No
creo que se publicara en el pasado 2019 ningún libro de relatos en lengua
española mejor que "El niño que comía lana", de Cristina
Sánchez-Andrade, una espléndida colección de quince narraciones breves, editada
por Anagrama. Cristina Sánchez-Andrade (Santiago de Compostela, 1968) es
escritora, crítica literaria, traductora del inglés y coordinadora de talleres
de narrativa. Desde sus inicios literarios hace ya veinte años, ha publicado
una decena de novelas y varios libros de relatos. En 2004 recibió el Premio Sor Juana Inés de
la Cruz por su novela “Ya no pisa la tierra tu rey”, editado también por
Anagrama. En este mismo sello se han publicado sus últimas novelas: “La
inviernas” (2014) y “Alguien bajo los párpados” (2017), muy alabadas ambas por
la crítica más exigente. Con su reciente "El niño que comía lana", la
escritora gallega demuestra tener también unas dotes extraordinarias para el
relato breve.
Casi
todos los cuentos de "El niño que comía lana" (título del segundo de esta
colección) están ambientados en Galicia o tienen a gallegos como protagonistas,
mujeres en la mayor parte de los casos. Y algunas, como la Manuela das Fontes
que da título al primer relato, que, como hicieron tantos emigrantes, abandonan
su tierra natal para ir a América en busca de un futuro mejor. Todos ellos
tienen algo de estrafalarios, desmesurados o grotescos, y algunos reaparecen de manera
intermitente en varios de los relatos, que se entrelazan así en una red
narrativa muy sugerente y literariamente productiva. Unos personajes que la
autora logra que el lector llegue a percibir a través de todos los sentidos. El
lector los ve a través de las descripciones, los oye por los diálogos y, en
muchas ocasiones, hasta en un sentido casi literal los huele por la insistente
presencia del olfato y los olores en buena parte de los relatos En la promoción del libro se resume
perfectamente en este párrafo lo que en él encontramos: "Moviéndose entre
lo macabro y lo irónico, entre la fábula y el esperpento, el realismo más crudo
y la fantasía más desaforada, estas historias son una excelente muestra del
particular, inimitable y estimulante universo literario de Cristina
Sánchez-Andrade. En ellas asoman la Galicia rural, la España profunda, los
escenarios de sainete, los personajes estrambóticos y las situaciones imposibles.
Aparecen la muerte, el sexo, la codicia, las ensoñaciones, los engaños y los
desengaños, pero también algún que otro crimen, toques grotescos, pinceladas
macabras y un humor peculiarísimo, descacharrante y a veces perturbador".
Hay
bastante tristeza, soledad y miseria material en algunos de estos cuentos, pero
también hay mucha ironía, sentido del humor y bastante compasión. Y mucha
originalidad y muy buena literatura. En la tradición de los mejores escritores
gallegos, con pinceladas del realismo casi naturalista de Emilia Pardo Bazán,
del realismo mágico de un Álvaro Cunqueiro o un Torrente Ballester, del
tremendismo del Cela del Pascual Duarte y, por supuesto y quizás sobre todo,
del esperpento del maestro Valle-Inclán. Con unos personajes surgidos de la
Galicia (la España) rural y profunda, desamparados, ingeniosos por la
necesidad, que luchan por su supervivencia, a veces despiadados y crueles y
casi siempre vulnerables. Relatos con un fondo siempre perturbador e
inquietante, inesperado. Sobre ello dice la autora en una entrevista reciente:
“En todo caso, yo creo que siempre tiene que haber algo perturbador en la
literatura. No sirve de nada escribir sobre lo bonito que está el cielo
estrellado; si quieres crear algo válido, tienes que hurgar en las emociones de
la gente, tienes que escribir algo que les aguijonee, que les perturbe y que
les dé algo de miedo. Para ser creíble, un personaje tiene que ser vulnerable,
y eso es lo que trato de mostrar, la vulnerabilidad humana”.
Cristina Sánchez-Andrade bebe de la tradición literaria y
toma de ella elementos múltiples que ensambla con maestría en una narrativa
personal e intransferible, llena de originalidad y belleza literarias. “El niño
que comía lana” es sin duda uno de los mejores libros publicados el pasado 2019
y, creo no equivocarme, una de las colecciones de relatos destinadas a perdurar
entre las mejores aportaciones al género de la literatura española
contemporánea.
"El
niño que comía lana". Cristina Sánchez-Andrade. Anagrama. 2019. 216
páginas
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