miércoles, 20 de febrero de 2008

EXCURSIONES DESDE BENTUÉ DE RASAL



Por vínculos familiares, he pasado algunos días de mis últimas vacaciones estivales en el pequeño pueblo de Bentué de Rasal. El lugar se encuentra en el llamado valle de la Garona, un pequeño río al que los habitantes de la zona se refieren siempre en femenino. La Garona, en su curso hacia poniente, crea un tranquilo y hermoso valle que arranca de Arguis, a los pies del monte Peiro y, tras pasar por las localidades de Bentué y de Rasal, desemboca en el río Gállego, un poco más abajo de Anzánigo, en las llamadas casas de la Garoneta, casi en la estación de La Peña, por donde transita un hoy menguado tren canfranero. La comunicación viaria de este escondido valle, en paralelo al río, es hoy una sinuosa carretera que lleva desde Arguis hasta Bentué, una pista de tierra desde éste hasta Rasal y otra pequeña carretera desde este pueblo hasta la Garoneta. El valle se halla encerrado entre el monte Peiro y la Ralla Espada por el este, las estribaciones meridionales de la Sierra de Javierre por el norte y las sierras de Caballera y de Loarre por el sur. Tras estas últimas se extienden las tierras llanas de La Sotonera, con los pueblos de la ruta turística constituida por Bolea, Aniés y Loarre, famoso por su extraordinario castillo medieval.

Bentué de Rasal es un pueblo tranquilo, con muy pocos habitantes durante el año, pero que en verano ve aumentar su población con la vuelta de muchos de sus antiguos pobladores, muchos de los cuales emigraron a ciudades próximas como Huesca y Sabiñánigo. El hecho de estar hoy mejor comunicado que cuando sus gentes tuvieron que abandonarlo ha favorecido visitas y estancias más frecuentes y el arreglo y conservación de buena parte de sus casas. Por otro lado, la puesta en marcha en el lugar de unos apartamentos de turismo rural atrae a algunas familias que buscan tranquilidad en un entorno que ofrece múltiples atractivos naturales. Sus casas de piedra son típicas de montaña, con grandes chimeneas circulares y tejados de losa. Su iglesia, de origen románico pero muy reformada en los siglos XVI y XVII, está dedicada a San Cristóbal. A las afueras del pueblo, se halla la ermita de la Virgen de la Corona, construida en el siglo XVIII. A la entrada del lugar, encontramos unas características "rallas" rocosas con saliente que constituyen todo un reto para intrépidos escaladores. Junto al río, una joven pareja, con dos hijos y residencia habitual en Huesca, ha restaurado, con fidelidad y buen gusto, el antiguo molino harinero del lugar. En los alrededores encontramos algunas bordas que conservan el tipismo rural de los viejos tiempos.

Desde la localidad pueden hacerse magníficas excursiones andando o en bicicleta de montaña, que me permito recomendar a los verdaderos amantes de la naturaleza en completa y genuina tranquilidad, lejos de aglomeraciones gregarias y sin la molestia -por ahora- de presencias humanas excesivas. Empezaré por el ascenso andando a las tres referencias montañosas que encierran al pueblo entre sus límites: la sierra de Caballera, el collado de Presín y el pico Peiro o Ralla Espada.

Desde Bentué se asciende a la sierra Caballera por la cara norte. Una bonita excursión circular consiste en subir por el llamado "camino de las vueltas" -balizado con marcas blancas y amarillas-, que se eleva por un frondoso bosque, cuyos bojs y matorrales cierran en ocasiones casi del todo el sendero, y tras atravesar la sierra hacia el este por una pista forestal, descender de nuevo a Bentué por el camino conocido como “de los pozos de nieve”, balizado con señales rojiblancas. Desde los pozos de nieve, poco visibles por estar escondidos entre los arbustos, podríamos descender a Bolea por la vertiente norte de la sierra. Por este camino (GR-1) hay una bonita excursión de unas tres horas que, atravesando de norte a sur la sierra de Caballera, lleva desde Bentué hasta Bolea, interesante villa con una espléndida y famosa colegiata de obligada visita.

Al collado de Presín -al norte de Bentué y prolongación hacia el oeste de la sierra de Bonés- se puede subir desde el propio pueblo por un camino muy borrado, o desde la carretera de Arguis, desde el llamado "collado da barza", por un sendero cuyo arranque está señalizado en la misma calzada -más o menos a mitad de camino entre las dos citadas poblaciones- y luego balizado con algunos hitos de piedra. Al crestear por la cima sorprende el gran número de parapetos de piedra en buen estado de conservación que nos recuerdan la crudeza e intensidad con que se vivió en estos lugares la pasada guerra civil. Si descendiéramos por la cara norte, más húmeda y frondosa, llegaríamos a la ermita de la Virgen de los Ríos de Aquilué.

Al pico Peiro -en muchos mapas Peiró o Peirón, pero pronunciado llano por los autóctonos- y la Ralla Espada -en realidad dos cimas, la punta y la ralla, casi unidas- se asciende desde una pista que arranca de la carretera de Arguis a Bentué y que nos deja en el inicio de un empinado sendero. Transita éste por un frondoso bosque en cuyo recorrido encontramos un precioso y sorprendente hayedo, indicativo de la abundante humedad del lugar. Siguiendo los hitos de piedras, llegamos a la cima situada en la Ralla Espada, desde donde las vistas del valle de la Garona y de buena parte del Pirineo son extraordinarias.

Ya hemos dicho que entre Bentué y Rasal hay una pista de tierra, que sería deseable fuera convertida algún día en carretera, aunque hoy permite disfrutar de su recorrido a los amantes de la bicicleta de montaña. Rasal es un bello pueblo, con una bonita iglesia del siglo XVII, dos plazas y una fuente de cuatro caños de cabeza de león, orgullo del lugar, de los que brota el agua fresca y abundante. Cerca del pueblo se encuentra la ermita de la Trinidad, con un manantial y un agradable y tranquilo merendero. Sin embargo, en mi opinión, la joya del lugar, hasta hace poco tiempo casi olvidada, es la ermita de San Juan Bautista, a pocos kilómetros del pueblo. Tomando primero la carretera que va a La Peña y luego una pista a la derecha, sin ninguna indicación y algo escondida entre los árboles, se halla esta iglesia que, aunque moderna en su nave rectangular, conserva un ábside que comparte las características del románico mozárabe serrablés -conjunto de iglesias situado algo más al norte-, con baquetones o tambor, arcos ciegos y lesenas. En su interior alberga unas pinturas románicas que sólo pude ver en una mínima parte por estar escondidas tras un retablo de madera que tapa el ábside en casi toda su extensión. En una de mis visitas al lugar, pude observar que acababa de iniciarse su restauración, consistente primero en la construcción de un nuevo tejado y, en una fase posterior, en la recuperación de las citadas pinturas románicas. La iglesia merece ser más conocida, como lo son las que con ella comparten estilo en la comarca del Serrablo.

Desde Rasal pueden realizarse dos largas excursiones por GR: hasta Aniés y su ermita de la Virgen de la Peña, situada en un precipicio de vértigo, y al castillo de Loarre, en una hermosísimo itinerario que atraviesa la sierra de ese nombre, pasando cerca del pico Puchilibro, al que se puede ascender tomando otro sendero.

Siguiendo desde Rasal una tranquila carretera hacia el oeste, se llega al río Gállego y a la A-1205, que si continuamos hacia el norte nos conduce a Anzánigo, con hermoso puente medieval y atractivo caserío. En sus afueras, siguiendo la carretera hacia el norte y tras pasar un camping frecuentado por moteros, sale una pista a la derecha que, también aquí sin indicador, nos conduce a la ermita románica de Nuestra Señora de Izarbe, digna, sin duda, de ser visitada y merecedora de una mayor divulgación.

Si seguimos la carretera hacia el sur, llegamos enseguida a La Peña-Estación y, tras una corta subida, al pueblo de Yeste, con una llamativa iglesia románica, con ábside de influencias mozárabes serrablesas. Por una pista descendente hacia el río Gállego, se llega al molino de Yeste, este sí señalizado, de singular piedra molar en vertical, hoy convertido en alojamiento de turismo rural y con un pequeño pero valioso museo etnográfico que es mostrado con simpatía y explicaciones pertinentes por su impulsor Pablo Vallés. De vuelta a la carretera, llegamos en poco tiempo al acogedor pueblo de Triste, en el que destaca la preciosa torre de su iglesia parroquial y sus vistas del pantano de la Peña. Continuando por la misma vía, llegamos a Santa María de la Peña, con templo parroquial románico original del siglo XI recientemente restaurado. Desde aquí se encuentran a un paso los famosos Mallos de Riglos y de Agüero, de fama y atractivo reconocidos.

A nueve kilómetros de Bentué y hacia el este, se halla, en el inicio del valle, el bonito pueblo de Arguis, que a su pequeño casco antiguo, con iglesia reformada en el siglo XVII pero con original ábside románico, ha ido añadiendo todo un anillo de chalés de nueva construcción. En Arguis hay un pequeño Centro de Interpretación de la Naturaleza de la cara norte del Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara, cuya visita ayuda a conocer mejor la zona. Si desde el pueblo tomamos la antigua carretera al alto de Monrepós, llegamos a la entrada sur del túnel de La Manzanera, desde donde pueden iniciarse dos recomendables itinerarios, que yo recorrí con gran deleite en bicicleta de montaña: el ascenso a la Sierra de Bonés por una larga pista de tierra que nos permite adentrarnos en un bello paraje natural con verdes prados y llamativas campas, y el acceso a los valles de Belsué y Nocito. Hasta el primero de estos dos lugares se llega por pequeña carretera asfaltada en pronunciado descenso y hasta al segundo por una pista que se adentra en el Parque de Guara en su vertiente norte. Nocito es un precioso pueblo, situado a los pies del tozal de Guara y muy apreciado -a tenor por los muchos que allí encontré- por nuestros vecinos franceses. Muy cerca de la población se halla el santuario de San Úrbez, de gran importancia religiosa y cultural en la comarca.

El mejor mirador de toda la zona descrita es, en mi opinión, el llamado pico del Águila, al que puede accederse desde Arguis por un sendero que arranca desde detrás de su hospedería o desde una pequeña y empinada carretera que hay que tomar a la derecha del llamado Mesón Nuevo, unos metros antes de llegar al túnel de La Manzanera. Desde la cima, en la que se encuentra un repetidor de televisión, puede contemplarse al sur el extenso llano de las tierras de Huesca; al este, los citados valles de Belsué y Nocito; al oeste, Arguis, su pantano y el inicio del valle de la Garona; y al norte, la parte más elevada de la impresionante cordillera pirenaica. También desde Arguis puede ascenderse al emblemático pico Gratal y a los picos de las Calmas.

En resumen, en Bentué de Rasal y en todo el valle de la Garona, además de la hospitalidad de sus gentes, se puede disfrutar de la paz, la belleza y el sosiego de algunos rincones en los que la naturaleza aún se manifiesta en su estado más puro, lejos, aunque cerca en la distancia, del mundanal ruido y los trajines cotidianos.

Carlos Bravo Suárez
(Artículo publicado en Diario del Alto Aragón el 31 de octubre de 2004)

(Fotos: Bentué de Rasal, iglesia parroquial de Bentué, borda de Bentué, iglesia de Arguis, ermita de la Magdalena de Bonés, panorámica de Rasal, fuente de Rasal, pico del Águila, vista del pantano de Arguis desde el pico del Águila, iglesia románica de Yeste e iglesia parroquial de Triste)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Unos lugares muy vírgenes y poco concidos. De gran belleza.