domingo, 31 de octubre de 2010

CORRER, ESCRIBIR, VIVIR


De qué hablo cuando hablo de correr. Haruki Murakami. Tusquets. 2010.

Haruki Murakami (Kioto, 1949) es uno de los escritores japoneses actuales más leídos en Occidente. Ha publicado un buen número de novelas, entre las que destacan Tokio blues, Crónica del pájaro que da cuerda al mundo o Kafka en la orilla, y el libro de relatos Sauce ciego, mujer dormida. También ha traducido al japonés a algunos grandes novelistas norteamericanos como Scott Fitzgerald o John Irving.

Sin embargo, De qué hablo cuando hablo de correr es un libro atípico y diferente en la bibliografía del escritor nipón. Se trata de un jugoso ensayo, con aspectos autobiográficos, en el que Murakami escribe sobre su pasión por correr y su frecuente participación en carreras de fondo. El libro consta de nueve textos breves, escritos en los años 2005 y 2006, más un prefacio y un epílogo. En sus páginas, Murakami no sólo habla de su afición atlética, que comenzó cuanto tenía treinta y tres años, sino que reflexiona, de manera a veces profunda a veces divertida, sobre distintas cuestiones de la existencia humana (“corro, luego existo”) y establece un sugerente paralelismo entre las actividades de escribir y correr que constituyen principalmente su vida.


Murakami recuerda sus años jóvenes cuando cerró el bar de jazz que regentaba en Tokio para dedicarse a la escritura y comenzó a publicar sus primeras novelas. Su nuevo oficio de escritor está indisolublemente unido a su dedicación al deporte, y la práctica disciplinada y constante de éste le resulta indispensable para el éxito y aprovechamiento de aquél. El escritor japonés afirma en el libro que “la mayoría de los métodos que conozco para escribir novelas los he aprendido corriendo cada mañana”.


A lo largo de las páginas de esta obra singular, conocemos muchos aspectos del mundo de las carreras de resistencia y los diversos usos y costumbres de Murakami como corredor. Su afición a escuchar música rock mientras practica footing, sus opiniones sobre la gente con la que se encuentra en su diaria práctica deportiva, los paisajes de las ciudades japonesas y estadounidenses en las que corre, su predilección por las orillas del río Charles en Massachussets, su primer maratón en Atenas, el sufrimiento y el bajón físico tras correr un ultramaratón de cien kilómetros, sus primeros triatlones y su dificultad para adaptarse a la bicicleta, el inexorable descenso de su rendimiento en los últimos años y la aceptación del mismo sin renunciar a seguir corriendo.


En De qué hablo cuando hablo de correr, cuyo título es una paráfrasis de un libro de su venerado Raymond Carver, Murakami, con una prosa tan destacable como su humildad y su tesón, nos relata su larga pasión por correr y nos deleita con hermosas reflexiones sobre la existencia y la condición humanas. Cuando habla de correr, Haruki
Murakami habla de la vida misma.

Carlos Bravo Suárez

domingo, 24 de octubre de 2010

LA ERMITA DE SAN CLEMENTE DE LA TOBEÑA


He dedicado mis dos últimos artículos en esta sección a las ermitas de San Gregorio y San Pedro de Sarrau, dos de las tres construcciones románicas de características similares que se encuentran en las proximidades del castillo ribagorzano de Fantova. Hoy voy a referirme a la tercera de estas construcciones: la ermita de San Clemente de la Tobeña.

La Tobeña pertenece al término de La Puebla de Fantova y, por lo tanto, al municipio de Graus. Es una antigua casa solariega que, pese a la importancia que sin duda tuvo en otro tiempo, hoy se utiliza como almacén agrícola. El edificio, situado en medio de unos campos de labor, conserva en relativo buen estado una llamativa torre de planta casi cuadrangular que data probablemente del siglo XVI. A unos quinientos metros de la casa, en una zona más boscosa, se encuentra la solitaria y pequeña ermita de San Clemente.

Hay ya referencias a los señores de la Tobeña en documentos medievales del siglo XIV. En el fogaje condal de 1385 aparecen citados Arsén, Ramón y Guillem de la Tobeña, este último como hijo del anterior. Como en tantos otros casos en la comarca, la casa disponía de su propia ermita, utilizada como oratorio privado y situada a poca distancia de la vivienda familiar.

La ermita de San Clemente de la Tobeña se encuentra a unos quince kilómetros de Graus. Aunque se puede acceder también desde el castillo de Fantova, la manera más fácil de llegar hasta ella en la actualidad es pasando por las pequeñas localidades de Bellestar y Colloliva. Desde Graus, hay que tomar la carretera A-139 en dirección al norte. A unos cinco kilómetros, en Las Ventas de Santa Lucía, es preciso desviarse a la derecha y, a escasos metros, seguir la pequeña carretera que lleva a Bellestar. Desde aquí, y también por carretera asfaltada, se llega a Colloliva. Al final de esta pequeña aldea en la que viven dos familias, arranca una pista de tierra que después de tres kilómetros nos deja en la ermita de San Clemente, situada a la derecha del camino. A escasamente medio kilómetro, se encuentra la casa de la Tobeña, de la que destaca, como se ha dicho, una airosa torre señorial de cuatro plantas.

La ermita de San Clemente ha sido recientemente objeto de algunos necesarios arreglos que embellecen su aspecto y consolidan la construcción. Tanto su contorno exterior como su espacio interior han sido cuidadosamente limpiados, se ha reforzado la techumbre y se ha reconstruido el arco de la espadaña que hacía tiempo se había desprendido. La ermita, de propiedad particular, resulta así bastante más acogedora y atractiva. Es una construcción de una sola nave de planta rectangular, con bóveda de cañón y ábside semicircular orientado canónicamente al este. El perfil semicircular de la bóveda y de los arcos absidal y presbiteral se muestra aquí ligeramente más apuntado que en las ermitas de San Gregorio y San Pedro de Sarrau, aunque en esta última se observa también un muy ligero apuntamiento.

Los sillares que forman sus muros son de bastante tamaño y aparecen alineados regularmente. La puerta es de arco de medio punto con gruesas dovelas de piedra toba y se abre en el extremo de poniente del muro meridional. La luz entra en la ermita a través de tres pequeñas ventanas: dos en el ábside -en el centro y en el lado sur- y otra en la pared oeste. Sobre esta última abertura se levanta una espadaña de un solo ojo cuyo arco de medio punto ha sido, como se ha dicho, reconstruido recientemente y protegido por un pequeño tejado a doble caída. Igual que en el caso de San Gregorio, donde esto se aprecia más claramente, esta parte occidental de la ermita parece ser algo posterior al resto. Probablemente, como ocurre en San Pedro de Sarrau, no hubiera espadaña en la construcción original de estas ermitas, que serían todavía más sencillas y rústicas en su forma primigenia.

Las paredes interiores de San Clemente de la Tobeña se observan hoy algo ennegrecidas. Al parecer, los carboneros que hacían carbón vegetal por la zona se refugiaban en la ermita y encendían fuego en ella para protegerse del frío. En algunas partes de su interior quedan algunos restos de pinturas en tonos rojizos, de época difícil de determinar. El suelo del templo ha quedado en tierra viva salvo la zona correspondiente al ábside que ha conservado sus antiguas losas. El tejado de la ermita es de losas de pizarra con caída a dos aguas.

Según los expertos en románico que han escrito sobre ellas, las ermitas de San Gregorio, San Pedro de Sarrau y San Clemente de la Tobeña datan probablemente del siglo XII o, como muy tarde, de principios del siglo XIII. La de San Clemente parece mostrar un mejor acabado y quizás fuera la última de todas ellas en ser edificada. No obstante, su similitud con la de San Gregorio es muy apreciable en casi todos los aspectos. San Pedro de Sarrau presenta algunas diferencias mayores con las otras dos y es, sin duda, la peor conservada y la que tiene mayor riesgo de deterioro en el futuro.

He querido con estos artículos consecutivos contribuir al conocimiento y la divulgación de estas tres pequeñas construcciones románicas situadas en las proximidades del castillo de Fantova. Son tres pequeñas muestras de un arte religioso y popular que tuvo su máxima expresión hace ya casi mil años y que hoy resisten al paso del tiempo, con mejor o peor fortuna, en algunos parajes bastante remotos y siempre solitarios del viejo condado de la Ribagorza.

Carlos Bravo Suárez

(Artículo publicado en Diario del Alto Aragón)

Fotos: Exterior, interior y puerta de la ermita de San Clemente y torre de la casa de la Tobeña

viernes, 22 de octubre de 2010

AMOR VIRTUAL


Contra el viento del norte. Daniel Glattauer. Alfaguara. 2010. 260 páginas.

Contra el viento del norte, primera novela traducida al español del escritor austriaco Daniel Glattauer (Viena, 1960), figura entre los libros más vendidos de los últimos meses tanto en España como en otros países europeos. La razón de su éxito estriba sobre todo en que trata sobre un tema de máxima actualidad en las sociedades modernas de nuestro tiempo: las nuevas formas de comunicación que permite establecer el uso de Internet.

La novela narra la relación que mantienen un hombre y una mujer a través de los mensajes que se envían por medio del correo electrónico de sus ordenadores. Se trata por tanto de una novela epistolar, en la que no hay ni descripciones ni narrador, sólo una sucesión de e-mails con la única indicación del tiempo transcurrido entre un envío y el siguiente. Como en general estos mensajes son breves y están escritos en un lenguaje directo y sencillo, la lectura de la novela resulta también muy fluida, rápida y ligera.

Leo y Emmi son dos personas de mediana edad, cultas y bien situadas económicamente. Ella está casada con un viudo que aportó dos hijos al matrimonio y él acaba de romper con su novia. Por una simple casualidad, inician una relación a través del correo electrónico que se va convirtiendo para ellos en una creciente y obsesiva adicción y en un progresivo y virtual enamoramiento. Ambos despliegan al principio su lenguaje más brillante y seductor, su ironía más sutil y su mayor ingenio. A medida que crece la atracción y aumenta el deseo de conocerse, surgen también los miedos a que un encuentro físico desmorone la construcción ideal que cada uno se ha hecho del otro. Temen que pueda suponer el fin de ese platonismo virtual, de esa “utopía de amor hecha de letras” en que ambos han encontrado un confortable refugio al margen de la realidad cotidiana y gris que los rodea.


La novela tiene algunos buenos momentos y, desde luego, plantea algunas interesantes reflexiones sobre las nuevas vías de comunicación abiertas por las modernas tecnologías. Pero, aunque mantiene la atención del lector por saber cómo acabará la relación entre sus protagonistas, la continua dilación del desenlace puede resultar algo cansina y adquiere en cierto modo un cariz cada vez menos verosímil.


Contra el viento del norte
no es literariamente nada del otro mundo, pero la modernidad del tema elegido y el poco esfuerzo con que se lee han convertido a la novela en un considerable éxito de ventas. Con el título de Cada siete olas se anuncia
ya la próxima publicación de su segunda parte.

Carlos Bravo Suárez

domingo, 17 de octubre de 2010

IRONÍA BRITÁNICA

Los hombres de Wilmet. Barbara Pym. Lumen. 2010. 250 páginas

Barbara Pym (1913 - 1980) es una escritora inglesa que tuvo un importante éxito de ventas en su país durante la década de los cincuenta del pasado siglo XX. Tras publicar seis novelas entre 1950 y 1961, cayó en el olvido en los años posteriores y sólo poco antes de morir volvió a la escena literaria con dos últimas narraciones. Desde los años finales de su vida, la crítica de habla inglesa ha ido revalorizando su obra y su figura, llegando incluso a considerar, tal vez de manera algo exagerada, a Barbara Pym como la Jane Austen del siglo XX. Con la publicación de Jane y Prudence y Los hombre de Wilmet, la editorial Lumen ha iniciado la divulgación en nuestro país de la obra literaria de esta peculiar novelista británica.

Los hombres de Wilmet
está narrada en primera persona por la mujer que da título al libro. Una mujer casada en aburrido y rutinario matrimonio con un marido funcionario ministerial del gobierno británico, exclusivamente preocupado por su trabajo y su posición social. La dama pasa el tiempo entre celebraciones religiosas, conversaciones con clérigos, asistencia a cursos con su suegra, paseos y compras londinenses y algunas fantasías extramatrimoniales que, por diversos motivos, nunca se acaban de concretar.


La novela es un irónico y perspicaz retrato de la clase media alta de la Inglaterra de los años cincuenta, en la bonanza económica que vive el país tras la Segunda Guerra Mundial. La mayor parte de los personajes son altos funcionarios orgullosos y pagados de sí mismos, mujeres ociosas y adineradas que se entretienen visitando a sus amistades y yendo a la iglesia del barrio, y clérigos, muchos clérigos de diversas confesiones por los que esas mujeres sienten predilección, sobre todo si son físicamente atractivos. Todo ello dentro de una exquisita corrección y un cuidado por las apariencias, salvo algún personaje bohemio y diferente, visto casi siempre por los demás como una oveja negra en la familia.


La novela es muy británica en todos los aspectos, desde la fina ironía que destila por los cuatro costados hasta las inacabables tazas de té que comparten sin cesar los personajes. En primer plano se muestran los juegos de seducción extramatrimoniales que entretienen y halagan a una dama que se debate entre la osadía y el pudor, y que ve frustrados, no por su culpa, sus íntimos deseos de una aventura amorosa que ponga un poco de emoción a su rutinaria vida. Wilmet es el eje central de un interesante desfile de personajes a los que ella misma retrata con un finísimo y absolutamente británico sentido del humor.

Carlos Bravo Suárez

miércoles, 13 de octubre de 2010

LA CÓLERA DE AGUIRRE


La expedición de Ursúa y los crímenes de Aguirre. Robert Southey. Reino de Redonda. 2010. 200 páginas.

Lope de Aguirre es un personaje histórico que ha dado mucho juego en la literatura y el cine. El mejor tratamiento literario del personaje es el que Ramón J. Sender le dio en su novela La aventura equinoccial de Lope de Aguirre. Otros escritores como Ciro Bayo, Úslar Pietri, Abel Posse, Otero Silva, Torrente Ballester o Sanchís Sinisterra se han sentido atraídos por el “loco” Aguirre en sus creaciones narrativas o teatrales. En el cine, directores como Carlos Saura o Werner Herzog intentaron una aproximación, tal vez algo fallida, al personaje. Incluso los uruguayos Alberto y Enrique Breccia, padre e hijo, lo adaptaron al cómic. Ahora, de la mano de Javier Marías y su Reino de Redonda, nos llega un interesante librito histórico que el poeta e hispanista inglés Robert Southey escribió en 1821 y que no había sido traducido aún al castellano.

Robert Southey (1774–1843) es un escritor perteneciente al movimiento romántico inglés del siglo XIX. Fue amigo de autores como Wordsworth y Coleridge y mantuvo alguna polémica literaria con el famoso Lord Byron. Como poeta estuvo por debajo de los anteriores y, entre su producción escrita, destacan sus libros de historia. Fue un estudioso de la cultura ibérica, tanto española como portuguesa, y visitó nuestra península en varias ocasiones. Además del libro sobre Aguirre, escribió una “Historia de la Guerra Peninsular (1823-1832)”.

La expedición de Ursúa y los crímenes de Aguirre es un breve y conciso relato sobre la dramática e infructuosa búsqueda de El Dorado dirigida primero por Pedro de Ursúa y después por Lope de Aguirre a través de la selva amazónica. El relato iba a formar parte de una Historia del Brasil que Southey publicó en tres tomos unos años antes. La unidad y el contenido trágico de la expedición de los marañones hicieron que fuera publicado como libro independiente.

Southey es uno de los pocos hispanistas británicos decimonónicos que no muestra una clara animadversión hacia la colonización española de América. Tampoco se muestra favorable, y en este libro se limita a contar los hechos de manera cronológica sin que afloren apenas sus opiniones. Se centra sobre todo en la sucesión de crímenes que, principalmente contra miembros de su propia expedición, cometió Lope de Aguirre, del que destaca su carácter colérico y tiránico y su condición de rebelde contra la Corona española. En este aspecto, inserta al final de su libro buena parte de la carta que el de Oñate envió al rey Felipe II y que constituye toda una denuncia, algo exagerada y sin duda interesada para justificar sus actos, de los abusos y penalidades que tenían que soportar los conquistadores de a pie por parte de los virreyes, gobernadores y clérigos “glotones” enviados desde España.

Sólo al final del libro se permite Southey esta breve frase a modo de opinión resumida sobre Aguirre: “Había en su carácter algo notable a la vez que monstruoso”.

Carlos Bravo Suárez

viernes, 8 de octubre de 2010

LA BELLEZA TORTUOSA


Alondra y Termita. Jayne Anne Phillips. Duomo. 2010. 315 páginas

Cuando Jaynne Anne Phillips (1952) empezó a publicar sus primeros relatos, Raymond Carver dijo de ellos que eran unas historias diferentes, dotadas de una tortuosa belleza. Su prematura muerte a finales de los años ochenta impidió a Carver ser testigo de la posterior consolidación literaria de la escritora de Virginia. Incluida en sus inicios en el denominadao “realismo sucio”, J. A. Phillips ha logrado con su última novela, Alondra y Termita, la composición de un conmovedor e intenso relato, lleno a partes iguales de realismo y poesía, y repleto de aquella tortuosa belleza que Carver había observado en sus primeros escritos hace ya tres décadas.

Alondra y Termita son hermanos, hijos de la misma madre pero de distinto padre. Ambos viven con su tía Nonie en Winfeld, un pequeño pueblo de Virginia cercano a un río que provoca inundaciones frecuentes. Alondra y Termita están muy unidos. Ella, una joven que comienza a despertar la atracción de los hombres, cuida de su hermano, al que todos conocen con el sobrenombre de Termita, un niño minusválido que va sobre un carrito y apenas habla, pero que, sin que nadie lo sepa, tiene enormemente desarrollado el sentido del oído.

La novela cuenta una complicada historia familiar en la América profunda, en el año 1959. El otro escenario es Corea, en 1950, en los inicios de la guerra homónima, donde ha sido enviado el cabo Robert Leavitt, padre de Termita. Tanto él como Nonie y los propios Alondra y Termita van narrando en primera persona la novela, en las dos fechas y escenarios citados, en una visión subjetiva y caleidoscópica de las dos realidades, tan geográficamente alejadas, que componen el relato. Especialmente poéticas y hermosas son las intervenciones de Termita, un personaje lleno de simbolismo y de magia literaria.

Jaynne Anne Phillips mantiene algunas características de aquella corriente literaria de los años de sus inicios: la frase breve y concisa, la descripción minimalista y detallada de los lugares y los estados de ánimo, más desarrolladas aquí por ser el libro una novela y no un relato corto. En estos aspectos hay algunas evidentes coincidencias con Raymond Carver, Tobías Wolf o Richard Ford, escritores adscritos entre otros a aquel lejano movimiento literario que la crítica denominó en los años ochenta como “realismo sucio”. Pero en “Alondra y Termita” resuenan también ecos de la escritura densa de William Faulkner o de los ambientes rurales y los personajes mermados de algunos libros de Carson Maccullers.

Alondra y Termita es una magnífica novela, una extraña y sugerente mezcla de realismo y poesía, impregnada toda ella de una intensa y tortuosa belleza.

Carlos Bravo Suárez

viernes, 1 de octubre de 2010

UN ESCRITOR DIFERENTE


Habitación doble. Luis Magrinyà. Anagrama. 2010. 310 páginas.

Luis Magrinyà (Palma de Mallorca, 1960) es uno de los escritores más heterodoxos de la literatura española actual. Sus libros, de una calidad y un interés incuestionables, se apartan considerablemente de las formas literarias más habituales y previsibles, y resultan, por ello, difíciles de etiquetar dentro de los parámetros convencionales. Habitación doble, último título del escritor balear afincado en Madrid, responde de nuevo a esas características.

Habitación doble es un libro estructurado en cuatro partes independientes, cada una de los cuales se divide a su vez en dos secciones. Los tres primeros textos dobles son narraciones breves; el último está compuesto por un guión dialogado y un pequeño ensayo. La relación entre las secciones de cada una de las partes del libro se va debilitando a medida que éste avanza, de tal manera que entre los dos apartados del último texto no se aprecia aparentemente ninguna conexión externa. Al lector tampoco le resultará fácil encontrar elementos comunes entre las cuatro “habitaciones dobles” del libro. Tal vez las relaciones entre padres e hijos sea la única conexión más o menos evidente.

Todo ello no significa que el libro resulte difícil de entender. Cada uno de sus apartados encierra una sugerente y atractiva situación humana. Eso sí, con algún elemento extraño, extravagante o muy poco frecuente en la realidad convencional mayoritaria. En Diez minutos después encontramos a una viuda cincuentona unida sentimentalmente a un cantante de rock veinte años más joven que ella. En Luxor, a un chico, con una extraña cleptomanía, que realiza con sus padres un crucero de turismo por Egipto y que años más tarde se ha convertido en un periodista que se encuentra en Ámsterdam con un antiguo novio. En Una modestia algo infame, asistimos a una curiosa reunión de médicos en la que se cuela una extraña mujer y, en la segunda parte, un “camello” –sorprendente lector del “David Copperfield” de Dickens- se refugia en un pequeño pueblo donde vive un antiguo amigo que sufre depresión. En Paisaje invernal se yuxtaponen la conversación de unos jóvenes que viajan en coche hacia Paris y las reflexiones de un padre que acaba de leer las memorias del progenitor del “carnicero de Milwaukee”, el famoso asesino en serie que hace dos décadas descuartizó a diecisiete personas en esa ciudad estadounidense.

Hay referencia a sucesos conocidos que permiten situar cronológicamente los hechos narrados: el bloqueo a Irak tras la invasión de Kuwait, el atentado al hotel de la India en que se encontraba Esperanza Aguirre de visita a aquel país, el fracaso del Real Madrid en la última temporada de la primera presidencia de Florentino Pérez o la muerte de Mickel Jackson. Las conversaciones cotidianas sobre temas de actualidad se mezclan con brillantes reflexiones sobre cuestiones más profundas. Si a todo ello añadimos una prosa elegante, pulcra y precisa, podemos afirmar que estamos ante un escritor diferente y, en todos los sentidos, verdaderamente extraordinario.

Carlos Bravo Suárez