano de la Asociación de Labradores y Ganaderos del Alto Aragón, y pasó luego a militar en Esquerra Republicana de Cataluña, por la que fue elegido diputado al Parlamento catalán por Lérida en 1932, siendo más tarde consejero de Gobernación de la Generalitat de marzo a septiembre de 1936. España, que era natural de Viella, murió en el exilio en Bogotá en 1953 (3).
Pero en la biografía de Sender escrita por Vived Mairal hay otras referencias a Ribagorza que voy a señalar con brevedad (4). Cuando nuestro autor tenía 23 años, y tras su servicio militar en Africa, redactó un curriculum vitae en tres cuartillas para solicitar su ingreso en el diario “El Sol”. Entre sus actividades periodísticas previas, cita una información y una crónica sobre la asamblea de cotos sociales de Graus, realizada para el suplemento de agricultura del mismo diario en cuya plantilla solicita su ingreso. Por cierto que en la consecución de ese objetivo es posible que influyera el ribagorzano Vicente Piniés, ex ministro y diputado por la provincia de Huesca en varias legislaturas, en cuyo bufete de Madrid trabajó algún tiempo su hermano Manuel y al que unía una relación de amistad tanto con José Sender, padre del escritor, como con Nicolás María de Urguti, fundador y máximo responsable de “El Sol”. Una vez ya periodista de este diario, Sender escribió en varias ocasiones sobre asuntos ribagorzanos. En un artículo titulado "Las albadas de Graus", señala que al carecer de lo que se llama una literatura popular, "el sentido estético de los pueblos de Ribagorza, de Huesca, de casi todo el país aragonés no ha tenido otra salida al exterior que la de las líricas albadas". En ese mismo año de 1925, señala en un artículo que entre los homenajes rendidos a Joaquín Costa, "faltaba uno que no tuviera el carácter solemne de los que se desarrollan en el terreno de la alta burocracia para lucimiento de fáciles oratorias ", sino que fuera sencillo y cordial, y en este sentido nada le parece mejor que la conservación y el cuidado de la casa donde murió en Graus. En la misma sección del diario se decía pocos días después que Luis Bello, Cristóbal de Castro, Ángel Samblancat y otros habían aludido a la idea de restaurar y convertir en museo dicha casa. Sender parece estar también detrás de otra información sobre Costa en la que se mostraba la discrepancia frente al proyecto de monumento en Zaragoza al gran polígrafo aragonés, que se decía "le cuadraría mejor a un filántropo de treinta mil pesetas, a una poetisa sentimental o a un caciquillo de aldea". Sin embargo, parece mostrarse de acuerdo con el realizado en Graus por el escultor aragonés Bueno y de cuya inauguración en 1929 informó puntualmente “El Sol”.
Para terminar no puedo dejar de referirme a la gran amistad que unió a Sender con Joaquín Maurín, nacido, como se sabe, en la población ribagorzana de Bonansa. Ambos coincidieron en un largo exilio en Estados Unidos y, aunque vivieron en lugares muy alejados -Maurín en Nueva York y Sender en Alburquerque, Los Ángeles y finalmente San Diego-, mantuvieron una constante y riquísima relación epistolar de la que se deduce una profunda amistad entre ambos. Muchos detalles personales de Sender pueden ser mostrados por Vived Mairal en su excelente biografía gracias a las confidencias que nuestro autor realiza en sus cartas a su amigo Maurín. Además éste fundó en 1948 la American Literary Agency (ALA), dedicada a ofrecer a Hispanoamérica artículos de escritores de habla hispana; entre ellos figuraron autores de la talla de Miguel Ángel Asturias, Alejandro Casona, Alfonso Reyes, Úslar Pietri, Gómez de la Serna y, a partir de 1953, Ramón J. Sender. La relación epistolar entre estos dos ilustres oscenses es tan amplia que llena un libro por sí sola (5), pero aquí, siguiendo el rastreo de referencias ribagorzanas en nuestro escritor, citaré solamente lo que Sender le dice a su amigo Maurín a propósito de su novela Bizancio: "La mayor parte de los tipos que forman la masa-fondo de la acción son los almogávares de Benasque, Benabarre, Aínsa, Sallent, etcétera. Tú eres uno de ellos también. Yo soy sólo un ibero ilergete de los de más abajo, hacia el valle del Cinca. Pero también los del Cinca son gente templada".
Debo concluir reiterando la importancia y el interés del libro de Jesús Vived Mairal, del que he tomado, de manera muchas veces literal, todos los datos de este artículo, y con cuya lectura he disfrutado y aprendido tanto que me permito recomendarlo a cualquier lector que desee conocer más y mejor a nuestro Ramón J. Sender, sin duda el más importante de todos los escritores nacidos en nuestra provincia.
NOTAS
(1) Vived Mairal, Jesús, Ramón J. Sender. Biografía. Páginas de Espuma, Madrid, 2002.
(2) Op. cit., pag. 99-102.
(3) Manent, Albert, Josep Maria Espanya, consellerr de la Mancomunitat de Catalunya. Rafael Dalmau Editor, Barcelona, 1998.
(4) Op. cit., pag. 133, 163, 164, 165, 443 y 462.
(5) Gaudet, Francisco, Correspondencia Ramón J. Sender - Joaquín Maurín (1952-1973). Ediciones de la Torre, Madrid, 1995.
Carlos Bravo Suárez
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