“La
encrucijada del roble” es una magnífica novela de la escritora estadounidense
Elizabeth Crook (Texas, 1959), una autora que hasta ahora había permanecido completamente
inédita en nuestro país. Elizabeth Crook ha publicado cinco títulos dentro del
renovado género del western literario en el que ha recibido varios premios y
reconocimientos. “La encrucijada del roble” ha sido recientemente publicada en
España por Siruela en su colección Nuevos Tiempos, con traducción del inglés de
Lorenzo Luengo.
La
novela se desarrolla en tierras de Texas próximas a la frontera mejicana
durante la Guerra de Secesión norteamericana y puede considerarse, en cierta
medida y por el espacio y la época en que transcurre, como un western o, como
se decía antes, una novela del oeste. Sin entender en absoluto esta etiqueta
como la de un género literario menor. Es, sin duda, una estupenda novela de
aventuras con casi todos los ingredientes del género y con un dominio perfecto
del ritmo y de la dosificación progresiva de la intriga y el suspense. Pero,
además de todo eso, es un fascinante relato sobre las relaciones y las
dependencias humanas y la soledad, las obsesiones y el instinto de la
supervivencia ante la adversidad.
Tenemos
en buena medida como protagonista de la narración a una pantera (puma o león de
montaña) que atemoriza la región y mata a la madre de Samantha y madrastra de
Benjamin, dos niños que también han perdido al padre y se van a quedar solos en
una destartalada casa solitaria, rodeados de suciedad y abandono y acompañados
de una cerda y una vieja yegua, y con los indios acechando por los alrededores.
Ambos jóvenes se obsesionan con la presencia de la fiera y traman su cacería y
su venganza sobre ella. Sobre todo, la terca y gruñona Samantha, cuyo rostro
quedó marcado por las garras del felino. Se sumarán luego al relato unos
cuantos personajes muy bien perfilados y literariamente atractivos: un carismático
forajido tejano, un refinado mejicano, un atormentado predicador o un sorprendente
perro rastreador de panteras, viejo pero incansable en la búsqueda del puma.
Una feroz pantera que adquiere una dimensión mítica y casi demoniaca, tal como
la consideran las gentes del Río Grande a las que aterroriza. La llaman el
demonio de dos dedos, después de que Juda, la madre de Samantha, consiguiera
cortarle dos dedos de una pata trasera de un hachazo antes de que el puma
acabara con ella.
Especialmente lograda es la estructura
narrativa del libro, contado en primera persona por el entrañable Benjamin que,
con una encantadora y paradójica mezcla de ingenuidad, ingenio y picardía, relata
los hechos por escrito (primero con pluma y luego con estilográfica) y por
entregas a un juez que intenta aclarar años más tarde algunas tropelías
cometidas por el citado forajido, al que el joven conoció cuando se produjeron
los sucesos narrados. Este procedimiento narrativo nos hace recordar por
momentos, aunque con muchas diferencias, a nuestro inolvidable Lázaro de
Tormes. Sin embargo, tal vez sea de Mark Twain, el gran autor de la novela
estadounidense, de quien nos lleguen más ecos en esta excepcional narración.
Como con gran acierto se hace notar en la promoción de la editorial, “en la
mejor tradición de las grandes novelas de aventuras, ‘La encrucijada del roble’
es el imponente relato de una doble cacería, de una obstinación y una lucha,
una historia poderosa que conjuga eficazmente la carga épica del western
clásico, la inquietante atmósfera de La noche del cazador y el ingenio del
mismísimo Mark Twain”.
“La
encrucijada del bosque” es un relato poderoso y fascinante que he devorado con
gran fruición y placer, absolutamente absorbido en su lectura. Una novela de
ritmo trepidante, de resonancias míticas y con ecos de fábula y leyenda. Una
gran novela de aventuras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario